EXTRA! 



Los secretos del amor sólo están en la mirada. Y así, uno
puede percatarse de cómo aman la vida aquellos que por fin se sienten en paz
consigo mismos, tras tiempos de dudas, incomprensión y miedos.
 
Esa misma sensación es la que siente el espectador que acude a una función de ‘Transrealidades’, el espectáculo dirigido por el dramaturgo argentino Camilo Vásquez, al mirar a los ojos de Ángela Flores, María Alejandra Huertas, Inca Princess y Nayra Sánchez, que durante una hora cuentan cómo fue para ellas nacer en un cuerpo equivocado y luchar por su verdad en un mundo en el que aún abundan los prejuicios.



El montaje intercala proyecciones audiovisuales que muestran
momentos puntuales de la vida de las protagonistas con la narración de multitud
de recuerdos en un ejercicio de sinceridad con el público
y consigo mismas.
A pesar de la nobleza de su intención, falla la ausencia de
un guión que, o bien no se ha considerado necesario, o bien no se ha preparado
lo suficiente.

Mientras que emocionan escenas como el ejercicio de reflexión
de Nayra frente a su diario o la demostración de amor escénico por parte de
Inca, otros momentos como la discusión superficial sobre la importancia del
activismo o la escena final, más cercana a una performance sin sentido que a una
meditación sobre el trabajo, hacen que el montaje pierda el norte, a pesar de
todo lo que se podría exprimir de cuatro mujeres a las que uno querría abrazar
al finalizar la función para que nunca olviden que muchos de nosotros estamos de su
parte sin necesitar explicaciones ni opinar sobre lo que no hemos vivido en
nuestra piel.


Son bellas porque han conseguido sentirse completas en sí
mismas en un mundo en el que perder el tiempo se ha convertido en algo
imperdonable.
Decidieron afrontar un largo camino, enfrentarse a la
contradicción con su sexo biológico y ahora se suben a un escenario en el que
verbalizan – con una claridad sorprendente – la incomodidad de las miradas hirientes de
desconocidos y la satisfacción de encontrar el apoyo donde menos lo esperan.
Que la cultura funcione como motor de cambio siempre es una
buena noticia
. Mientras soñamos con una sociedad más sensibilizada, deseamos que el director se replantee la estructura de un montaje que podría ser mucho
más interesante con el retoque de determinados momentos que debilitan su armonía
y solidez.