EXTRA!
Si
hay un nombre que desata la expectación de profesionales, críticos y público
por igual cuando su firma aparece en un nuevo estreno ese es el de Quentin Tarantino (Knoxville, Tennessee, 1963). No es una excepción su último
trabajo, ‘Érase una vez… en Hollywood’, estrenado en Estados Unidos el pasado
26 de julio, que llega a las salas españolas el jueves 15 de agosto.
Hay
cosas en Tarantino que nunca faltan ni sorprenden y una de ellas es sus
constantes referencias a los géneros de los años setenta que marcaron su
infancia y su formación como cineasta: desde el blaxploitation hasta el cine de artes
marciales pasando por la serie B y el western. La recién estrenada cinta no es
una excepción y en este caso viaja directamente a Los Ángeles de finales de los
sesenta, donde Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), una estrella del western venida
a menos, intenta encontrar su lugar en un Hollywood que está cambiando los
revólveres y saloons por las
chaquetas vaqueras y las melenas hippies. Lo hará acompañado por su doble de
acción Cliff Booth (Brad Pitt), quien no es sólo doble sino también amigo,
chófer, consejero… y todo lo que haga falta.
cosas en Tarantino que nunca faltan ni sorprenden y una de ellas es sus
constantes referencias a los géneros de los años setenta que marcaron su
infancia y su formación como cineasta: desde el blaxploitation hasta el cine de artes
marciales pasando por la serie B y el western. La recién estrenada cinta no es
una excepción y en este caso viaja directamente a Los Ángeles de finales de los
sesenta, donde Rick Dalton (Leonardo DiCaprio), una estrella del western venida
a menos, intenta encontrar su lugar en un Hollywood que está cambiando los
revólveres y saloons por las
chaquetas vaqueras y las melenas hippies. Lo hará acompañado por su doble de
acción Cliff Booth (Brad Pitt), quien no es sólo doble sino también amigo,
chófer, consejero… y todo lo que haga falta.
Desde
luego que la química entre los protagonistas es el punto fuerte de la película.
Sus interpretaciones son fantásticas, pero es el acompasamiento
casi milimétrico delante de la cámara lo que vuelve una auténtica delicia cada
uno de los minutos que ocupan la pantalla. El reparto está trufado de otros
grandes nombres como Margot Robbie, Al Pacino, Kurt Russell o Dakota Fanning a
cargo de papeles secundarios pero sin duda memorables.
luego que la química entre los protagonistas es el punto fuerte de la película.
Sus interpretaciones son fantásticas, pero es el acompasamiento
casi milimétrico delante de la cámara lo que vuelve una auténtica delicia cada
uno de los minutos que ocupan la pantalla. El reparto está trufado de otros
grandes nombres como Margot Robbie, Al Pacino, Kurt Russell o Dakota Fanning a
cargo de papeles secundarios pero sin duda memorables.
Con
semejante elenco uno esperaría más, mucho más, de ‘Érase una vez… en
Hollywood’. Si algo tiene el cine de Tarantino es una asombrosa habilidad para
crear guiones no sólo ágiles y magnéticos, sino también capaces de dejar frases
para la posteridad, desde el cuarto de libra con queso de ‘Pulp Fiction’ hasta
las cabelleras nazis de ‘Malditos bastardos’. Por desgracia, nada de eso puede
rescatarse esta vez. Sorprende un guion a ratos insulso y a ratos
imposible de seguir, con momentos muy breves de lucidez que rápidamente
caen en la cháchara intrascendente e incluso aburrida.
semejante elenco uno esperaría más, mucho más, de ‘Érase una vez… en
Hollywood’. Si algo tiene el cine de Tarantino es una asombrosa habilidad para
crear guiones no sólo ágiles y magnéticos, sino también capaces de dejar frases
para la posteridad, desde el cuarto de libra con queso de ‘Pulp Fiction’ hasta
las cabelleras nazis de ‘Malditos bastardos’. Por desgracia, nada de eso puede
rescatarse esta vez. Sorprende un guion a ratos insulso y a ratos
imposible de seguir, con momentos muy breves de lucidez que rápidamente
caen en la cháchara intrascendente e incluso aburrida.
