EXTRA!

Considerado como
uno de los grandes artistas del cine asiático moderno, el director hongkonense
Wong Kar-Wai regresa a la gran pantalla con su último trabajo, ‘The Grandmaster’, tras seis largos años de
espera. Una macroproducción que se apoya en las hazañas del legandario
maestro de Wing Chun, Ip Man (Yip Kai Man, interpretado
por Tony Leung),
quien, en su día, fue el mentor del famoso actor Bruce Lee y, lo que es más importante, el hombre que ayudó a la
difusión de las artes marciales a nivel internacional.
Con
su particular estilo visual, el autor se ha centrado, en especial, en la
historia de los maestros de Kung-fu que coincidieron con Ip Man a nivel histórico. No estamos ante el típico cine de artes
marciales, en donde la idea principal gira en torno a la venganza o la ley del
más fuerte; ni ante un biopic
tradicional, sino más bien frente a un drama que comienza su andadura en la China de
1936, en la ciudad de Foshan.
El
gran maestro Baosen (Gong Yutian, interpretado por Wang Qingxiang), presidente de la Orden
de las Artes Marciales Chinas, trata de buscar un sucesor digno. Junto a su
hija, Gong Er (Ziyi Zhang), especialista en Ba Gua y la única que conoce la
figura mortal de las 64 manos, acude a la fiesta de despedida del mismo, en donde
el protagonista tendrá que mostrar sus habilidades ante el resto de expertos. El
asesinato de Baosen y la ocupación
japonesa durante siete años, en los que el país quedará sumido en la miseria, hacen
que Ip tenga que sacrificar su
acomodada vida.
su particular estilo visual, el autor se ha centrado, en especial, en la
historia de los maestros de Kung-fu que coincidieron con Ip Man a nivel histórico. No estamos ante el típico cine de artes
marciales, en donde la idea principal gira en torno a la venganza o la ley del
más fuerte; ni ante un biopic
tradicional, sino más bien frente a un drama que comienza su andadura en la China de
1936, en la ciudad de Foshan.
El
gran maestro Baosen (Gong Yutian, interpretado por Wang Qingxiang), presidente de la Orden
de las Artes Marciales Chinas, trata de buscar un sucesor digno. Junto a su
hija, Gong Er (Ziyi Zhang), especialista en Ba Gua y la única que conoce la
figura mortal de las 64 manos, acude a la fiesta de despedida del mismo, en donde
el protagonista tendrá que mostrar sus habilidades ante el resto de expertos. El
asesinato de Baosen y la ocupación
japonesa durante siete años, en los que el país quedará sumido en la miseria, hacen
que Ip tenga que sacrificar su
acomodada vida.
Como
viene siendo habitual en la filmografía del artista, Kar-Wai muestra una mirada intimista y poética sobre cada uno de
los personajes principales, quienes son sumamente comedidos a la hora de
mostrar emociones. Así pues, la trama
romántica entre el protagonista y Gong Er, en la que se observa el lado más
humano de ambos, está repleta de miradas de deseo y admiración contenidas,
suspiros que dejan a flor de piel las decepciones y silencios que parecen eternos.
Su conexión, siempre entre sombras, parte de la admiración que sienten mutuamente,
creando momentos de intimidad y complicidad entre los dos. La melancolía y la
compasión se ven envueltas en sorprendentes escenas marciales cargadas de
notable sensualidad.

viene siendo habitual en la filmografía del artista, Kar-Wai muestra una mirada intimista y poética sobre cada uno de
los personajes principales, quienes son sumamente comedidos a la hora de
mostrar emociones. Así pues, la trama
romántica entre el protagonista y Gong Er, en la que se observa el lado más
humano de ambos, está repleta de miradas de deseo y admiración contenidas,
suspiros que dejan a flor de piel las decepciones y silencios que parecen eternos.
Su conexión, siempre entre sombras, parte de la admiración que sienten mutuamente,
creando momentos de intimidad y complicidad entre los dos. La melancolía y la
compasión se ven envueltas en sorprendentes escenas marciales cargadas de
notable sensualidad.

