EXTRA!



Intrépida, hilarante, eléctrica, embaucadora, pero, sobre todo, excesiva en todos los sentidos. Así es el nuevo trabajo del
famoso director estadounidense Martin Scorsese, ‘El lobo de Wall Street’, que
llega a los cines españoles rodeado de una especial controversia.
Y es que si ya de
por sí la cinta, nominada a cinco Oscar – incluyendo mejor película y dirección -, iba a adquirir renombre, su historia repleta
de exuberancias y la polémica suscitada por las
desavenencias entre Universal Pictures en España, Cinesa y Kinépolis hará que su popularidad alcance niveles insospechados.
Calificativos
como machista, irreal, predecible o demasiado extensa (179 minutos) retumban
aumentando aún más su fama, pero lo que es más importante, a nadie deja
indiferente.
Su protagonista, Jordan
Belfort
(Leonardo DiCaprio) es
un broker que se abre paso en Wall Street, sin apenas conciencia,
creando un negocio multimillonario de fraudes con su compañero Donnie (Jonah Hill). Debido a su
adicción a las drogas, el sexo y, sobre todo, el dinero, su vida se convierte
en una locura desenfrenada llena de adrenalina y excentricidades. Por supuesto,
si su ascenso en el mundo de la especulación es extraordinario, su caída no iba
a ser para menos.
La cinta se basa en las memorias del ex-corredor de bolsa Jordan Belfort, quien se enriqueció de
forma ilegal durante la década de los 80.
En los primeros minutos del largometraje, DiCaprio
nos presenta a un personaje humilde, con ambiciones propias de un joven
predispuesto a aprender del mundo de los negocios y la Bolsa, con valores
morales, pero fascinado por el comportamiento de sus compañeros brokers.
Poco después, ese Belfort desaparece y su extremada
avaricia le transforma en alguien totalmente distinto. Ególatra y sin
escrúpulos se rinde a la codicia, dejando atrás todos los obstáculos que le
impiden alcanzar la cumbre del famoso sueño americano. Y es que a él no le
importa el dinero para adquirir bienes materiales, él necesita poseerlo, algo que le hace sentirse poderoso y que implica que pueda hacer lo que le dé la gana
en cualquier momento.
Aún más increíble resulta que, a pesar de ser alguien
horrible, el público no puede evitar meterse en su piel y disfrutar con cada uno de
sus desmadres.
Han
tenido que pasar varios años para que el actor californiano pudiera tener entre
sus manos este proyecto
, pero todo su esfuerzo, junto al trabajo espectacular
del director, se está viendo recompensado con su triunfo en los Globos de Oro y las cinco nominaciones a las que opta en los Oscar.

Con una interpretación impecable, DiCaprio
no deja indiferente al espectador, siendo una de las mejores actuaciones
en su trayectoria y, sin duda, convirtiéndose en uno de los actores más
destacados de nuestro tiempo.
Es totalmente justificable que Scorsese haya trabajado con él en cinco ocasiones, siendo considerado su actor
fetiche, como en su día ocurrió con Robert de Niro.
En
cuanto al resto del reparto, decir que muchos resultan inolvidables, con unos secundarios que
están sobradamente a la altura. Entre ellos, Jonah
Hill, compinche de batallas del protagonista y con quien forma un dúo con química sublime, comportándose con superioridad frente a los demás y
protagonizando escenas de comicidad muy auténticas.
Destaca también la actuación de Matthew McConaughey,
cuya aparición como Mark Hana se reduce a pocos minutos al principio de la cinta, calando hondo en Befort a través de consejos como lo
indispensable que resulta drogarse o masturbarse un par de veces al día para
tener éxito en el mundo financiero. 
Scorsese parece no querer involucrarse en críticas con este guión, dejando en las manos del propio espectador el juicio ante tan surrealista historia. Con
un tono de sátira brillantemente afilado, cada diálogo parece estar
por encima de todo, llegando a ser endiabladamente desvergonzado por momentos,
lo que sorprenderá a más de uno.
La
voz en off del protagonista facilita el hilo de la trama, ya que tres horas pueden llegar a hacerse pesadas para los asistentes. No obstante, la intrepidez y el aire provocador de su metraje, además de los
constantes guiños de complicidad con los presentes, no dejan respiro
y
agilizan, incluso, la parte más dramática.

Con
los toques típicos del director, que siempre suele filmar con una elegancia
muy característica, su fotografía resulta deslumbrante y refinada, muy acorde
con la opulencia y las excentricidades de la historia, y ambientada en aquellos años 80
del mundo de las finanzas norteamericano. Todo ello acompañado por una banda
sonora cargada de temas más que conocidos por el público como el ‘Insane in the brain’ de Cypress Hill, ‘Baby got back’ de Sir
Mix-a-Lot,
 ‘Everlong’ de Foo Fighters o el ‘Gloria’ de Umberto Tozzi,
que protagoniza una de las escenas más brillantes del filme a nivel técnico.
Muy
atentos al estupendo cameo que realiza el verdadero Jordan Belfort al final de la película, al igual que la secuencia
completa en la que Belfort y Dennie deciden probar unas pastillas caducadas.
Resulta desternillante y sublime la actuación de DiCaprio
Gamberra,
disparatada y alocada, ‘El lobo de Wall
Street’
 entrega al público el lado más salvaje y osado de un director que parece hastiado del
mundo que nos rodea. Una fantástica
radiografía de la ambición y el poder en la que los lobos persiguen a los
corderos por una alta comisión.