No
ayuda tampoco una trama deslavazada y sin conexión aparente en la que el
espectador se pasa los excesivos 160 minutos de metraje esperando con ansia un
momento que unifique y dé sentido a las escenas que se van sucediendo, algo que
lamentablemente no llega a ocurrir. Tan sólo el instante en el que Booth visita un
rancho habitado por hippies y una hilarante y efectista secuencia final al
estilo Tarantino logran que uno levante un poco el cuerpo del asiento, ansioso por saber qué sucederá a continuación.
ayuda tampoco una trama deslavazada y sin conexión aparente en la que el
espectador se pasa los excesivos 160 minutos de metraje esperando con ansia un
momento que unifique y dé sentido a las escenas que se van sucediendo, algo que
lamentablemente no llega a ocurrir. Tan sólo el instante en el que Booth visita un
rancho habitado por hippies y una hilarante y efectista secuencia final al
estilo Tarantino logran que uno levante un poco el cuerpo del asiento, ansioso por saber qué sucederá a continuación.
Lo
que sí tiene que ofrecer este film es nostalgia a raudales. El trabajo de
memoria, documentación y mimo en las escenas es, desde luego, sobresaliente. Cada
mínimo detalle, desde la elección de planos hasta el atrezzo, está diseñado para empujar al público a ese Hollywood que
cambiaba los vaqueros por detectives y los tupés por melenas. Una industria del
cine que tenía que aprender a gestionar la irrupción de la contracultura y los
derechos civiles en una sociedad como la estadounidense, que había vivido las
últimas dos décadas a la asfixiante sombra de la victoria en la Segunda Guerra
Mundial. Se nota que Tarantino disfruta rememorando ese mundo audiovisual, a
caballo entre dos épocas, del que tanto bebió en su juventud.
que sí tiene que ofrecer este film es nostalgia a raudales. El trabajo de
memoria, documentación y mimo en las escenas es, desde luego, sobresaliente. Cada
mínimo detalle, desde la elección de planos hasta el atrezzo, está diseñado para empujar al público a ese Hollywood que
cambiaba los vaqueros por detectives y los tupés por melenas. Una industria del
cine que tenía que aprender a gestionar la irrupción de la contracultura y los
derechos civiles en una sociedad como la estadounidense, que había vivido las
últimas dos décadas a la asfixiante sombra de la victoria en la Segunda Guerra
Mundial. Se nota que Tarantino disfruta rememorando ese mundo audiovisual, a
caballo entre dos épocas, del que tanto bebió en su juventud.
En
definitiva, no encontramos mucho en ‘Érase una vez… en Hollywood’ que
pueda satisfacer al parroquiano del director americano, pero tampoco hay elementos que
puedan sorprender al que no lo es. La película es un intento de combinar sus
fuentes y fetiches habituales con un relato más intimista del acostumbrado, sin conseguir rematar ni una cosa ni la otra. Siempre se agradece que un director
salga de su zona de confort y se arriesgue a contar otras historias, aunque en
este caso el resultado no sea todo lo redondo que podría haber sido. Un nada
convencional Tarantino que, quién sabe, quizá sea el preludio de una nueva
etapa del cineasta.
definitiva, no encontramos mucho en ‘Érase una vez… en Hollywood’ que
pueda satisfacer al parroquiano del director americano, pero tampoco hay elementos que
puedan sorprender al que no lo es. La película es un intento de combinar sus
fuentes y fetiches habituales con un relato más intimista del acostumbrado, sin conseguir rematar ni una cosa ni la otra. Siempre se agradece que un director
salga de su zona de confort y se arriesgue a contar otras historias, aunque en
este caso el resultado no sea todo lo redondo que podría haber sido. Un nada
convencional Tarantino que, quién sabe, quizá sea el preludio de una nueva
etapa del cineasta.