EXTRA! 

El uso de tópicos es un error que no hace más que demostrar la ignorancia del que se mira en un espejo y acusa a su reflejo de estúpido sin darse cuenta de que, si golpease con furia el cristal, los únicos nudillos que sangrarían serían los suyos. Es lo que ocurre cuando criticamos por sistema, sin darnos cuenta de lo que tenemos delante, sin tomar por válida otra perspectiva que no sea la nuestra y cuando actuamos guiados por impulsos y sensaciones que no van más allá de la superficie: nos menospreciamos a nosotros mismos. 

La consecuencia siempre es la misma: nuestra parte más animal nos domina y la razón queda marginada en un rincón. Comenzamos eligiendo al tío más atractivo de la clase, por estúpido que sea, y terminamos en una feria como ARCO cometiendo el mismo fallo: juzgando por las apariencias. ¿Dónde quedó nuestro valor crítico?
Del 13 al 17 de febrero se celebra en Madrid una nueva edición de ARCO, la Feria Internacional de Arte Contemporáneo organizada por Ifema, que desde hace 32 años convierte la capital española en un significativo polo de atracción de coleccionistas, galeristas, artistas y profesionales del arte de todo el mundo.

Más de 150 profesionales internacionales, miembros de patronatos de adquisiciones, directores de museos y comisarios visitan la feria esta semana junto a más de 250 coleccionistas invitados de todo el mundo. El evento ha elevado al 66% la participación internacional, la mayor de los últimos años, con 133 galerías extranjeras. En total, 201 galerías de 27 países y más de 2000 artistas se dan cita en Madrid en una semana en la que la capital se llena de creatividad.


Visitar los pabellones 8 y 10 de Ifema estos días permite al enamorado del arte encontrar, en un mismo espacio, las galerías más importantes de todo el mundo. El precio, sin embargo, supone un desembolso considerable que un buen número de aficionados no está dispuesto a pagar cuando acude con el único objetivo de estimular sus sentidos. Comprensible cuando, por los 40 euros que cuesta el pase a la cita, podríamos visitar varios días el excelente Museo del Prado, cuya entrada general cuesta 14 euros.

Uno de los mayores atractivos de esta edición de ARCO viene de la mano de Focus Turquía, una sección que ha contado con la colaboración de la Embajada de Turquía en España y con la selección por parte de importantes personalidades del arte de las 10 galerías turcas que finalmente participan en el programa.

La presencia internacional cuenta también con un peso fundamental en los programas comisariados. Por un lado, ‘Opening: jóvenes galerías’, que reúne una selección de 25 galerías con menos de siete años de trayectoria de Asia, América y Europa. Asimismo, ‘Solo projects’ reúne 21 proyectos de artistas latinoamericanos seleccionados, mientras que ‘Solo objects’ cuenta con un total de 17 proyectos de galerías españolas y extranjeras.

Dejando a un lado al típico snob que uno se cruza en cada edición de ARCO – no falla – fotografiando un extintor de incendios que cree una obra expuesta, lo cierto es que una vez cruzada la puerta de entrada de la feria nos encontramos con un mayor porcentaje de talento que de tontería. ¿De dónde sale tanto rechazo por la innovación? 

Dejando a un lado al que se cree en poder de la verdad absoluta sin haber visitado nunca la feria, uno se pregunta en qué se basan los que apoyan que lo adecuado es la creación mediante esquemas artísticos repetidos hasta la saciedad.

Explicar el significado del arte contemporáneo no es fácil. Las críticas abundan y no tanto la reflexión. En un mundo globalizado en el que la creatividad publicitaria nos golpea a diario, donde la sociedad mediática es un hecho, los cambios sociopolíticos son una constante y la estética prima, elaborar un criterio artístico para distinguir lo que es arte de lo que no lo es resulta más que complejo. 


