EXTRA!

Museo Guggenheim de Bilbao



Uno de los mayores
placeres de las vacaciones es la posibilidad de elegir destino donde descansar
unos días mientras se conoce su cultura y gastronomía. Porque, si algo está
claro, es que visitar una ciudad sin adentrarse en sus principales atracciones
ni probar sus platos típicos es hacerlo en vano. La definición de un pueblo se
encuentra en su cultura, un alimento necesario para ser más sabios, críticos y
conscientes cada día.


Un truco que pocas
veces falla es consultar las listas de TripAdvisor del destino vacacional (antes
de salir de viaje) y apuntar aquellos espacios con mejores críticas. Por
ejemplo, para la escapada que haremos esta misma semana a Bilbao tenemos claro
que la visita al Museo Guggenheim es obligada
, algo en lo que coinciden las más
de 11.000 críticas al prestigioso centro en la citada web de viajes.

Inmerso en la
celebración de su XX aniversario, su aparición supuso la irrupción de Bilbao en
la escena artística internacional y el comienzo de la llegada masiva de turismo

a una ciudad que, si bien hace unas décadas muchos definían como gris e
industrial, hoy se ha reinventado ofreciendo una cultura local innegable ante
la que se rinden millones de personas cada año. Bajo el lema ‘El arte lo cambia
todo’
, el museo reivindica la capacidad transformadora del arte con
exposiciones temporales tan brillantes como ‘París: fin de siglo’, con un
centenar de obras centradas en las vanguardias francesas más importantes de
finales del siglo XIX; una retrospectiva del gran artista contemporáneo Bill Viola; y un análisis sobre uno de los pintores y escultores más influyentes de
la actualidad: George Baselitz.
Por si esto fuera poco,
la colección permanente del Guggenheim reúne obras de arte contemporáneo de
artistas vascos como Eduardo Chillida, Jorge Oteiza y Darío Urzay; españoles
como Miquel Barceló, Juan Muñoz y Antoni Tàpies; y extranjeros de la talla de
Jean-Michel Basquiat, Joseph Beuys y Louise Bourgeois. Creadores que forman
parte de un museo que, junto a la ría de Bilbao, ayudó a cambiar de siglo al
mismo tiempo que cambiaba de cara una ciudad que hoy brilla con luz propia.