EXTRA!

Vivimos
en una sociedad envejecida. Esta es una afirmación que pocos pondríamos en
duda.
La población mayor de 65 años aumenta proporcionalmente año a año. Cada
vez vivimos más y eso nos ha situado en escenarios desconocidos hasta
ahora. Las familias se enfrentan a seres queridos que ven mermadas sus
capacidades físicas y mentales, y pese a la voluntad de todos de cuidar a
aquellos que amamos, las situaciones a menudo se vuelven insostenibles. Los
cuidados pasan de acto de amor a obligación y de ahí a sufrimiento para todas
las partes implicadas. Ante este retrato, ¿es posible una alternativa?



Eso es
lo que se plantea la doctora
Ana Urrutia,
autora de
‘Cuidar. Una revolución en el cuidado de las personas’ (Ariel, 2018). Geriatra de formación y vocación,
Urrutia acumula una dilatada experiencia planeando el cuidado de ancianos en
centros médicos y residenciales.
Según ella misma relata, llegó un punto en el
curso de su carrera en que empezó a mirar con otros ojos una de las prácticas
por entonces más habituales para lidiar con este tipo de pacientes: las
sujeciones. Atados a camas y sillones ‘por su propio bien’.


Fue
entonces cuando comenzó una investigación sobre cómo afrontaban esta realidad
en otros lugares y descubrió que había alternativas. Poco a poco, con pequeños
proyectos muchas veces centrados en un solo paciente, Urrutia fue probando distintos modos de evitar caídas y accidentes sin
recurrir a las indignas cuerdas y arneses. La receta: conocer al paciente, su
biografía, sus preferencias, su rutina… e intentar integrarlo en su día a día
en la residencia.

Cuidados dignos

Sobra
decir que no fue un camino de rosas. La geriatra va desgranando en los
diferentes relatos del libro los obstáculos a sortear. Hacer comprender a los
equipos de profesionales que un cambio en la forma de ver el cuidado es
necesario. Consensuar con las familias hasta dónde se va a llegar y qué se
pretende con estos planes.
Fracasar y persistir con algunos ancianos
especialmente complejos por unos u otros motivos.

Todo
ello sin perder de vista el objetivo fundamental: que no se pierda la dignidad
en la última etapa de la vida. Este es el hilo conductor del trabajo de Urrutia y la idea que impregna su obra,
literaria y profesional. Y eso es lo que intenta trasladar con una maestría
digna de admirar.
Cuidar desde el amor pasa por esforzarse en
preservar su dignidad al máximo. Teniendo esto claro, otra forma de acompañar
la senectud, por difícil que esta sea, es posible.

El
trabajo de Ana Urrutia se centra, fundamentalmente, en entornos residenciales
geriátricos. Sin embargo, la revolución de los cuidados que vive la
sociedad va más allá de estos centros. Sin ir más lejos, en la capital se ha puesto en marcha la
iniciativa ‘Madrid, Ciudad de los Cuidados’ por parte del Gobierno local para intentar que el propio
municipio tenga el cuidado como centro de la vida de sus ciudadanos, creando
programas y espacios que faciliten esta tarea.

Senda de Cuidados

También
más allá de lo institucional, otros grupos como ‘Senda de Cuidados’ luchan porque los cuidados pasen de esa zona
informal e invisible
de nuestra sociedad y que estos trabajadores, la mayoría
mujeres y migrantes, sean reconocidos en todos los aspectos para poner
en valor la importancia que su empeño tiene en nuestra sociedad.

Navegando
más profundo, las iniciativas y grupos en distintos barrios son
incontables. Desde centros sociales como La Tabacalera, La Villana o La Ingobernable se gestan proyectos
para ayudar al cuidado de los más pequeños, dar herramientas a los migrantes o
trabajar con los más ancianos.
Las asociaciones de vecinos, agrupadas
en la Federación Regional de Asociaciones Vecinales de Madrid, siguen una labor desde los años 60 por
dignificar las condiciones en que los ciudadanos pueden trabajar, vivir y ahora también cuidar.

En
definitiva, ‘Cuidar. Una revolución en el cuidado de las personas’ es una ventana
más por la que asomarnos a ese mundo que permanece escondido, acaso
deliberadamente, y que sin embargo impregna, cada vez más, todos y cada uno de los
aspectos de nuestra vida. Un conjunto de relatos sinceros y tiernos pero no por
ello menos duros que pretenden ilustrar que el ‘siempre se ha hecho así’ no es
suficiente
y que ante familiares, compañeros y vecinos que cada vez se
encuentran en situaciones de mayor fragilidad es necesario sobreponerse y
pensar. Pensar para conocer de verdad a esas personas y poder brindarles
aquello que querríamos para nosotros mismos: ser cuidados con dignidad.