EXTRA!
La obra de teatro escrita y dirigida por
Pablo Remón, ‘El tratamiento’, ha vuelto al Teatro Kamikaze tras su reciente éxito de público y
crítica. Hasta el próximo 15 de julio, todos aquellos que se quedaron con ganas de
disfrutar de esta comedia tienen la oportunidad de verla, así como los que
deseen repetir la experiencia. Sin duda, contemplarán una pieza mayúscula, muy cinéfila pero eminentemente teatral, que no les
dejará indiferentes.
‘El tratamiento’ cuenta la historia de Martín, un guionista
que llega a los 40 años sin haber podido desarrollar su gran película,
dedicándose a dar clases de guion a alumnos a los que desprecia y dejando pasar
su vida mientras hace trabajos para la teletienda. La propuesta hace un
recorrido por el pasado, presente y futuro de su vida, todo plagado de
toques de humor y ciertos apuntes románticos. El texto es cuidado y exquisito, y
en boca del magnífico reparto brilla con fuerza.
la aplaudida ‘Bodas de sangre’ de Pablo Messiez, tiene el papel protagonista, y lo
borda. Se mete en la piel de un hombre perdido, todavía con cierta ilusión,
gracioso y patético a partes iguales. Regala momentos memorables. Por su parte, Bárbara Lennie (‘La clausura del amor’) le da la réplica y brilla en los
momentos en los que tanto ella como el resto de personajes describen sus sentimientos y motivaciones.
redundancias y juegos con el espectador en la que Francisco Reyes, Emilio Tomé
y Ana Alonso destacan en tantos momentos que es complicado señalar alguno. El
primero deslumbra con ese diálogo existencial entre el protagonista y un
taxista que le hará descubrir el sentido de su vida. Nos recuerda a ese gran papel de guardia de seguridad que desempeñó recientemente en ‘La autora de las Meninas’. Tomé conquista al espectador en el papel de un alumno demasiado
entusiasta y creativo, y Ana Alonso lo hace como psicóloga.
tratamiento’ un montaje generacional, probablemente con sentido de causa por
parte de su autor. Su estructura en tres partes es sólida y todos los elementos
se complementan en un todo fluido y agradable de contemplar. La escenografía, a
cargo de Mónica Boromello, representa el garaje de la vida del que los
personajes van cogiendo cosas hasta quedar vacío. Y el diseño de luces
de David Benito ayuda a sumergirse en esta narración cambiante y
saltarina.
Remón ha montado una fábula sobre el mundo del cine y el complicado camino que
van transitando todos aquellos que se dedican a esa profesión. Y no sólo eso,
ya que se trata de un análisis vital. La superficialidad del mundo
moderno queda cuestionada, así como el sentido de la existencia, del trabajo y
el análisis del paso del tiempo. Al fin y al cabo, ‘la vida es un momentito’,
como nos recuerdan a lo largo de la representación.