EXTRA! 



Es sabido que el famoso director estadounidense Jim Jarmusch es un gran aficionado a la poesía, de ahí que no resulte descabellada una obra tan personal como su última producción, ‘Paterson’.
Presentada en la sección oficial de la 69 edición del Festival de Cannes y
nominada a mejor película, guion y actor principal en los Gotham Independent
Film Awards
, llega a la cartelera española este miércoles 7 de diciembre con una historia rutinaria llena de detalles que pasan desapercibidos. Paterson, en
Nueva Jersey, es la ciudad en la que vive Paterson (Adam Driver), un hombre
sumergido en el compás de sus versos. Su nombre no es casualidad, marcando la convencionalidad y rutina en la que vive. Algo que le hace feliz.

Driver encarna a un conductor de autobuses que aprovecha cada
descanso para escribir sobre la belleza de aquello que le rodea.
Cuando su
jornada laboral concluye, regresa a casa por el mismo camino. Allí le
espera su bulldog Marvin y su novia Laura (Golshifteh Farahani), una mujer opuesta a él. Volátil y creativa, cada día es un misterio para ella. Sus
sueños van desde diseñar el interior de su casa con peculiares estampados hasta
hacer cupcakes para vender en el mercadillo o aprender a tocar la
guitarra con el fin de llegar a ser una cantante de
country. Mientras que Paterson apoya las múltiples cualidades que posee
Laura, esta admira la poesía de su novio, intentando convencerle de que debería
publicar sus poemas para que todos puedan disfrutar de sus encantos.
Jarmusch escoge una
única semana de la vida de Paterson para evidenciar la sencillez con la que
muchas personas viven, subrayando esa simplicidad a través de un pausado
ritmo que se une a la descripción del proceso creativo
del poeta. Durante 113 minutos, la cotidianidad se instala en la
pantalla junto a la delicada comicidad que aportan los diálogos y las
divertidas ocurrencias del perro, que no duda en mostrar cierta antipatía por
su amo. Las conversaciones esporádicas que surgen en el interior del autobús conducen
al protagonista al placer de la contemplación
, emocionándose con el inamovible paisaje de las afueras de la ciudad,
los ladrillos anaranjados de la terminal de transportes o la oscura intimidad
del bar de la esquina, en donde se relaja al albor
de las conversaciones y la compañía de sus amigos.


Pocas cosas cambian de
un día a otro, pero los pequeños detalles variables son los que
enriquecen al poeta, como los versos de una jovencita que espera en la estación o la llegada de un singular japonés que admira
las obras del escritor estadounidense William Carlos Williams.
Paterson parece ensimismado en la belleza cotidiana en una
muestra de cómo alguien puede llegar a sentir verdadera pasión por
el arte.
Un cuaderno y una pluma le llevan a explorar hasta en lo
más ínfimo con una transparencia sin igual. No cabe duda de que el autor no tiene grandes pretensiones, permitiendo que el público valore por sí mismo una de sus
películas más íntimas.
El director de
fotografía Frederick Elmes, que cuenta con obras a sus espaldas como ‘Terciopelo azul’, es un indispensable en el equipo de
Jarmusch, remarcando la sencillez de los escenarios, la
armonía existencial y la pureza de los
personajes. La belleza natural de la imagen acompaña a Driver en uno de sus
mejores trabajos hasta la fecha. Paterson
es un hombre sensible, parco en palabras pero con un sentimiento de fortuna
que pocos saben apreciar. A su lado, la siempre bienintencionada Laura es
interpretada por Farahani. La actriz, que vive una de sus mejores épocas, teniendo a la espera nada menos que cuatro proyectos, representa la
chispa en la rutina del protagonista. Por su parte, el desfile de secundarios
no tiene desperdicio: Barry Shabaka Henley como
Doc, el dueño del bar de la esquina; William Jackson Harper, que protagoniza un
arrebatador desamor con cierto aire cómico como Everett; y Chasten
Harmon
en la piel de la esquiva Marie. Todos tienen historias que contar
y Paterson no duda en ser testigo.
Jarmusch bucea en lo
más profundo de sus aspiraciones en ‘Paterson’
, una obra pausada que
encierra un gran encanto, requiere de reflexión, absorbe con
el transcurso de los días y otorga voz a los personajes en vez de a las acciones, 
uniendo al espectador con los versos que el protagonista guarda
en su cuaderno. Un
largometraje que, a pesar de ser una cita recomendable tanto para los seguidores
del cineasta como para quienes deseen disfrutar de un buen trabajo de autor,
puede correr la mala suerte de estrenarse a la sombra
de las superproducciones navideñas.