EXTRA!
La exposición ‘El pintor de canciones’, que puede verse en
el Teatro Fernán Gómez de la capital hasta el próximo 11 de noviembre, expone la relación entre canto,
cultura popular, arte y política durante los tiempos del franquismo, indagando en cómo la música ha sido el reflejo
de la evolución de la sociedad y una herramienta de protesta y
militancia, a la par que el foco de atención para las autoridades censoras.
Comisariada por Javier Panera, la cita recoge materiales fechados desde 1948 a 1978, mostrando no sólo la evolución de
las artes en España, sino también de las costumbres, gustos y aspiraciones. Este progreso no siempre ha sido lineal. Una muestra de ello es la primera
parte del recorrido, que bajo el título ‘Una oda a Louis Armstrong y un blues
para Joán Miró. Vanguardia artística y jazz durante el franquismo y la guerra
fría’ deja constancia de un pasado y un interés por el jazz que no se ha vuelto a recuperar. Vilipendiado ya en una época en la que el bando
republicano la veía como una música burguesa y los golpistas la
menospreciaban por ser primitiva y de negros, el inicio del paseo expositivo atestigua
con todo tipo de materiales (carteles, discos, recortes de prensa, vídeos…) la
reactivación del Hot Club en Barcelona, los artistas internacionales que por
allí pasaron y el fervor que el género despertaba en muchos intelectuales.
las artes en España, sino también de las costumbres, gustos y aspiraciones. Este progreso no siempre ha sido lineal. Una muestra de ello es la primera
parte del recorrido, que bajo el título ‘Una oda a Louis Armstrong y un blues
para Joán Miró. Vanguardia artística y jazz durante el franquismo y la guerra
fría’ deja constancia de un pasado y un interés por el jazz que no se ha vuelto a recuperar. Vilipendiado ya en una época en la que el bando
republicano la veía como una música burguesa y los golpistas la
menospreciaban por ser primitiva y de negros, el inicio del paseo expositivo atestigua
con todo tipo de materiales (carteles, discos, recortes de prensa, vídeos…) la
reactivación del Hot Club en Barcelona, los artistas internacionales que por
allí pasaron y el fervor que el género despertaba en muchos intelectuales.
La siguiente sección es ‘Canciones para después de una
guerra’, que contrapone la música tradicional popular promocionada por el
régimen dictatorial con posibles significados contrarios a la propaganda
estatal. Aquí se puede ver la película de Basilio Martín Patino con el mismo nombre
y objetivo, o los cómics de Nazario que resemantizaban
coplas como ‘Tatuaje’ y ‘Ojos verdes’.
guerra’, que contrapone la música tradicional popular promocionada por el
régimen dictatorial con posibles significados contrarios a la propaganda
estatal. Aquí se puede ver la película de Basilio Martín Patino con el mismo nombre
y objetivo, o los cómics de Nazario que resemantizaban
coplas como ‘Tatuaje’ y ‘Ojos verdes’.
Le siguen ‘En plena calle y a sólo cien metros de la
Cibeles. Las matinales del Price’, sobre los festivales de música moderna que
se celebraron en el año 1964, suponiendo una de las primeras experiencias artísticas colectivas en Madrid; ‘Cuando España hizo ¡Pop!’, con un recorrido sobre la
influencia de la cultura pop en el resto de artes; ‘El pop en el campo de
batalla. Arte y canción como formas de resistencia’, que indaga en cómo de
manera sutil algunas manifestaciones de la cultura de masas aparentemente
inocentes iban inoculando ciertas ideas, mensajes o artistas perseguidos por la
dictadura, y ‘Esta guitarra es una máquina de matar fascistas. Violencia
política y activismo artístico’, una de las partes más interesantes, con
muestras sobre el trabajo de aquellos que se atrevieron a alzar la voz en
contra del franquismo.
Cibeles. Las matinales del Price’, sobre los festivales de música moderna que
se celebraron en el año 1964, suponiendo una de las primeras experiencias artísticas colectivas en Madrid; ‘Cuando España hizo ¡Pop!’, con un recorrido sobre la
influencia de la cultura pop en el resto de artes; ‘El pop en el campo de
batalla. Arte y canción como formas de resistencia’, que indaga en cómo de
manera sutil algunas manifestaciones de la cultura de masas aparentemente
inocentes iban inoculando ciertas ideas, mensajes o artistas perseguidos por la
dictadura, y ‘Esta guitarra es una máquina de matar fascistas. Violencia
política y activismo artístico’, una de las partes más interesantes, con
muestras sobre el trabajo de aquellos que se atrevieron a alzar la voz en
contra del franquismo.
Tienen su propio apartado los cantautores que, pese a su
popularidad, sufrieron muchos problemas con la censura al asumir un papel de portavoces
políticos y que muchas veces se asociaron con otros artistas más tolerados,
como pintores abstractos e informalistas, que les apoyaban de algún modo con su
propio arte. El cierre de la exposición está dedicado a la
cultura underground, del rock andaluz a las
experimentaciones poéticas de los 60 y los 70.
popularidad, sufrieron muchos problemas con la censura al asumir un papel de portavoces
políticos y que muchas veces se asociaron con otros artistas más tolerados,
como pintores abstractos e informalistas, que les apoyaban de algún modo con su
propio arte. El cierre de la exposición está dedicado a la
cultura underground, del rock andaluz a las
experimentaciones poéticas de los 60 y los 70.
Un recorrido nutrido de material sobre el que reflexionar, que sirve como potente entretenimiento. Sorprende la ausencia de mujeres cuando los temas que se tocan son variados y en todos ellos
existen testimonios femeninos que ofrecerían un prisma más
completo sobre el momento. Al menos reflejar esta ausencia
serviría como análisis sobre un sector, el de las artes, que
las sigue ninguneando. Las letras y sus autores siguen perseguidos,
las mujeres silenciadas y los ataques a los poderosos censurados. ¡Qué poco hemos
cambiado!
existen testimonios femeninos que ofrecerían un prisma más
completo sobre el momento. Al menos reflejar esta ausencia
serviría como análisis sobre un sector, el de las artes, que
las sigue ninguneando. Las letras y sus autores siguen perseguidos,
las mujeres silenciadas y los ataques a los poderosos censurados. ¡Qué poco hemos
cambiado!