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No se considera un visionario aunque muchos le acusen de escribir filosofía barata. A sus 64 años, Paulo Coelho es uno de los escritores contemporáneos sobre los que tanto crítica como lectores mantienen un debate más acalorado sobre su valía. Comenzó a escribir cuando culminó el Camino de Santiago, una experiencia que reconoce que le marcó profundamente. Tras vender más de 140 millones de ejemplares de sus libros, el brasileño presentó en el Hotel Intercontinental de Madrid su nueva novela, ‘El manuscrito encontrado en Accra’, que publica la editorial Planeta tras la operación de corazón a la que se ha sometido este mismo año y que casi le cuesta la vida. El autor define este nuevo lanzamiento como un homenaje a Khalil Gibran y a «un libro ya olvidado, desafortunadamente», ‘El profeta’.

Tres años han pasado ya desde la última vez que Coelho compareció ante los medios. Sonriente, el autor pide disculpas si no se expresa demasiado bien en castellano. Tras una introducción en la que nos recuerda a los periodistas cómo ha ido evolucionando la escritura, el brasileño reconoce que el libro que presenta está concebido de forma que pueda resumirse en los 140 caracteres típicos de la red social de moda: Twitter. «El futuro del libro pasa por otras plataformas. Es decir, está el soporte electrónico, el soporte de las redes sociales… habrá muchas maneras de escribir, pero el libro nunca va a desaparecer. Hoy en día, el escritor tiene un abanico mucho más amplio de posibilidades que deben ser exploradas», afirma. 

Habla de valores, ética y preguntas sin respuestas, esas mismas que asegura que conducen a un único interrogante: quiénes somos. La fórmula del planteamiento sin contestación le funciona: todo lo que publica se convierte automáticamente en auténtico best-seller en todo el mundo. «El libro no pretende ni explicar ni describir valores, sino demostrar cómo las preguntas que teníamos hace mil años permanecen vivas, cómo se explicarían hace mil años y cómo se plantean hoy», desvela. 

El autor de ‘El alquimista’, que presume de contar con 17 millones de seguidores en las redes sociales, traslada al lector al Jerusalén de 1099 para hablarle de los dilemas del mundo actual. Mientras se espera la invasión de los cruzados, un griego conocido como el Copto convoca al pueblo a una reunión. La gente pregunta sobre temas existenciales y el Copto contesta. Una invitación a la reflexión y a la introspección que asegura que la soledad no es la ausencia de amor, sino su complemento. «Creo que el final del camino de un escritor es cuando se muere. Siempre tiene un nuevo libro que escribir», concluye sin medias tintas.