EXTRA!



Es cierto que me perdí
unos segundos en el brillo de los ojos del periodista y escritor Andrés Aberasturi, pero el resto del tiempo estuve allí.
Me perdí, o me fui a
otra parte, porque a través de su mirada, de la emoción de su mirada, pude ver
la valentía del padre que levanta la voz por la criatura y la causa que necesita de su lucha, pero
también de la de todos. Aberasturi, presidente de la Fundación Nido, dedicada a hacer visible
el problema de la parálisis cerebral profunda,
mostró su vulnerabilidad y coraje la tarde del domingo 15 de diciembre en la Sala Clamores.


La Fundación Nido
celebró un festival repleto de entrega y solidaridad reuniendo a importantes nombres de
la cultura que llenaron de música, poesía y emoción la mítica sala
madrileña
, en una cita en la que
 la recaudación obtenida con el dinero de las
entradas se destinará íntegramente a dar asistencia a
quienes padecen la enfermedad.

Con la figura de San
Nicolás
como metáfora de la auténtica solidaridad navideña y el poemario ‘Un blanco deslumbramiento (palabras para Cris)’ – escrito por Aberasturi con
poemas inspirados en su hijo Cristóbal, afectado por parálisis cerebral
profunda –
como referentes, el evento arrancó con la actuación de
Sr.Chinarro, el humor gráfico de Forges y la lectura de un desgarrador
fragmento de ‘Un blanco deslumbramiento’ en la voz de la actriz Ángela Molina.


Emotivos fueron,
especialmente, los versos de Benjamín Prado, el vídeo con el que Luis Eduardo
Aute quiso estar presente en la ocasión y la actuación, llena de garra y pasión, de una joven y talentosa Soleá Morente,
que se presentó con una deliciosa
versión de ‘Pequeño vals vienés’, basado en un poema de García Lorca, musicalizado
por Leonard Cohen e interpretado en su día por su padre, el cantaor Enrique
Morente
. Las palabras de Nacho Vegas, que señalaron la importancia de iniciativas
solidarias y de la ayuda a la dependencia, fueron aplaudidas con vehemencia.
Durante cerca de tres
horas, el festival emocionó al público y recordó el deber de luchar
cada día por los derechos que, como ciudadanos, corresponden a todas las
personas que sufren una discapacidad. Porque no hay más ciego que el que no quiere
ver, ni gesto más humano que el de entregar nuestro tiempo, recursos y voz a
causas como la que, de forma tan hermosa, unió a público y creadores el 15 de diciembre en el
interior de una abarrotada Sala Clamores.