Las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial son global y atemporalmente conocidas. La dureza del
régimen dictatorial del Tercer Reich y el calibre de las masacres siguen
provocando escalofríos y dudas sobre el alcance de la maldad
humana.
Sin embargo, y como ingrediente esencial de estudio, está la sociedad,
a la que puede llegar a convencerse de que un régimen autoritario y antisemita
puede suponer el bien absoluto.


El documental ‘Forbidden Films’, dirigido por el actor, guionista y documentalista alemán Felix Moeller, parte de esta
premisa centrando su atención en mostrar cómo Alemania manipulaba a la sociedad
para transmitirle los valores que fomentaba el nazismo.
Una de las formas más fáciles de
llegar al pueblo era produciendo y distribuyendo producciones cinematográficas
que de una manera ágil y divertida lograran captar el interés del espectador.

Este tipo de películas
hizo que la audiencia superara con creces a cualquier título que actualmente podamos
considerar taquillero 
(‘Titanic’ o Avatar’ anotan cifras ridículas en comparación con el éxito de ‘Jew Suss’). El ministro para la Ilustración Pública y
Propaganda de la Alemania nazi, 
Joseph Goebbels, identificó el cine como el medio más potente de difusión y lo utilizó para llegar a través del ocio a la mayor cantidad
posible de público.

El documental recopila fragmentos
de filmes de propaganda de entreguerras, recogiendo estereotipos y revelando cómo se ensalza la raza aria y ridiculiza a polacos, ingleses y
judíos. ‘Heinker’, ‘The homecoming’ o ‘Jew Suss’ son sólo algunos ejemplos. Recreándose
en violentas escenas de violaciones y asesinatos, el cine lograba inocular el pensamiento del nazismo, convirtiendo al pueblo en marionetas a las que manejar a su antojo.


El ensayo forja un
recorrido por directores y actores caracterizados por protagonizar este tipo de
producciones, mostrando la obra de Karl Ritter y Hans Heistenhoff en calidad de
realizadores, o Emil Jannings y Heinrich George como estrellas de la pantalla.
Se analizan, por otra parte, las incógnitas de lo que podría mover a los artistas a formar parte
de semejantes obras.

El rompecabezas más
interesante de la cinta, y en base a la cual se estructura todo el guión, es
qué se debería hacer con esas películas que con el paso del tiempo se han etiquetado como prohibidas. El planteamiento de la posible manipulación de su contenido se interpreta como una censura a la que el espectador no merece estar
expuesto.

De esta forma, las
diferentes personalidades entrevistadas defienden el visionado de
las cintas para que los espectadores puedan labrarse su propia opinión acerca
del contenido filmado. Con la conclusión de que estas piezas de propaganda son
auténticas joyas cinematográficas con mensajes espeluznantes, el documental
conjuga una visión sobrecogedora de la influencia del séptimo arte sobre las
masas.
 
7,5/10.