EXTRA!
Gernika es una pequeña población vizcaína mundialmente
conocida por ser víctima de los bombardeos de la aviación alemana e italiana (en
favor del bando franquista) un negro 26 de abril de 1937. También es el motivo
que inspiró uno de los cuadros más famosos del genio malagueño Pablo Picasso. Pero Guernica es más que eso, ya que la conjunción de ambos hechos lo han convertido en un
símbolo universal del terror de la población civil y su dolor en las
guerras, considerándose la obra antibelicista más famosa del siglo XX.
sufrimiento, entre otros tantos, del pueblo sirio recuerda que el mensaje
sigue tan vigente como entonces. También hace 25 años desde que el
mural en blanco y negro del ‘Guernica’ se trasladase al Museo Reina Sofía. Para conmemorar ambos aniversarios, el
centro cultural acoge, hasta el próximo 4 de septiembre, una completa
exhibición con más de 170 obras que intenta trazar el recorrido que llevó al
pintor a crear este icono encargado por el gobierno de la Segunda República Española de cara a la Exposición Internacional de París de 1937.
los temas sí. En
palabras de los comisarios, Timothy J. Clark y Anne M. Wagner, ‘una de las
cosas que queremos es invitar al público a repensar sobre la característica
esencial del arte: confrontar lo peor de la condición humana’. Así, proponen
la teoría de que la toma de conciencia del pintor malagueño que se precisó en ‘Guernica’ fue desarrollándose desde mediados de los años 20
hasta finales de la Segunda Guerra Mundial.
provoca el giro hacia una fase marcada por una mayor violencia es ‘Las tres bailarinas’, una de las piezas favoritas del pintor malagueño, cedida por la
Tate Modern, y uno de los puntos fuertes de la exposición. Además
de las bailarinas, en ella aparece recortada la silueta del pintor y amigo del artista Ramón Pichot, de quien recibe la
noticia de su muerte mientras aún lo estaba pintando, lo que confiere un aire
lúgubre a la obra.
que los que pueda ofrecerme la naturaleza nunca serán tan bellos’, llegó a decir. El mundo era
un cuarto para el artista, el suyo propio, pero como afirmó el filósofo Walter Benjamin, ‘el siglo XIX estaba más ansioso por habitar que ningún otro. El siglo
XX acabó con ello’. Y los monstruos, el terror, la deformidad y la muerte
fueron colándose en el cuarto del pintor malagueño. La presión de estos
demonios acabarán saliendo al exterior durante los años 30 en cuadros como ‘Figuras al borde
del mar’.
donde se muestra de un modo sublime el sufrimiento materno, o en la
lectura feminista que Wagner hace de los dibujos preparatorios del
mural, sino a lo largo de su trayectoria. De nuevo, la exposición deja que Picasso se explique: ‘Como cualquier artista soy, ante todo, pintor de la mujer, y para mí la
mujer es en esencia una máquina de sufrimiento’. De hecho, el pintor tardó en dejar de lado la influencia de su famoso mural, que seguirá presente mucho después en retratos como los de la artista francesa y amante del autor, Dora Maar.
Picasso en esa toma de conciencia antibelicista. Así, el espectador se enfrenta a una exposición que en vez de hacer hincapié en la relevancia de
la obra busca entender con
minuciosidad, solvencia y personalidad la psicología que se esconde tras la
mente que creó uno de los iconos más potentes del siglo pasado.
Independientemente de si uno es apasionado de
Picasso, lo cierto es que se trata de una exhibición sobrecogedora y esencial para
comprender el siglo XX, así como las vanguardias y el impacto que el arte puede generar
en la humanidad. Con la colaboración del Musée National Picasso-Paris, el Reina Sofía acoge una de las citas del año en la capital, que desde su inauguración ha sacudido la conciencia de más de 100.000 visitantes.
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Pablo Picasso: El punto más sublime de lo abstracto.