Tony Leung brilla con luz propia durante todo el largometraje, mostrando una
mayor profundidad en cada uno de sus gestos, que, aunque escasos, retratan a un
hombre serio, entregado a su modo de vida. Su compañera de
reparto, Ziyi Zhang, deja en la retina
momentos de gran intensidad al verse embargada por la muerte de su padre y arrastrada
por la tortura de la venganza.
mayor profundidad en cada uno de sus gestos, que, aunque escasos, retratan a un
hombre serio, entregado a su modo de vida. Su compañera de
reparto, Ziyi Zhang, deja en la retina
momentos de gran intensidad al verse embargada por la muerte de su padre y arrastrada
por la tortura de la venganza.
Cabe
mencionar que Chang Chen, otro de
los actores fetiche del director asiático, también forma parte del elenco. Su personaje, ‘El navaja’, pasa
totalmente desapercibido al mantenerse al margen de la trama
principal. A pesar de ello, sus escasas intervenciones resultan realmente sólidas gracias al duro entrenamiento al que se sometió para llegar a
dominar la disciplina ‘baji’, labor
que también le otorgó el primer premio en el campeonato nacional chino de este
estilo en 2012.
mencionar que Chang Chen, otro de
los actores fetiche del director asiático, también forma parte del elenco. Su personaje, ‘El navaja’, pasa
totalmente desapercibido al mantenerse al margen de la trama
principal. A pesar de ello, sus escasas intervenciones resultan realmente sólidas gracias al duro entrenamiento al que se sometió para llegar a
dominar la disciplina ‘baji’, labor
que también le otorgó el primer premio en el campeonato nacional chino de este
estilo en 2012.
La cantidad de acontecimientos que tienen lugar en la narración desbordan la propia historia de la cinta, al
igual que les ocurrió a sus antecesoras, Wilson
Yip y Herman Yau, quienes
también crearon biopics basados en la
vida de Ip Man. Las elipsis y los
constantes pero forzosos textos explicativos dan un toque disperso al drama que impiden que el espectador consiga conectar e, incluso, que se sienta confuso en determinados momentos. Y es que Wong Kar-Wai parece haber
volcado todo su esfuerzo en la estética visual del proyecto, siendo
imposible obviar que esta destreza sea su sello de identidad.
El autor saca el máximo partido a cada una de las escenas, destacando los pequeños detalles. La cámara lenta y los largos travellings están presentes de forma constante, aportando mayor dramatismo al ambiente. Es innegable su gran belleza, tan cuidada y milimétricamente estudiada que roza la perfección. Todo ello adornado por decorados elegantes pero decadentes, propios de la China de los años 40, y de localizaciones majestuosas como los paisajes nevados del noroeste del país.

igual que les ocurrió a sus antecesoras, Wilson
Yip y Herman Yau, quienes
también crearon biopics basados en la
vida de Ip Man. Las elipsis y los
constantes pero forzosos textos explicativos dan un toque disperso al drama que impiden que el espectador consiga conectar e, incluso, que se sienta confuso en determinados momentos. Y es que Wong Kar-Wai parece haber
volcado todo su esfuerzo en la estética visual del proyecto, siendo
imposible obviar que esta destreza sea su sello de identidad.
El autor saca el máximo partido a cada una de las escenas, destacando los pequeños detalles. La cámara lenta y los largos travellings están presentes de forma constante, aportando mayor dramatismo al ambiente. Es innegable su gran belleza, tan cuidada y milimétricamente estudiada que roza la perfección. Todo ello adornado por decorados elegantes pero decadentes, propios de la China de los años 40, y de localizaciones majestuosas como los paisajes nevados del noroeste del país.

Con
respecto a las escenas de lucha, los
combates resultan verdaderamente espectaculares e hipnóticos, aunque en
algunos casos la acción no se pueda visualizar bien debido a los planos tan
cortos que realiza el director, en los que se muestran al detalle los gestos de
los luchadores. En este caso, Yuen Wo
Ping es el coreógrafo de las mismas, quien dejó huella en películas de
la talla de ‘Matrix’, ‘Kill Bill’ y ‘Tigre y Dragón’.
respecto a las escenas de lucha, los
combates resultan verdaderamente espectaculares e hipnóticos, aunque en
algunos casos la acción no se pueda visualizar bien debido a los planos tan
cortos que realiza el director, en los que se muestran al detalle los gestos de
los luchadores. En este caso, Yuen Wo
Ping es el coreógrafo de las mismas, quien dejó huella en películas de
la talla de ‘Matrix’, ‘Kill Bill’ y ‘Tigre y Dragón’.
Resulta destacable la música que acompaña al largometraje, que corre a cargo
del compositor japonés Shigeru Umebayashi, conocido por ser un gran estudioso de la música hongkonesa de
los años 20 y 30. Un artista de confianza para el autor, al igual que
para otros famosos directores asiáticos, como Zhan Yimou.
Por último y como consejo, mejor no moverse del asiento cuando aparezcan los créditos. El director guarda, como sorpresa, algunas escenas de acción totalmente contemplativas para el disfrute de los aficionados al cine de artes marciales. Quizá no sea uno de los
mejores trabajos de Wong Kar-Wai, pero es indiscutible que ‘The Grandmaster’ es
un hermoso y potente poema visual que enamora.
del compositor japonés Shigeru Umebayashi, conocido por ser un gran estudioso de la música hongkonesa de
los años 20 y 30. Un artista de confianza para el autor, al igual que
para otros famosos directores asiáticos, como Zhan Yimou.
Por último y como consejo, mejor no moverse del asiento cuando aparezcan los créditos. El director guarda, como sorpresa, algunas escenas de acción totalmente contemplativas para el disfrute de los aficionados al cine de artes marciales. Quizá no sea uno de los
mejores trabajos de Wong Kar-Wai, pero es indiscutible que ‘The Grandmaster’ es
un hermoso y potente poema visual que enamora.