EXTRA!

Mujeres y pandemia

Las mujeres,
el eslabón explotado del sistema patriarcal, han vivido la crisis de la
COVID-19 desde diferentes perspectivas en función de la situación personal de
cada una, pero todas ellas han compartido un denominador común: la opresión de un sistema que las
ataca, las mata, las acosa, las invisibiliza, las explota y
las violenta continuamente. Según cifras del Gobierno de España, 29.700 mujeres
han solicitado ayuda por violencia de género durante el estado de alarma, unas
mil más que las personas fallecidas por coronavirus hasta este momento en
nuestro país.
Esta es solo una de las tan significativas cifras que evidencian esta
realidad social.


Mientras
muchas pasábamos la cuarentena en casa, matando el tiempo con todas
aquellas cosas para las que normalmente nos falta tiempo,
muchas otras convivían día y noche con sus agresores. Al mismo tiempo que algunas nos
quejábamos de sufrir ansiedad y malestar por el encierro, muchas mujeres sufrían
violencias de todo tipo
por parte de la persona con la que conviven.

Si nos
fijamos en los números, las estadísticas oficiales nos dicen que se experimentó
un incremento del 60% en las llamadas al 016, el número de teléfono habilitado
para atender a las víctimas de violencia machista sin dejar rastro en facturas
ni registros de llamadas.
También hubo 295 consultas online y 1.283 consultas
de apoyo psicológico a través de WhatsApp. Y no sólo en España. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió
del aumento de la violencia machista en esta situación de aislamiento social en diversos países, denominándolo como ‘una de las
consecuencias de la pandemia’.

Esto provocó
que muchas organizaciones se coordinaran para dar su apoyo a mujeres en este tipo de situaciones, al margen de las vías institucionales
arriba mencionadas. Un ejemplo es la petición de ayuda a través del código MASCARILLA 19, que pronunciado por una mujer en farmacias de algunas zonas del país provocaba
la activación del protocolo para alertar de que una víctima de violencia de género estaba pidiendo
ayuda.


Enfermeras

Sin embargo,
la opresión contra las mujeres no termina ahí. Las dobles jornadas, los techos de
cristal o la precariedad laboral han seguido y aumentado
durante la pandemia.
Por no hablar de las mujeres prostituidas,
que se han encontrado en una situación de vulnerabilidad sin precedentes.
Algunas mujeres han quedado aisladas sin recursos en los prostíbulos donde
vivían, lejos de sus casas y familias, mientras otras continuaban siendo
explotadas sexualmente asumiendo riesgos adicionales. 



Todo ello se ha comunicado en los grandes diarios, radios y televisiones desde una perspectiva
morbosa e inhumana, como quien habla de un parque de atracciones cerrado en
una crisis.
El análisis del tratamiento de la violencia machista por parte de los
medios merece un artículo aparte, aunque conviene recordar el escandaloso, frívolo y desafortunado tratamiento que
hicieron de la noticia de que una conocida web que aloja vídeos porno ofreciera su contenido
premium de manera gratuita para que los hombres no sufrieran
demasiado en su encierro
.
Si podemos
sacar algo positivo de todo este encierro que nos vuelve a corroborar
la existencia de un sistema con un grupo opresor – los hombres – y un grupo
oprimido – las mujeres – es el gran número de iniciativas de divulgación feminista que
inundaron y siguen copando las redes sociales.
Desde las Jornadas Abolicionistas online organizadas por Towanda Rebels, con
participantes como Ana de Miguel o Rosa Cobo que recomendamos encarecidamente
ver, hasta los directos de activistas como Patrulla Feminista. Queda claro que el confinamiento nos ha servido a muchas para
aprender y seguir profundizando en el feminismo. 

Menstruitas

Otra
interesante iniciativa ha sido la organizada por Menstruita al poner en marcha el
primer Congreso online de educación sexual, menstrual, emocional y feminista para
niñas
. Todo un acierto si tenemos en cuenta la gran acogida. La idea era reunir
en cinco días a diversas expertas en todos estos campos que pudieran ayudar a las
mujeres a educar a sus hijas tal y como querrían que las hubieran educado a
ellas. El resultado ha dado pie a un contenido
muy interesante, intensamente compartido y que evidencia que muchas veces las
que necesitamos esa educación sexual, menstrual, emocional y feminista somos
las propias adultas.

Parece un hecho que este virus que objetivamente afecta a todas las personas por igual
ha dañado especialmente a las mujeres
. Por no hablar de las médicas y
enfermeras que han estado en hospitales y centros de salud atendiendo a todas
las personas enfermas, al mismo tiempo que se convertían en uno de los colectivos
que más se ha contagiado del virus. Muchas de ellas han estado semanas lejos de sus familias por precaución e, incluso, siguen en esa misma circunstancia a día de hoy.

Tras la
situación excepcional que hemos vivido, que no nos hará mejores y que
probablemente no cambie sustancialmente nuestras vidas, muchas personas abogan
por una salida de esta crisis con perspectiva feminista. Lo que significa esto
es bien diferente, dependiendo del interlocutor. Desde el tibio atendamos a la
red de cuidados
que se propone desde el Gobierno de España al radical desmontemos el sistema, vemos diferentes propuestas de interés sobre la
mesa. Mientras tanto, como siempre, las mujeres siguen sufriendo todas las
desigualdades, que mutan y se adaptan a todas las situaciones, entre
incrédulos, tibios y violentos.
En definitiva, entre machistas.