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El pasado martes 28 de enero, el Teatro Real de Madrid acogió el estreno mundial de la versión operística de ‘Brokeback Mountain’, el relato original de Annie Prouxl que Ang Lee convirtió en una bellísima película que obtuvo tres Oscar. La historia de amor de dos vaqueros en medio de las montañas de Wyoming constituye la base de un relato contra la intransigencia en el que una sociedad hostil y la aceptación de aquello que no logra comprenderse complican esa contradicción en sí misma denominada ‘final feliz’. En este montaje, es la propia autora norteamericana quien se encarga del libreto, adaptando su novela a la ópera.


La producción, más sinfónica que vocal, cuenta con música original del compositor neoyorquino Charles Wuorinen, muy influenciado por Arnold Schönberg y la segunda escuela de Viena. Haciendo uso del dodecafonismo, la partitura ayuda a que el montaje se desprenda de ese innecesario sentimentalismo del que Prouxl acusa al largometraje, entregando al público un universo musical complejo, áspero y desprovisto de emociones que en ocasiones no encaja con unos diálogos que encuentran su propia poética en su simpleza y concisión.

Aunque una de las virtudes de la ópera sea la atracción de un público poco familiarizado con el terreno lírico, que en parte acude por un morbo que no satisfará, lo cierto es que para el exdirector artístico del Teatro Real, Gerard Mortier, este trabajo supone la culminación de uno de sus sueños más deseados y la continuación de su lucha por la representación de obras que escapan de clichés habituales. Si bien está claro que los clásicos nunca morirán, tampoco está de más que el lenguaje propio y complejo de la ópera se abra a la innovación de trabajos más actuales.

La producción, que ha puesto al Teatro Real en boca de todo el mundo, ha llegado a tener más repercusión mediática que el ‘Così fan tutte’ de Michael Haneke y el estreno de la ópera que Philip Glass dedicó a Disney, ‘The perfect american’. Más de un centenar de medios de comunicación internacionales cubrieron el estreno del espectáculo, un éxito de convocatoria que ya se reflejó con anterioridad en la rueda de prensa celebrada el lunes 27. 

El montaje, de dos horas de duración sin intermedio, carece del romanticismo de la película de Ang Lee, tratando el desgarro emocional de los protagonistas de forma más racional y comedida. Las actuaciones del tenor Tom Randle como Jack Twist y del bajo-barítono Daniel Okulitch como Ennis del Mar no pueden valorarse del mismo modo, puesto que Randle realiza un trabajo mucho más lírico que su compañero, que continuamente acude al parlato, en consonancia con el personaje introvertido y rudo que interpreta. 

Teniendo en cuenta que el peso de la producción reside mayormente en la música atmosférica de Wuorinen, en el trabajo de la orquesta y en la eficacia de sus diálogos, destacan vocalmente la soprano Heather Buck en el papel de Alma y una sobresaliente Jane Henschel como madre de Jack. Probablemente, sus casos sean los únicos que ericen la piel del espectador en lo que a lucimiento vocal se refiere. 

A pesar de que, incapaces de superar sus prejuicios, algunos abonados devolvieron sus entradas, no sería justo decir que nos encontremos ante un montaje polémico cuando lo máximo a lo que se enfrenta el público es a una pareja de hombres que se besa y abraza en escena. La transformación de una pasión erótica en un gran amor queda más que claro en un desolador monólogo final que a unos emociona y a otros suena a mensaje implícito del propio Mortier.

Las imágenes de las ovejas y las montañas, concebidas por anteriores vaqueros como un infierno y convertidas por los protagonistas en un paraíso terrenal, se proyectan en una pantalla gigante que no distrae al espectador. Acertada y eficaz dirección de escena de Ivo van Hove, que consigue reflejar con acierto la fuerza de la naturaleza y las vidas rutinarias de los amantes.

‘Brokeback Mountain’ puede disfrutarse hasta el próximo 11 de febrero en el Teatro Real. Por el momento, la publicidad no ha sido suficiente para hablar de éxito rotundo, por lo que los jóvenes de hasta 30 años pueden conseguir entradas de último minuto (hasta el 90% de descuento en las localidades aún disponibles) con suma facilidad. Además, la función del viernes 7 de febrero se retransmitirá de forma gratuita a través de Medici.tv


Una producción que supone el último gran proyecto de Gerard Mortier y que cuenta como antecedente con una película soberbia que atraerá a buena parte del público pero que, por tal referencia, dejará frío a muchos al carecer de su calado emocional. El mito del vaquero que ni siente ni padece estalla en un Wyoming rural que ni comprende ni deja vivir a quien jura amor eterno por encima de sus propias convicciones.