Una buena forma de comprenderlo quizá sea distinguir qué es lo que nos impacta y nos provoca alguna sensación profunda y qué es lo que no. Abrirse a una obra consiste en conocerla, pensarla y sentirla, no en juzgarla cayendo en el prejuicio. En muchas ocasiones, cuando uno permanece varios segundos ante una pieza que no entiende, escucha la interpretación de dos estudiantes que se sitúan a su lado e intercambian sus impresiones, rompiéndote todos los esquemas, mostrándote una nueva perspectiva. Hagan la prueba. Escuchen. Aprendan. 

Cuanto más arte conozcamos y estudiemos, más detalles e interpretaciones podremos encontrar. Acusar de estúpido al creador que estudia, se forma y crea es injusto.


Es cierto que una parte de lo que nos encontremos sólo tendrá de arte la apariencia y como objetivo el convertirse en una mercancía que proporcione beneficios económicos al creador, pero generalizar es, más que innecesario, absurdo. En la actualidad se sigue haciendo arte y quien diga lo contrario le hace un flaco favor a su intelecto apocalíptico. ¿Y si nos proponemos aprender a observar? La mejor forma de hacerlo es frecuentando muestras de arte que nos limpien de precomprensiones poco válidas.

Dicen muchos críticos de arte que el artista es el que, con el paso de los siglos, sigue siendo recordado. Aunque estemos de acuerdo en su dictado, su visión no nos sirve para juzgar al creador vivo.


Es aceptable la crítica del que rechaza ARCO por tratarse de un lugar que se sirve del arte como mercancía al que principalmente acuden aquellos con mayor poder adquisitivo, pero eso no quita el valor de un gran número de las piezas que la feria acoge. Las propuestas válidas que el enamorado del arte encontrará en la cita son muchas. Nadie puede negarle el talento a leyendas vivas como Antonio López, Alberto García-Alix, Chema MadozDavid LaChapelle o Erwin Olaf. Hagámonos un favor y no juzguemos del mismo modo cada cara del caleidoscopio.

Hablemos de dinero, aunque esté feo. El stand más pequeño al que las galerías pueden optar cuesta la friolera de 13.000 euros, incluyendo los 1500 euros del catálogo y el 8% del IVA. En cuanto a las obras expuestas, las más baratas cuestan entre 1000 y 2000 euros; las más caras superan el millón de euros en varias galerías. El arte sigue siendo una buena inversión y así lo confirman los datos del mercado. Las galerías son empresas a las que la crisis también ha afectado y que han sufrido la subida de impuestos.

¿Con qué opinión salen los visitantes que recorren los pasillos de ARCO por primera vez? La vanidad, el riesgo y el anhelo se entremezclan en las percepciones de los nuevos en cada edición. Este jueves fue la primera vez que Beatriz Molina, estudiante de Derecho aficionada al arte, visitó el gran escaparate. En sus palabras, ‘me ha descubierto que dentro del arte contemporáneo hay una amplia gama de estilos muy dispares, desde el lienzo lleno de pinceladas incomprensibles y borrones hasta dibujos con lápiz, técnicas de sombrado, piezas que combinan fotografía digital y pintura… Ha sido una experiencia novedosa que me ha ayudado a ampliar un poco más la visión que tengo del arte’. 

La joven asegura volver a casa con la sensación de haber aprendido algo nuevo y después de haber visto obras que realmente merecen la pena, aunque también asegura haberse visto ante ‘composiciones absurdas que no requieren de ninguna habilidad artística’. Una de cal y otra de arena.

Abriendo la mente, podremos encontrar piezas que nos encandilarán sin mucho esfuerzo. Os dejamos con las que nos hipnotizaron a nosotros junto a algunas referencias a tener en cuenta: la escalera hacia el cielo de Jasper Niens, la galería Espacio Mínimo con la bellísima obra del fotógrafo holandés Erwin Olaf, la reflexión entre el arte y la economía de Carlos Aires en ADN Galería y el picasso de Leandro Navarro, la obra más cara de la feria (1,6 millones de euros)