EXTRA!
La juventud como paraíso perdido. Las noches de verano como
mayor nostalgia. Ni ahora, ni ayer, ni luego: justo en aquel instante. Jóvenes
con nombres y apellidos a los que no era la edad sino la actitud lo que les
hacía estar más vivos que nunca, alejados de la pasividad y lamentación que hoy
gobiernan rutinas interminables que les vuelven viejos. Tras el inmenso éxito
de ‘El Intérprete’, Factoría Madre Constriktor presenta ‘Siempre me resistí a que terminara el verano’, una pieza escrita por uno de los más sólidos
creadores del nuevo teatro argentino, Lautaro Perotti, que cruza el océano hasta llegar al Teatro Marquina, donde estará hasta el domingo 13 de diciembre con
una historia en la que el reencuentro se convierte en la única vía para caminar
hacia delante.
Tres amigos se vuelven a ver, después de muchos años, en el
pueblo donde crecieron juntos. Raúl, un escritor que permanece de hielo ante la
muerte de su madre, llega junto al fiel Andrés a aquel lugar que José Antonio
nunca abandonó. El burdel regentado por Isabel, la madame que les descubrió lo
que era el sexo, sigue donde siempre. Un joven inocente llamado Diego completa el
grupo de personajes que integra una producción en la que una visita repentina
se extiende hasta que los protagonistas se cuestionen sus caminos.
mayor nostalgia. Ni ahora, ni ayer, ni luego: justo en aquel instante. Jóvenes
con nombres y apellidos a los que no era la edad sino la actitud lo que les
hacía estar más vivos que nunca, alejados de la pasividad y lamentación que hoy
gobiernan rutinas interminables que les vuelven viejos. Tras el inmenso éxito
de ‘El Intérprete’, Factoría Madre Constriktor presenta ‘Siempre me resistí a que terminara el verano’, una pieza escrita por uno de los más sólidos
creadores del nuevo teatro argentino, Lautaro Perotti, que cruza el océano hasta llegar al Teatro Marquina, donde estará hasta el domingo 13 de diciembre con
una historia en la que el reencuentro se convierte en la única vía para caminar
hacia delante.
Tres amigos se vuelven a ver, después de muchos años, en el
pueblo donde crecieron juntos. Raúl, un escritor que permanece de hielo ante la
muerte de su madre, llega junto al fiel Andrés a aquel lugar que José Antonio
nunca abandonó. El burdel regentado por Isabel, la madame que les descubrió lo
que era el sexo, sigue donde siempre. Un joven inocente llamado Diego completa el
grupo de personajes que integra una producción en la que una visita repentina
se extiende hasta que los protagonistas se cuestionen sus caminos.
Pablo Rivero, Andrés Gertrúdix, Estefanía de los
Santos, Unax Ugalde y Santi Marín se encargan de interpretar unos papeles dramáticos
en los que la soledad, los bloqueos emocionales y los reproches sobrevuelan el
patio de butacas frente a un público que asiste a los ajustes de cuentas de
tres hombres a los que sólo les une el pasado y una prostituta que se lamenta a
solas de cómo el tiempo arrasó su belleza consigo. ‘Y ahora
aquí estamos. Tratando de encajar en esta nueva ropa que nunca me gustó. Aquí
me tienes Caimán, vestida de vieja. ¿Por qué necesito tanto maquillaje?’, se
lamenta Isabel.
Le sobran unos cuantos
minutos de duración a un espectáculo con el que Unax Ugalde debuta sobre las
tablas en una actuación brillante como un dulce José Antonio al que
ver a su familia feliz mientras golpea el balón le es suficiente para sentirse
realizado. Cuesta más creerse a Pablo Rivero como Andrés, quizá por lo asociada que tenemos su imagen a la del
hermano mayor de la televisiva familia Alcántara. Sea como fuere, a las órdenes de Tomaz Pandur y Daniel Veronese le vimos desenvolverse mejor.
minutos de duración a un espectáculo con el que Unax Ugalde debuta sobre las
tablas en una actuación brillante como un dulce José Antonio al que
ver a su familia feliz mientras golpea el balón le es suficiente para sentirse
realizado. Cuesta más creerse a Pablo Rivero como Andrés, quizá por lo asociada que tenemos su imagen a la del
hermano mayor de la televisiva familia Alcántara. Sea como fuere, a las órdenes de Tomaz Pandur y Daniel Veronese le vimos desenvolverse mejor.
Andrés Gertrúdix
interpreta a un desorientado Raúl que, junto a Estefanía de los Santos,
sostiene el peso dramático de un montaje que a pesar de su emotividad no llega
a emocionar como su autor querría. La única actriz de la pieza vuelve a dejar
claro, como ya hiciera en ‘Las plantas’ de Pablo Messiez, que le sobra talento
y fuerza escénica, entregando siempre personajes llenos de naturalidad y
emociones.
interpreta a un desorientado Raúl que, junto a Estefanía de los Santos,
sostiene el peso dramático de un montaje que a pesar de su emotividad no llega
a emocionar como su autor querría. La única actriz de la pieza vuelve a dejar
claro, como ya hiciera en ‘Las plantas’ de Pablo Messiez, que le sobra talento
y fuerza escénica, entregando siempre personajes llenos de naturalidad y
emociones.
El trabajo de Santi Marín
como Diego dota de cierto humor al montaje, sacando carcajadas con anécdotas
funerarias y dibujando sonrisas tristes cuando echa el freno al deseo de Isabel
en el burdel donde antaño nadie se le resistía. Es indudable el elenco de
primera que configura la obra producida por Asier Etxeandia, aunque también sea cierto que no hay desenlace como tal, cerrándose la trama de forma abrupta.
como Diego dota de cierto humor al montaje, sacando carcajadas con anécdotas
funerarias y dibujando sonrisas tristes cuando echa el freno al deseo de Isabel
en el burdel donde antaño nadie se le resistía. Es indudable el elenco de
primera que configura la obra producida por Asier Etxeandia, aunque también sea cierto que no hay desenlace como tal, cerrándose la trama de forma abrupta.
La sobria escenografía e
iluminación encajan con el tono de un espectáculo – que pronto saldrá de gira por toda España – al que el sonido de
la lluvia acompaña de forma intermitente. El escenario se convierte en el mítico Caimán, donde se acaban revelando secretos y recuerdos que ninguno de los
antiguos amigos olvidó. El bellísimo tema compuesto para la ocasión
por Asier Etxeandia, Tao Gutiérrez y Enrico Barbaro ‘Su forma de andar’ suena
cuando culmina un montaje que entretiene pero no deja huella.
iluminación encajan con el tono de un espectáculo – que pronto saldrá de gira por toda España – al que el sonido de
la lluvia acompaña de forma intermitente. El escenario se convierte en el mítico Caimán, donde se acaban revelando secretos y recuerdos que ninguno de los
antiguos amigos olvidó. El bellísimo tema compuesto para la ocasión
por Asier Etxeandia, Tao Gutiérrez y Enrico Barbaro ‘Su forma de andar’ suena
cuando culmina un montaje que entretiene pero no deja huella.