EXTRA!


El significado del arte ha evolucionado de forma considerable con el paso del tiempo. Lo que comenzó siendo un modo de expresión de ideas, emociones o una visión del mundo que requería de una habilidad inusual con unas reglas establecidas, se centró en la búsqueda de la belleza hasta llegar a empobrecerse al reducir su significado, en ocasiones, a una cuestión de destrucción, extravagancia y ordinariez. Por suerte, el poder de las nuevas tecnologías ha permitido que todos aquellos apasionados por la creación artística puedan acceder y alzar su voz en defensa de la inteligencia, la calidad y la autenticidad.
La creación es libre, sí, pero el ser humano debe distinguir lo admirable de lo que simplemente forma parte de un sistema. Tanto en la pintura, como en la arquitectura y, por supuesto, a la hora de dar uso a uno de los sentidos más divinos con los que contamos: el gusto. Y es que, le pese a quien le pese, la inmortalidad es cuestión de talento, no de mercado.
De eso mismo trata la última campaña de los productores de la cerveza Alhambra Reserva 1925, denominada ‘arte por descubrir’. Un homenaje al arte de raíces basado en la sabiduría de generaciones y en el entusiasmo por la tradición. Para ello, la marca cuenta con unos embajadores de lujo que representan los valores que llevan defendiendo a ultranza desde hace años: la pasión por un trabajo que tiene más de pasión que de necesidad. Artesanos contemporáneos que llevan en la sangre el amor por su oficio.
En una época en la que la fabricación de vidrio se ha reducido a la producción en cadena, la Real Fábrica de Cristales de La Granja continúa manteniendo viva la tradición de trabajar el vidrio de forma artesanal. El cariño por el trabajo bien hecho es algo de lo que el maestro soplador Diego Rodríguez puede presumir.
Lo mismo ocurre con la constructora de guitarras Amalia Ramírez, acostumbrada a ver salir el sol y la luna rodeada del olor a cedro, ébano, abeto y palosanto de los instrumentos que crea, en los aledaños de la Puerta del Sol. Tras la nota precisa de un buen guitarrista se esconden incontables horas de trabajo de personas que, como ella, persiguen de forma incansable la perfección.
Nombres como los suyos conforman un reencuentro con el verdadero significado del arte, ese para el que – además de algo innato – se necesita empeño e ilusión. Esa sensación de trabajo bien hecho, de auténtica calidad, es la misma que uno siente al probar una cerveza con matices tostados y de caramelo, refrescante, intensa y deliciosamente adictiva. Fácil de encontrar en cualquier parte, la Alhambra Reserva 1925 está destinada a crear escuela.