EXTRA! 



Historias trágicas de sufridos personajes, melancolía,
añoranza y deseos no cumplidos. El teatro clásico está repleto de amores cuyos
destinos se cruzan para luego separarse por culpa de unas leyes y sociedad que suelen servir de obstáculos a quienes sienten ese verdadero
amor destinado a permanecer oculto
entre
 diferentes clases sociales, enemigos o familias enfrentadas, como en el caso de
la famosa pieza del dramaturgo británico
William Shakespeare, ‘Romeo y Julieta’.

La compañía iberoamericana Máscara Laroye vuelve a versionar el texto clásico bajo la dirección del dramaturgo cubano Giraldo Moisés Cárdenas en el madrileño Teatro Victoria, cada viernes y domingo del mes de octubre. La dramática y pasional historia se fusiona con la danza gracias al trabajo de un joven elenco lleno de vitalidad.
Por todos es conocido que los Montesco y los Capuleto son
dos familias enemistadas que se enfrentan a la fatalidad a través de los
sentimientos que Romeo (Gorka González)
y Julieta (Carmen Giménez) se
demuestran en la nocturnidad de la ciudad italiana de Verona. Enamorados en
secreto y rodeados por el yugo del viejo odio y la violencia de quienes no son
capaces de olvidar el pasado, contraen matrimonio a pesar de las consabidas
consecuencias que, por desgracia, traerán consigo una tremenda fatalidad
desencadenada por las continuas disputas y el tradicionalismo de una
sociedad hermética.
Una hora y media de espectáculo sirve para representar los principales pasajes de una obra en la que el pequeño escenario se
aprovecha lo máximo posible. Algún que otro altibajo en el ritmo hace flaquear la atención del espectador, aunque la combinación del texto clásico y las coreografías diseñadas por Laura Puente otorga una gran frescura y espontaneidad
a una historia tan explotada.
La selección musical cuenta con temas de la banda
sonora de ‘Moulin Rouge’ y hasta composiciones de la reina del R&B, Aaliyah, que aportan dinamismo al montaje.

La delicadeza con la que interpreta Gorka
González a Romeo
contrarresta la vivacidad de una Carmen
Giménez que llena el escenario con su presencia.
Sus estilizados
movimientos y la pasión con la que se rinde ante Julieta le hacen destacar por encima de sus compañeros. La pareja protagoniza un destacable momento en el que, en la intimidad de la noche, se funden tras un casi transparente telón
blanquecino. Desnudos, los intérpretes desatan las
pasiones encendidas de unos jóvenes amantes que logran dejar a un lado las
presiones familiares.
Así mismo, destaca la profesionalidad de Pablo Torello en su intervención como el cómplice de la pareja, Fray Lorenzo.
Por su parte, David Cebolla como Teobaldo y el boticario, y Julián Martínez
en su papel de Mercucio llevan a cabo una actuación intensa, entregada y llena de momentos para el recuerdo. Sobre las tablas, una
iluminación de fuertes contrastes consigue dar
amplitud a un escenario que aprisiona la acción.
La célebre historia de ‘Romeo y Julieta’ regresa con
aires juveniles y renovadores a la escena madrileña con una versión diferente y entretenida que, pese a
ciertos detalles por pulir, logra satisfacer las exigencias de un espectador que agradece los elementos de frescura que sirven para reformular una de las mejores obras de Shakespeare.