EXTRA!
Alfred García en Madrid

La duda es una prueba de fuego a la que todo artista que pasa
por un formato como el de Operación Triunfo se tiene que enfrentar una vez que
se apagan las luces y vuelve a la vida real.
En el caso de aquellos que participaron
en la edición del año 2017, toda una revolución que recuerda al éxito que supuso
aquella generación de 2001 con la que nació el talent, el reto es aún mayor. ¿Porque cómo se regresa a la Tierra
cuando uno llega a casa y se encuentra con cientos de miles de seguidores que
se mueren por hacerse una fotografía contigo, con medios interesados en cada
paso que das y con ese lastre del mundo 2.0 llamado hater, que invade las redes y ataca sin piedad? Pues, probablemente, trabajando y poniendo el foco en lo que
realmente les hizo aguantar horas interminables de castings y la tensión de ponerse a prueba durante tres meses de concurso: la pasión por la música.


Y eso es lo que ha hecho Alfred García, el joven de El Prat
de Llobregat que, a sus 21 años, ha lanzado ‘1016’, un espléndido trabajo compuesto por 16 temas con los que confirma lo que muchos pudieron ver desde la
gala cero del mencionado
concurso: que hay cosas que parecen estar escritas.
Él, que no tuvo reparo en
abrirle su corazón a millones de espectadores en el programa ni en hablar sobre
cuestiones tan necesarias como el feminismo, la acogida de refugiados y la
ansiedad con la que él mismo luchó en directo en más de una ocasión, ahora puede presumir
de protagonizar una gira en la que el anuncio de sold out llegó a las pocas horas de abrir la venta en muchas de las
ciudades por las que pasará en las próximas semanas.

Y así fue como el pasado viernes 1 de marzo nos desplazamos
hasta la céntrica sala Joy Eslava para comprobar la solidez con la que suena en
vivo la propuesta de un chico que pasó de estudiar Comunicación Audiovisual en
Barcelona a convertirse en una de las grandes promesas de la música española,

algo a lo que ayuda su formación en jazz
y música moderna en el prestigioso Taller de Músics de la Ciudad Condal. Con la
experiencia de haber recibido el calor del público madrileño el día anterior,
Alfred salió a escena poco después de las 21.00 h., con su padre Alfredo
grabando todo el recital desde la primera planta, un gesto
que enterneció a los presentes y que habla de la calidad
humana del entorno del cantante.

Alfred García en Joy Eslava

Luces rojas y azules, un gran piano en el centro del
escenario y el tema que da título al álbum sirvieron de apertura a una velada
en la que hubo guiños a algunos de los temas que le acompañaron en televisión,

como ‘Insurrección’ de El último de la fila y ‘Vete de mí’, la
pieza de Virgilio y Homero Expósito popularizada por Caetano Veloso. El tema ‘Que nos sigan las luces’ del talentoso Nil Moliner, con el que García intentó acudir en
solitario a Eurovisión, fue coreado con fuerza por un público entre el que se
encontraban la finalista de Operación Triunfo 2018 Alba Reche, la actriz Itziar
Castro
, y sus compañeros de edición Raoul y Nerea, a la que más tarde dedicó ‘Madrid’, su carta de amor a la capital.

La colaboración de Joe Pérez-Orive a la guitarra en el
momento de interpretar por todo lo alto (hasta sobre el piano) su primer
single, ‘De la Tierra hasta Marte’, no fue la única sorpresa de una noche a la
que se sumó Carlos Sadness en el bonito dúo ‘No cuentes conmigo’. Otro instante para el
recuerdo lo protagonizó su homenaje al portugués Salvador Sobral, con una sentida interpretación de ‘Amar pelos dois’ que quiso culminar sin ayuda de la microfonía ante el
silencio cómplice de todos los asistentes.
En la necesidad de mezclarse con
aquellos que arropan su carrera reside una de las claves que hará de su andadura un éxito seguro. Y es que no fueron pocas las veces que el catalán se mezcló
entre sus fans, a quienes no dudó en mimar con sonrisas, miradas cómplices y
hasta alguna botella de agua.
Se advierte, del mismo modo, su cariño por los
instrumentos y por el trabajo de los músicos que le acompañan. Hubo tiempo para
cambiar la guitarra por el trombón, para emocionar con el piano y hasta para
llenar de confeti una sala absolutamente entregada a un artista que sabe de
sobra a qué profesión se debe en la vida. Puede que los escenarios que llene
ahora dejen en poca cosa a aquellos bares de Palafrugell, Palamós y Castillo de Aro
donde algunos afortunados le vieron dar sus primeros pasos, pero la humildad de aquel adolescente y su respeto por el sector, según nos han contado, sigue siendo la misma que
hoy subyace en el brillo incesante de su mirada. Y eso es lo que de verdad
importa.