
Existen
trabajos monótonos y aburridos que causan rechazo en la mayor parte de la
sociedad. Pintar líneas de carreteras, colocar señalización y clavar balizas de
kilometraje a lo largo de una desierta calzada, cuyo paisaje ardió años atrás, puede ser una de esas desesperantes labores. Y en ese contexto es donde ‘Prince Avalanche’ se desenvuelve y nos
sumerge en el hastío, en medio del Atlántida Film Fest.
trabajos monótonos y aburridos que causan rechazo en la mayor parte de la
sociedad. Pintar líneas de carreteras, colocar señalización y clavar balizas de
kilometraje a lo largo de una desierta calzada, cuyo paisaje ardió años atrás, puede ser una de esas desesperantes labores. Y en ese contexto es donde ‘Prince Avalanche’ se desenvuelve y nos
sumerge en el hastío, en medio del Atlántida Film Fest.
Interpretado por Paul Rudd, Alvin es un
atípico personaje que, al contrario de lo que se podría esperar, adora esa
rutina. Disfrutando de la soledad y la naturaleza, choca con su joven cuñado Lance (Emile Hirsch), con quien comparte la
tediosa tarea en la carretera. Ambos irán avanzando lentamente por el denso
asfalto mientras conviven forzosamente, descubriéndose y conversando sobre la vida moderna.
atípico personaje que, al contrario de lo que se podría esperar, adora esa
rutina. Disfrutando de la soledad y la naturaleza, choca con su joven cuñado Lance (Emile Hirsch), con quien comparte la
tediosa tarea en la carretera. Ambos irán avanzando lentamente por el denso
asfalto mientras conviven forzosamente, descubriéndose y conversando sobre la vida moderna.
Conocido por películas como ‘El Canguro’ o ‘Supersalidos’, David Gordon Green firma este remake de la islandesa ‘Either way’. El director se
pierde en el precioso paisaje y fotografía, que en este caso no aporta demasiado al film. Un guión flojo encabezado por un correcto Paul Rudd
y un nimio Emile Hirsch (que no levanta cabeza desde ‘Into the Wild’), condenan a la cinta al olvido.
pierde en el precioso paisaje y fotografía, que en este caso no aporta demasiado al film. Un guión flojo encabezado por un correcto Paul Rudd
y un nimio Emile Hirsch (que no levanta cabeza desde ‘Into the Wild’), condenan a la cinta al olvido.

Aunque trata temas interesantes
como la soledad y los frutos que se pueden sacar de ella, el discurso se queda en la superficie. Tiene diálogos
ingeniosos cuando los protagonistas gozan de su tiempo de ocio y pierde fuerza cuando
se separan. En sus 90 minutos no ocurre nada hasta el pequeño giro de guión
en su desenlace.
como la soledad y los frutos que se pueden sacar de ella, el discurso se queda en la superficie. Tiene diálogos
ingeniosos cuando los protagonistas gozan de su tiempo de ocio y pierde fuerza cuando
se separan. En sus 90 minutos no ocurre nada hasta el pequeño giro de guión
en su desenlace.
Si
hay algo bueno que suele tener el cine independiente son sus bandas sonoras. En este caso destaca el grupo instrumental Explosions in the sky, que conjugándose perfectamente con la
fotografía ayuda al director a trasladar la historia a un inhóspito paraje, creando desasosiego a la par que una actitud positiva. Una película
condenada a gustar más o menos en función del estado de ánimo con el que se la juzgue.
hay algo bueno que suele tener el cine independiente son sus bandas sonoras. En este caso destaca el grupo instrumental Explosions in the sky, que conjugándose perfectamente con la
fotografía ayuda al director a trasladar la historia a un inhóspito paraje, creando desasosiego a la par que una actitud positiva. Una película
condenada a gustar más o menos en función del estado de ánimo con el que se la juzgue.