EXTRA!



Tal
vez parezca inmoral plantear la idea de la exploración sexual de una joven de
apenas 17 años a través de hombres mayores que ella, pero es
de agradecer que un director ya consagrado como el francés François Ozon
arriesgue en sus trabajos, como ocurre en su última película, ‘Joven y bonita’
,
que se estrena en cines españoles este viernes 7 de marzo.

Isabelle (Marina Vatch) comienza a
sentirse mujer y, gracias a las nuevas tecnologías, acuerda encuentros sexuales
con hombres adultos a cambio de dinero, pese a que su familia es de buena
posición.
A escondidas de sus padres, la joven estudiante acude por las tardes
a hoteles de lujo, bajo el apodo de Lea,
con el fin de emprender un viaje de autodescubrimiento que le ayude a conocerse
mejor a sí misma, asumiendo el peligro de llevar una doble vida que únicamente
ella conoce.
La
modelo y protagonista de la cinta debuta en un papel realmente complicado.
Vatch presenta un
personaje lleno de fragilidad y realismo, aparentemente frío, oscuro, sin
sentimientos, aislado voluntariamente de su familia y hasta del propio espectador, que puede llegar a sentir ese hermetismo de una femme fatale del siglo XXI que en muy pocas ocasiones parece
romperse. Ozon sabe sacar partido de la imagen cándida y pura de la actriz, que mantiene un nivel interpretativo
más que notable tanto en las escenas dramáticas como en las de mayor
sensualidad y ternura.
Su
hermano menor, Víctor (Fantin Ravat), que parece ser el único familiar cercano a ella, siente una curiosidad que le lleva a un vouyerismo
extremo, sobrepasando los límites convencionales entre hermanos. Lástima no poder conocer más
detalles del adolescente, que despierta fácilmente un interés insatisfecho.


El
director no parece querer profundizar en el resto de personajes, que pasan de
forma errante por la vida de Isabelle.

Géraldine Pailhas (Sylvie, la madre) y Frédéric Pierrot (Patrick, su padrastro) pasan
prácticamente desapercibidos frente a la aparición sublime de
Charlotte
Rampling
en el papel de Alice, la esposa de uno de los amantes de Lea.

La
evolución de sus vidas se divide en cuatro actos, representando las
estaciones del año mediante la introducción de canciones de la cantautora francesa Françoise Hardy.
La protagonista, que parte
del descubrimiento de su sexualidad, experimenta con su propio deseo, coqueteando
con lo prohibido y evolucionando hacia la ruptura del mundo paralelo que ha creado hasta desembocar en el nacimiento de una mujer con inquietudes.
Resulta
inevitable comparar este trabajo con ‘Bella de día’, del director español Luis Buñuel, cuya sombra no desmerece esta actualización vista a través de las
nuevas tecnologías. Además, Ozon aporta cierto humor negro
que hace más distendido un drama puramente narrativo y sin moralejas de por
medio que deja en manos del espectador las conclusiones.
A
pesar de que el guión lleva el mayor peso, técnicamente resulta una cinta sencilla,
con planos elegantes, igual de delicados que la propia protagonista y con una
carga erótica bien trabajada.
Si a ello sumamos el trabajo del
compositor francés Philippe Rombi,
el resultado es una obra con peso en la filmografía del autor.

De forma inteligente,
sin críticas y puramente reflexiva, 
François
Ozon
nos trae en esta ocasión la exploración sexual de una adolescente que
rompe con las normas sociales establecidas.
Puede que no sea la película del año, pero cruza ciertos límites que muchos tratan de evitar.