EXTRA!

Lo difícil en esta
exposición es no salir herido. La sala Goya del Círculo de Bellas Artes de
Madrid acoge hasta el domingo 13 de octubre (de lunes a domingos de 11.00 a
21.00 h.; 3 euros la entrada, gratis con Carné Joven) más de un centenar de
imágenes que reúnen el mejor fotoperiodismo del mundo, algo de lo que
presume el mayor concurso anual de fotografía de prensa, el World Press Photo. Por
cuarto año consecutivo, las obras seleccionadas en el prestigioso concurso
pasan por la capital española.
La miseria de Siria, la
desesperación de Gaza y la elegancia de los Juegos Olímpicos de Londres
comparten espacio en una muestra en la que el espectador se puede acercar a los
hechos más impactantes del pasado 2012. Cada fotografía se acompaña de una oportuna
explicación con la que el público puede acercarse tanto al contexto de la
imagen como a la historia personal que esconde la imagen fija. Para los que
tengan mejor nivel de inglés que la alcaldesa, la muestra se complementa con
una aplicación de smartphone que
sirve de clásica audioguía.
desesperación de Gaza y la elegancia de los Juegos Olímpicos de Londres
comparten espacio en una muestra en la que el espectador se puede acercar a los
hechos más impactantes del pasado 2012. Cada fotografía se acompaña de una oportuna
explicación con la que el público puede acercarse tanto al contexto de la
imagen como a la historia personal que esconde la imagen fija. Para los que
tengan mejor nivel de inglés que la alcaldesa, la muestra se complementa con
una aplicación de smartphone que
sirve de clásica audioguía.
La fotografía ganadora
de la última edición, del reportero sueco Paul Hansen, golpea con dureza al
espectador desde que atraviesa la gran cámara Canon que da la bienvenida a la
muestra. Dos niños muertos tras un bombardeo israelí, con el rostro
descubierto, llevados en brazos por sus tíos hasta la mezquita donde se
celebrará el funeral. Algunos pasan de largo. Otros se quedan en silencio
durante minutos con gesto de horror e incomprensión. Por suerte, los impactos constantes
de muertes, desgracias y sangre que llegan a través de la televisión y redes
sociales no nos han anestesiado y seguimos sufriendo ante el dolor ajeno.

de la última edición, del reportero sueco Paul Hansen, golpea con dureza al
espectador desde que atraviesa la gran cámara Canon que da la bienvenida a la
muestra. Dos niños muertos tras un bombardeo israelí, con el rostro
descubierto, llevados en brazos por sus tíos hasta la mezquita donde se
celebrará el funeral. Algunos pasan de largo. Otros se quedan en silencio
durante minutos con gesto de horror e incomprensión. Por suerte, los impactos constantes
de muertes, desgracias y sangre que llegan a través de la televisión y redes
sociales no nos han anestesiado y seguimos sufriendo ante el dolor ajeno.

Se siente la angustia
de la madre que pide a un dios más esquivo que nunca que le devuelva al hijo
que le han matado; se recuerda la vulnerabilidad de la vida ante el reflejo del
cuerpo del anciano que no reconoce a la mujer que le ayuda en la batalla
perdida contra un alzheimer galopante;
se respira con dificultad ante el vestido raído de la mujer nigeriana que
llegó engañada a Roma hasta convertirse en una puta más de las afueras, presa
de la lacra de la trata de personas.
de la madre que pide a un dios más esquivo que nunca que le devuelva al hijo
que le han matado; se recuerda la vulnerabilidad de la vida ante el reflejo del
cuerpo del anciano que no reconoce a la mujer que le ayuda en la batalla
perdida contra un alzheimer galopante;
se respira con dificultad ante el vestido raído de la mujer nigeriana que
llegó engañada a Roma hasta convertirse en una puta más de las afueras, presa
de la lacra de la trata de personas.
La crudeza nos da un
respiro a ratos, cuando llegan los retratos, la belleza animal y el deporte.
Oxígeno necesario, desde luego, en una vuelta al mundo llevada a cabo en una
exposición en la que lo extraño es no bajar la mirada a cada paso. Un
importante reconocimiento a los profesionales de todo el mundo que, con su
trabajo, nos acercan la realidad más pura, sin filtros, conformando una memoria
colectiva que debe ser visible. No hay que perdérsela.
respiro a ratos, cuando llegan los retratos, la belleza animal y el deporte.
Oxígeno necesario, desde luego, en una vuelta al mundo llevada a cabo en una
exposición en la que lo extraño es no bajar la mirada a cada paso. Un
importante reconocimiento a los profesionales de todo el mundo que, con su
trabajo, nos acercan la realidad más pura, sin filtros, conformando una memoria
colectiva que debe ser visible. No hay que perdérsela.