EXTRA!

Son
las historias que se acercan a la realidad las que pueden llegar a emocionarnos
de verdad, y ‘Alabama Monroe’ es un claro ejemplo de ello. Candidata a la mejor película de habla no inglesa
en los próximos Oscar, el director belga Felix Van Groeningen presenta
una historia sencilla y delicada que llega el día de San Valentín a las salas españolas.
Didier (Johan Heldenbergh), un cantante
de bluegrass, y Elise (Veerle Baetens), una joven tatuadora, se conocen y se enamoran apasionadamente desde el primer momento. Sin esperarlo, se convierten en
padres de una preciosa niña, Maybelle (Nell
Cattrysse), algo que trastoca todos sus planes. No obstante, el cáncer se
manifiesta muy tempranamente en la pequeña, lo que provocará que ambos se vean
envueltos en una situación que les llevará al límite. Quizá parezca
una historia aparentemente sencilla, pero el
encanto de este trabajo reside, precisamente, en la sinceridad de los
sentimientos y acciones de cada uno de los personajes.
de bluegrass, y Elise (Veerle Baetens), una joven tatuadora, se conocen y se enamoran apasionadamente desde el primer momento. Sin esperarlo, se convierten en
padres de una preciosa niña, Maybelle (Nell
Cattrysse), algo que trastoca todos sus planes. No obstante, el cáncer se
manifiesta muy tempranamente en la pequeña, lo que provocará que ambos se vean
envueltos en una situación que les llevará al límite. Quizá parezca
una historia aparentemente sencilla, pero el
encanto de este trabajo reside, precisamente, en la sinceridad de los
sentimientos y acciones de cada uno de los personajes.
Heldenbergh y Baetens despliegan una química en pantalla prácticamente natural,
desde su pasional encuentro hasta las frecuentes discusiones. Sus miradas y
gestos expresan más que sus propias palabras, un aspecto bastante difícil de
encontrar hoy en día en el mundo de la interpretación. Quieren, desean, pero a
la vez no pueden dejarse llevar al verse sumidos en la tristeza. En ciertos
momentos, la trama parece real gracias a ellos, a sus cambios de humor
constantes y a las reacciones ante esas situaciones que les superan, pero que son
más que lógicas y compresibles.
desde su pasional encuentro hasta las frecuentes discusiones. Sus miradas y
gestos expresan más que sus propias palabras, un aspecto bastante difícil de
encontrar hoy en día en el mundo de la interpretación. Quieren, desean, pero a
la vez no pueden dejarse llevar al verse sumidos en la tristeza. En ciertos
momentos, la trama parece real gracias a ellos, a sus cambios de humor
constantes y a las reacciones ante esas situaciones que les superan, pero que son
más que lógicas y compresibles.
La interpretación de Heldenbergh mejora al final de la trama, cuando la realidad empieza a superarle y
se ve incapaz de controlar lo que en su día creía asegurado. Su felicidad
se torna en una frustración verdaderamente impactante que roza la locura
más absoluta. Sus discursos sobre la religión, la política y, sobre todo, el
cáncer y la posibilidad de buscar una curación a través del uso de células
madre, le llevan a perder el control de su vida y de sí mismo, desembocando en
un final inimaginable. Poco a poco, deja de creer en todo lo
que le rodea, mientras que, por el contrario, Baetens lleva a su personaje a agrietarse de la forma más profunda.
Una dolida madre que prefiere refugiarse en sus propias convicciones y que
empieza a reconocer el fuerte abismo que la separa de su marido. Frente al caos
y delirio de Didier, Elise prefiere adoptar una posición más
insana, convirtiendo sus problemas en un falso comienzo.

se ve incapaz de controlar lo que en su día creía asegurado. Su felicidad
se torna en una frustración verdaderamente impactante que roza la locura
más absoluta. Sus discursos sobre la religión, la política y, sobre todo, el
cáncer y la posibilidad de buscar una curación a través del uso de células
madre, le llevan a perder el control de su vida y de sí mismo, desembocando en
un final inimaginable. Poco a poco, deja de creer en todo lo
que le rodea, mientras que, por el contrario, Baetens lleva a su personaje a agrietarse de la forma más profunda.
Una dolida madre que prefiere refugiarse en sus propias convicciones y que
empieza a reconocer el fuerte abismo que la separa de su marido. Frente al caos
y delirio de Didier, Elise prefiere adoptar una posición más
insana, convirtiendo sus problemas en un falso comienzo.

Aun
siendo una narración simple, su montaje es totalmente arrítmico, con continuos flashbacks y flashforwards que enlazan el pasado, presente y futuro de la
historia de pareja, ensalzando siempre el punto de vista más emotivo y profundo
de la trama. No son importantes los hechos, sino la evolución de los
sentimientos de ambos, lo que facilita seguir el hilo de la trama entre tanto caos.
siendo una narración simple, su montaje es totalmente arrítmico, con continuos flashbacks y flashforwards que enlazan el pasado, presente y futuro de la
historia de pareja, ensalzando siempre el punto de vista más emotivo y profundo
de la trama. No son importantes los hechos, sino la evolución de los
sentimientos de ambos, lo que facilita seguir el hilo de la trama entre tanto caos.
Destaca el tratamiento de un
tema tan delicado como el cáncer, ya que en ningún momento cae en la
sensiblería gratuita o el morbo que frecuentemente vemos en este
tipo de historias. No obstante, los
discursos sobre cuestiones políticas y religiosas reivindican la falta de
consideración que a veces se tiene con este tipo de enfermedades.
tema tan delicado como el cáncer, ya que en ningún momento cae en la
sensiblería gratuita o el morbo que frecuentemente vemos en este
tipo de historias. No obstante, los
discursos sobre cuestiones políticas y religiosas reivindican la falta de
consideración que a veces se tiene con este tipo de enfermedades.
Junto
al increíble trabajo fotográfico de Ruben
Impens, que, incluso en ocasiones, roza la vertiente cinematográfica más
experimental, encontramos una fantástica banda sonora compuesta por temas de bluegrass escritos por el compositor Bjorn Eriksson y cantados por los
propios actores.
al increíble trabajo fotográfico de Ruben
Impens, que, incluso en ocasiones, roza la vertiente cinematográfica más
experimental, encontramos una fantástica banda sonora compuesta por temas de bluegrass escritos por el compositor Bjorn Eriksson y cantados por los
propios actores.
‘Alabama Monroe’ es una historia con alma
propia que envuelve al espectador en una intensa emotividad de
principio a fin, revelando una sincera y abrumadora realidad sobre las
relaciones humanas y la vida misma. Sin
duda, Van Groeningen merece más que
una simple nominación.
propia que envuelve al espectador en una intensa emotividad de
principio a fin, revelando una sincera y abrumadora realidad sobre las
relaciones humanas y la vida misma. Sin
duda, Van Groeningen merece más que
una simple nominación.