EXTRA!



El significado de vacío puede estar lleno de matices. Para algunos toma forma de
precipicio, hay quien lo siente encerrado entre cuatro paredes e incluso quien
lo sufre en forma de página en blanco. La artista multidisciplinar Laura Carrascosa reflexiona y da vueltas en torno a este concepto a
modo de catarsis personal
, habiéndolo experimentado 
en su propia piel durante su juventud.


¿Cómo se captura el vacío? ¿Cómo se representa el deseo de la ausencia? Toda
esta reflexión artística en forma de
performance, videorte y fotografías se
recoge en la pequeña e íntima exposición
‘Vacío/Void’
, comisariada por el controvertido artista Abel Azcona, que puede
visitarse hasta el próximo 9 de diciembre en el
Espacio Serendipia de la capital.

La muestra se centra en una serie de fotografías tomadas individuales antes de realizar la performance que la autora llevó a cabo en el lavadero de la aldea de Val de San García, en la
provincia de Guadalajara, donde tuvo lugar la infancia de la autora, además de ser el lugar al que acudían las mujeres del
pueblo, incluida su abuela, a lavar la ropa por fuera mientras ellas se limpiaban por dentro. La exhibición también cuenta con una pieza de videoarte, así como con el vestido utilizado en dicha ocasión y un
rincón en el que se recogen las fotografías con las reacciones
que suscitó la
actuación entre los habitantes del pueblo en el momento de su inauguración.

Laura Carrascosa enmarca
de este modo su obra dentro de un nuevo concepto expositivo al que denomina ‘ocupación
rural efímera’
, bajo el que sus creaciones se muestran primero en el lugar en
el que han sido gestadas para luego comenzar su viaje por otros
espacios. Vinculada a diferentes disciplinas, presenta de forma íntima sus propias fobias, miedos y vivencias.
La
delicadeza y los tonos pastel de las imágenes, así como la puesta en escena y
los ángulos escogidos para mostrarlas, nos remiten a las bailarinas del pintor
impresionista Edgar Degas
, en las que el rostro de la autora queda en un segundo plano, cediendo el protagonismo al dinamismo del cuerpo, que en esta
ocasión danza en caóticos y obsesivos círculos en torno a ese hueco vacío, a
esa nada que representa el lavadero y que a su vez es reflejo de las fobias y enfermedad de la artista.



En una
sociedad marcada por el consumismo y que padece de un horror vacui superficial, en claro contraste y precisamente por su vacío espiritual, resulta
muy interesante detenerse a reflexionar sobre el concepto de vacío al mismo tiempo que se observan unas bellas imágenes que visibilizan una problemática actual.