La cuenca del Amazonas
es un lugar de explosión de la vida, además de poseer uno de los ecosistemas más ricos y
diversos de la Tierra. Más del 50% de las especies de plantas del planeta se
encuentra en la Amazonía, así como el 20% de los tipos de aves, por poner un
ejemplo de la diversidad de su fauna. Esto también ha tenido su reflejo en el
ser humano, dando lugar a una amplia variedad de etnias y comunidades indígenas
que lo habitan, cada una de ellas con una visión propia y particular. De ahí,
la reivindicación del plural del título de la exposición ‘Amazonías’, instalada en Matadero Madrid dentro del programa paralelo de la feria de arte
contemporáneo ARCOMadrid, que seleccionó en su última edición a Perú como
país invitado, con más del 60% de su superficie dentro de los
límites de la selva amazónica y cuyo territorio e historia han estado siempre
relegados a un segundo plano.
La muestra, que permanecerá hasta el 5 de mayo en la Nave 16, enfatiza la diversidad identitaria de este territorio, frente a la mirada simplista del colonialismo. Comisariada por las
prestigiosas especialistas en arte amazónico e indígena Gredna Landolt y Sharon Lerner, y coproducida por el Museo de Arte de Lima (MALI) y el Centro Cultural Inca Garcilaso, la exhibición reúne más de un centenar de piezas de 50
autores que se dividen en cuatro ejes temáticos: la construcción de la idea de la
Amazonía, las visiones del cosmos, el territorio esquivo y la memoria de la
comunidad. Los medios utilizados para expresar esta pluralidad son también muy
variados, y además de pinturas o fotografías se exponen cerámicas,
bordados o piezas de videoarte.
De este modo, primero se
pone el foco en la complejidad de definir (y limitar) la enorme diversidad del territorio y de sus comunidades, para después
desgranar esas múltiples cosmovisiones y mitologías indígenas de pueblos como
los Shipibo, los Uitoto y los Awajún. Merece la pena destacar el arte Kené, característico del pueblo Shipibo-Koniba, que consiste en la creación de atrayentes secuencias geométricas asociadas al conocimiento y la energía femenina. Esta
muestra de arte también se puede ver en los muros de entrada de Matadero de la mano de las artistas Olinda Silvano, Silvia Ricopa y Wilma
Maynas. El ayahuasca, una bebida tradicional que puede tener efectos
alucinógenos, se convierte en protagonista de la obra de creadores visionarios
pertenecientes a estas comunidades.
El visitante se encuentra durante el recorrido con piezas tan curiosas como ‘Sala de la cocamara y la
investigación’ de Brus Rubio, en la que representa a un grupo de exploradores, en medio de la selva, tomando notas. También se dirige la
mirada hacia el paisaje, un espacio compartido por todos los seres
vivientes en delicadas escenas como las de Rember Yahuarcani
o en instalaciones como ‘Gaia. El retorno de las luciérnagas’, a través de la
que Francesco Marlotti reflexiona sobre el impacto del ser humano en el medioambiente.
Por último, el discurso
se centra en la memoria, tanto por la importancia de retratar y reconstruir las
costumbres indígenas como por el recuerdo de los horrores del colonialismo o de
la violencia de grupos armados como Sendero Luminoso. En este punto hay que
resaltar cómo atraen las miradas dos obras en particular: por un lado, el álbum
de fotografías del viaje de la Comisión Consular al río Putumayo, que
inevitablemente evoca la trama de la controvertida novela ‘El sueño del celta’, del Premio Nobel Mario Vargas Llosa; por otro, el mural ‘El
corazón de los barones del caucho’, de Santiago Yahuarcani, que recoge el
testimonio de su abuelo al rememorar las atrocidades cometidas por los patrones y capataces de la industria cauchera a principios
del siglo XX. Estremecen las escenas de personas
quemadas vivas, castigadas en cepos, devoradas por perros o ahogadas en el río.
‘Amazonías’ es una exposición que no hay que dejar escapar y que permite al espectador
profundizar y superar las ideas preconcebidas de un espacio vital para la
supervivencia. Tras las importantes movilizaciones estudiantiles del 15 de marzo, siguiendo el ejemplo de la joven activista medioambiental Greta Thunberg, es necesario aproximarse a la comprensión de uno de los
espacios que se sitúan en el centro del debate sobre el cambio climático y la
violencia ecológica que ejerce el ser humano. Debería ser imprescindible comprender lo que hay en juego, ya que la
posibilidad de llegar a documentarlo bien es remota, como
sintetizan los artistas Gilda Mantilla y Raimond Chaves en la introducción de
la cita: ‘En la selva hay una ciudad, en esa ciudad una biblioteca y dentro
de ella está la selva’.