EXTRA!


Cuando el novelista y dramaturgo irlandés Oscar Wilde estrenó ‘La importancia de  llamarse Ernesto’, corría en Londres el año 1895. Esta hilarante comedia costumbrista es un retrato fino y voraz de la Inglaterra victoriana. La versión del director teatral Alfredo Sanzol, representada en el Teatro Fernán Gómez de Madrid, ostenta una nominación en la XXVI edición de los premios Max, en la categoría de Espectáculo Revelación.

Jack Worthing es un adinerado muchacho que vive en la campiña inglesa con su sobrina. Cuando viaja a Londres, para disfrutar de la diversión que se ofrece sin reservas, cambia su nombre por el de Ernesto. Un buen día se enamora de la joven Gwendolyn y pide su mano. No sabe que sin llamarse Ernesto, le será muy difícil casar con ella.

El texto que Oscar Wilde ofrece al espectador es una distinguida crítica a la sociedad burguesa de la época. Para muestra, la dicotomía entre la ‘elevación’ del idioma alemán y el francés, que el personaje cascarrabias de Lady Bracknell tilda de lengua indigna. La obra está cargada de dobles sentidos desde su título original: ‘The importance of being Earnest’, ya que Earnest y el adjetivo earnest (serio) son homófonos.

El espectador se expone a un texto impecablemente estructurado de una armonía casi musical. La maestría de Wilde como autor no deja lugar a dudas; como burgués, sabe parodiar a su círculo. Se adivina la repercusión que la obra pudo tener en su día, tres meses antes de que su autor fuera condenado por ‘indecencia grave’.


Destaca de Alfredo Sanzol una pulcra dirección que respeta el texto en todo momento, conservando su ritmo. La escenografía puede suponer el punto débil del espectáculo pese a su intención evocadora –apenas un jardín vertical y algo de mobiliario doméstico-. El trabajo actoral conlleva una gran exigencia de dicción y continencia, que se insinúa agotadora. 

En líneas generales, esta versión ofrece unas homogéneas interpretaciones que corren a cargo de la pamplonesa Fundación Municipal del Teatro Gayarre. Se echa en falta mayor empatía con el público por parte del actor encargado de dar vida al protagonista, Txori García Uriz, sin que suponga un impedimento para disfrutar del personaje.

‘La importancia de llamarse Ernesto’ es una ocasión ideal para acercarse a uno de los autores mejor considerados del siglo XIX. Sus palabras son suficientes para describir una obra que hace las delicias del público exigente: ‘una comedia trivial para gente seria’.