EXTRA!

Rosana en Madrid



Ocurre esos días en los que uno
necesita espacios que no quiere compartir con nadie. Con la ciudad llena de
gente y la cabeza saturada de pensamientos, hay momentos en los que el
recogimiento y el bendito instante de darle al play y que suenen las primeras
notas de una canción lo llenan todo de luz.
No es necesario hurgar en la herida.
Hay creadores capaces de sanar sin caer una y otra vez en la autocompasión,
como la lesión que cicatriza cuando el agua del mar baña la piel desnuda o la luz del sol provoca una sonrisa que en su propio idioma afirma
que lo mejor está por llegar.


Miles de personas se reunieron el
pasado viernes 16 de febrero en el mítico Palacio de los Deportes (hoy Wizink
Center
) de la capital española para abrir juntos el maletín de emociones que la
cantautora canaria Rosana desplegó en una cita precedida por una gira con un centenar de fechas por América, con paradas en lugares como Washington y Canadá. La
energía y sensibilidad de la artista inundaron el escenario desde el inicio
,
hacia las 21.40 h., a pesar de un incidente con el bajo que no impidió la
interpretación acústica de ‘Lunas rotas’, tema que tituló un trabajo debut que
rozó los dos millones de ventas en el año 1996.

Aún en la penumbra y como prólogo
a una actuación apoteósica, la cantante provocó las primeras lágrimas con ‘Mi
trozo de cielo’
, tema que no iba a estar presente en la velada pero que
apareció para acompañar una petición de mano en uno de los momentos más
románticos de la noche. Cuesta no apoyar la cabeza en el hombro de quien se tiene al lado cuando, 22 años después de editarse, vuelve a sonar
aquello de si tú no estás aquí me sobra el aire
, inicio de un ‘No puedo estar
sin ti’
con el que habrán llorado muchos de los presentes.

Rosana en el Wizink Center

Como ella misma subraya a menudo
en sus entrevistas, el tiempo para la pena tiene que ser el justo para aprender
de las frustraciones y centrarse en el lado hermoso de la vida
, con himnos que
empujan a la fe como ‘Llegaremos a tiempo’ y al amor propio, esencia de una
coreadísima ‘Todo es empezar’. En un ambiente optimista, con las emociones a
flor de piel y un público entregadísimo, fueron sucediéndose los temas de su séptimo
disco, ‘En la memoria de la piel’, publicado el pasado mes de noviembre de 2016
tras una grabación improvisada en el hogar de la artista.

Canciones que sirven de abrazo y consuelan como ‘No olvidarme de olvidar’ y ‘En la memoria de la piel’ integraron la parte más eléctrica de un recital que, a pesar de la
magnitud del recinto, se convirtió en una pequeña sala donde se disfrutó del
formato acústico con el que nació la carrera de Rosana en piezas como la desgarradora ‘Tormenta de arena’, con la que la lanzaroteña demostró
su salud vocal tras más de dos décadas dándole calor a los amantes de sus
composiciones.

La humilde escenografía,
coherente con la cercanía y sencillez de la cantautora, así como un equipo de
músicos de categoría, formaron parte de una noche marcada por las
ganas de superación, con momentos para la celebración como ‘Así son las cosas’,
con su equipo acompañándola al micro, y un cierre en el que se
fusionaron clásicos como ‘El talismán’ y ‘A fuego lento’, con la canaria mezclándose entre un público al que aún le quedaba soltar lastre en ‘Pa
ti no estoy’
y despedirse con el mensaje positivo de ‘Mañana’.
Dejando el escenario al grito de ‘que nada ni nadie os borre la sonrisa’,
Rosana impartió una lección tras otra en un concierto para el recuerdo. Y de
fondo el amor, entendido como ausencia de miedo y única filosofía posible en esta vida.