EXTRA!



Tras
‘Una casa de locos’ y ‘Las muñecas rusas’, el director
francés
Cédric Klapisch regresa a la
gran pantalla con el emblemático personaje de
Xavier (Romain Duris),
poniendo punto y final a una historia cotidiana que comenzó con una beca
Erasmus en Barcelona.
‘Nueva vida en Nueva York’ se estrena en España para mostrarnos el
simple transcurrir del tiempo en una vida llena de obstáculos, indecisiones,
impulsos e imprevistos.

La
tercera entrega de la saga cuenta con el elenco actoral original, a los que resulta inevitable coger cariño desde que en 2002 se estrenaran los primeros
pasos de aquel grupo de desconocidos que acabarían unidos por el destino.
Por aquel
entonces, Xavier realizaba su tesis
doctoral sobre economía española en la ciudad condal, dejando atrás a su novia
de toda la vida, Martine (Audrey Tatou).
Su nueva experiencia traería consigo grandes amistades con las que retomaría su
relación en la secuela y un matrimonio con Wendy
(Kelly Reilly)
.
Esta vez, vemos al francés luchando por seguir en contacto
con sus hijos, cuando su exmujer decide rehacer su vida en Nueva York.
Esto le
llevará a dar un gran salto al otro lado del charco, en donde no sólo deberá
cuidar su relación con su familia, sino que también tendrá que conseguir un
trabajo estable para permanecer en Estados Unidos, lidiar con la inesperada visita de Martine y sus hijos, y ayudar a su mejor
amiga Isabelle (Cécile de France),
que quiere quedarse embarazada, con su ayuda, para poder ser madre junto a su esposa.

Duris se encarga notablemente de llevar el
peso, no sólo de esta película, sino de toda la trilogía.
Es muy sencillo conectar con la historia gracias a las dotes interpretativas que el actor francés
despliega, variando constantemente entre el drama y el humor, yendo este último
de la mano de Cécile de France, que
provocará más de un quebradero de cabeza al protagonista. Destaca la presencia de su compañera, Tatou,
que como siempre se mantiene correcta en su trabajo, aunque no estemos ante el papel de su vida. No obstante, Reilly
no parece sentir tanta comodidad como en las anteriores entregas, con ciertas
dosis dramáticas que parecen forzadas.
No
puede ser más evidente el hecho de estar ante una película de enredo que gira
en torno al romance en la madurez y la comedia. El rompecabezas es la idea
básica tanto del guión como del montaje, presentándose desde los mismos títulos de crédito.
Xavier
se encuentra con demasiados obstáculos que han provocado un gran
distanciamiento con aquellos amigos con los que en su día convivió.
Aunque
no es indispensable ver la trilogía entera para comprender la trama, sí es
cierto que es todo un placer su visionado, por el que danzan multitud
de culturas y paisajes, como Barcelona, París, Londres y San Petersburgo.
Con
escenas desenfrenadas, la propia voz en off de Duris y el trabajo del compositor francés Christophe Minck, que participa por segunda vez en esta saga,
encontramos el sentido completo a una película que decae en ocasiones.
Un final que no
decepciona, en el que su protagonista consigue encontrar, por fin, su sitio.