EXTRA! 

Amor. Desamor. Las historias pueden contarse de muchas maneras. Los personajes pueden tener mil caras. El cuento de Adam Rapp no está escrito para pasar indiferente por las salas de teatro.

Las creaciones literarias acerca del amor y sus caprichos son inabarcables. El amor es capaz de dejar correr historias parcas o elocuentes, más o menos acertadas. En ‘Invierno en el barrio rojo’, el espectador se topa con una historia poco convencional,  la de un triángulo amoroso formado por dos amigos y una prostituta. El amor de esta historia toma forma de ilusión no vivida, de sueño eterno alimentado por el fuero interno de los personajes. El amor de esta historia es, en sí, un personaje más. La manera tan poco cotidiana – una habitación de motel en Ámsterdam – en la que sucede buena parte de la obra es tan sorprendente como la rapidez con la que el espectador hace suyos los personajes. Que ‘el teatro nos sirve de espejo para conocerlo y reconocernos’ son palabras de Marta Etura, directora de este texto finalista Premio Pulitzer 2004.
Una escueta pero bella escenografía basta para dar rienda suelta a tres exquisitas interpretaciones: La de Alejandro Botto como Daniel, un potro desbocado, un vividor. Desde que pisa el escenario parece que no hay otro actor para ese papel. Gonzalo de Santiago – que también ha adaptado la obra al castellano – dibuja al personaje de  Matt con maestría. Sus movimientos destilan la pureza y la inseguridad de este abrumado escritor, y su manera de estar en el mundo. Aura Garrido firma la complejidad de su personaje, Christina, con un brillante halo de misticismo. Su elegante belleza y la aterciopelada voz que sale de sus entrañas hacen el resto. Durante los saludos finales aún no se había recuperado del amargo final de su personaje.
Sin duda, estamos ante un magnífico debut de Marta Etura como directora teatral. La joven donostiarra parece no haber dejado un fleco suelto en la  puesta en escena, con el fin de mantener al público embebido en la obra. Algo de agradecer, ya que en ocasiones el texto se plaga de referencias literarias y debates intelectuales entre los personajes que pueden despistar al espectador.
Desde el sobrecogedor comienzo de ‘Invierno en el barrio rojo’, la función no se deja valorar como un melodrama más acerca de amores no correspondidos. El amor de esta obra es desamor. Este cuento es, en definitiva, una preciosa historia triste. Un evocador y sensual espectáculo que advierte de su crudeza y no decepciona al espectador. Acudan al Español. Déjense seducir, reflexionen, disfruten.