EXTRA!
Que
el placer empieza por la mañana es un lema que defendemos desde que
comprendimos que afrontar una jornada antes de estirar el cuerpo, tomar un café
y darse una ducha caliente nos resulta inconcebible. Incluso en tiempos de
pandemia, convertir pequeños hábitos en momentos de disfrute sirve de tabla de
salvación frente a las largas jornadas de trabajo, el ruido que atolondra
nuestras cabezas y los titulares que ennegrecen ánimos y expectativas. Por eso
reivindicamos ensanchar nuestro mundo recorriendo, respirando y viviendo toda
esta ciudad, donde sus olores y sabores ensanchan por sí mismos el deseo de
seguir, de creer en nuevas posibilidades.
Llevábamos
años escuchando hablar del brunch de Carmencita
Bar, un lugar situado en la calle San Vicente Ferrer (número 51, para
ser más exactos) donde muchos amigos y compañeros de profesión decían que se
escondían los huevos benedictinos mejor preparados de Madrid. Esa carta de
presentación de un rinconcito situado entre Noviciado y Tribunal hizo que se
disparasen nuestras expectativas, así que tuvimos que ir a comprobarlo por
nosotros mismos para ver cuánto había de marketing
y cuánto de realidad.
El
brunch se ha convertido en una tendencia
que llegó para quedarse en ciudades de todo el mundo, uniendo las palabras
anglosajonas breakfast (desayuno) y lunch (comida) en lo que no es sino un
desayuno tardío o almuerzo, siendo en la capital el Hotel
Ritz el primero en ofrecerlo, a finales de los años 90. Cuando su
popularidad se instaló en la ciudad y casi cualquier local con buen olfato
apostó por esta última moda, muchas fueron las voces que hablaban sin parar de Carmencita Bar, un establecimiento humilde que
abrió a finales del año 2010 con un precio ajustado en su oferta y al que para
ir era imprescindible reservar si se querían evitar frustraciones o, lo que es lo mismo, esperas interminables en la barra.
Tal
ha sido el éxito de su establecimiento que han tenido que extender su famoso brunch a dos espacios situados en la
misma manzana – La Gringa y Bodegas Rivas –
para así poder amoldarse a una demanda que ha ido en ascenso. Aunque seguramente
quieras probar la experiencia en el local original, el menú que ofrecen es
prácticamente el mismo.
Creado
por la estadounidense con sangre leonesa Marianne Isabel Job,
lo primero que llama la atención al entrar en él son sus paredes blancas
y una decoración que se sitúa entre lo vintage
y lo provenzal donde, a pesar de su reducido espacio, uno se siente a gusto, sin ningún agobio. Aquí los perros son bien recibidos, aunque ya os decimos que
si llevas al tuyo no dejará de hacer lo posible para que compartas con él las
delicias de las que se nutre la carta, con hasta seis recetas de las que forman
parte los famosos huevos benedictinos de los que hablábamos. El gesto de llevarte
a la mesa una enorme jarra de agua según llegas, por cierto, se agradece.
Aunque
los huevos rancheros y el revuelto de champiñones parecían apetecibles,
nos decantamos por La Grace, que incluye dos huevos benedictinos con aguacate y salmón ahumado que se
acompaña con patatas caseras, fritos de boniato, hash browns o ensalada. Su alternativa apta para vegetarianos cambia el salmón por el champiñón y se convierte en una opción que permite el
disfrute de quien deja el consumo animal fuera del plato. Algo que hay que
tener en cuenta, eso sí, es que cuando el local se llena puedes tener que
esperar varios minutos para seguir comiendo, por lo que es preferible acudir
con tiempo…
Las
12 opciones principales del brunch
tienen un coste que van de los 9,50 a los 12,50 euros, a lo que se sumarían
otros 4,50 euros para convertirlo en un menú que incluye una copa de mimosa
fresquita o un zumo de naranja, café o té grande y postre del día, con tartas
caseras deliciosas como la de zanahoria, una de las favoritas del propio equipo
de Carmencita Bar.
Las
hamburguesas tienen un coste fijo de 10 euros y también se puede convertir en
menú por el mismo extra, pudiendo elegir entre carne de pollo, de
ternera o vegetariana. Nosotros nos decantamos por los famosos huevos
benedictinos por su fama y podemos confirmar que pocas veces hemos disfrutado
tanto de un plato tan contundente, bien resuelto y exquisito, en su punto de
cocción y con una salsa holandesa adictiva. Aunque abren la cocina de 10.00 a
16.30 h. todos los días de la semana, si llegas en los últimos turnos
podrás terminar tu brunch con calma,
aunque reiteramos que la clave es acudir con reserva.
La
opción de pedir tus productos favoritos con Uber
Eats o de encargar tu pedido por teléfono e ir a recogerlo
son otras opciones para disfrutar de los manjares de Carmencita Bar donde tú elijas. Sea como sea, pudimos comprobar que
todo lo que se decía era cierto y que es posible ofrecer un brunch ajustado en precio y con una
calidad suprema en un local tranquilo (siempre que se huya de las horas punta en
fin de semana) Este Madrid que nos enamora y sorprende cada día tiene rincones míticos, como Carmencita Bar, donde hacer una pausa y entregarse
al disfrute gastronómico sin remordimientos.