
Tiene 25 años y ya ha dirigido
cuatro películas que pueden presumir de un inconfundible sello conocido en festivales de la talla de Cannes, donde triunfó en 2009 con su
debut, ‘Yo maté a mi madre’. Xavier Dolan es, sin duda, una de las jóvenes
promesas a las que más está siguiendo la pista tanto la crítica especializada
como ese público cinéfilo que conoce a la perfección la obra de directores como David Lynch o Gus Van Sant.
el canadiense se mete en la piel de un joven publicitario que acude al funeral
de su novio tras un accidente, cambiando la vida urbana de Montreal por un entorno opresivo y rural en el que se desconoce la orientación sexual del
fallecido Guillaume.
el director se sirve de la figura de una madre que vive en la ignorancia y de un
hermano que parece negar sus pulsiones mediante la violencia para entregar un
largometraje que abandona el melodrama de anteriores producciones, creando un thriller psicológico que habla de represiones en medio de una
granja llena de tensiones, agresividad y silencio.
de Venecia de 2013, la cinta es una adaptación de la obra de teatro homónima de
Michel Marc Bouchard en la que Pierre-Yves Cardinal destaca en el papel de un
hermano morboso y feroz, que presiona a Tom a hablar de la falsa heterosexualidad del fallecido mientras disfruta de un acercamiento cada vez mayor
con el joven, entre continuos arranques de violencia que esconden deseos
sexuales reprimidos.

Dolan falla a la hora de resolver una trama que decae en escenas como un tango en
el que ambos actores resultan poco creíbles, la aparición innecesaria de una mujer y, sobre
todo, en una conversación de bar que acaba con todo el
misterio de una película que, hasta ese instante, había jugado a mostrar lo justo
y necesario. La dirección de actores y la fotografía son perfectas, con
numerosos primeros planos que dejan entrever las interioridades de unos
personajes que rozan la locura.
destructiva que resulta esa dependencia que lleva al ser humano a rendirse a los
pies de aquello que le hiere hasta hacerle olvidar el significado de
la integridad a base del sometimiento. Su banda sonora es exquisita, arrancando
con ‘Les moulins de mon coeur’ en la voz de Frida Boccara, y de la que también
forman parte Gotan Project y Rufus Wainwright.
aunque aún tenga aspectos que pulir. El melodrama desmedido y cuestiones como la autodestrucción,
la identidad sexual y la integración social continúan presentes en su obra,
atreviéndose a deambular por sendas por las que el
espectador caminaría con más firmeza sin ningún tipo de indicación.