EXTRA!



La
religión, la economía y la política son las cuestiones que más disputas
y enfrentamientos generan, llegando a extremos inhumanos difíciles de concebir.
Como por desgracia sabemos, uno de los temas de mayor actualidad en las últimas semanas son los graves atentados que los grupos yihadístas están llevando a cabo utilizando ciertos ideales
religiosos con los que buscan justificar actos llenos de crueldad. Dejando estos hechos a un lado, siempre hay una pantalla grande para
concienciar y explicar situaciones tan complejas.

Como
agua de mayo llega a la cartelera española, a
partir del 6 de febrero, el largometraje del director mauritano Abderrahmane Sissako, ‘Timbuktu’, una producción que cobra fama gracias a su nominación a
los Oscar como mejor película de habla no inglesa
. Basada en hechos
reales, nos traslada a la República de Mali, cuando hace poco más de dos años,
la población tuareg se vio oprimida
por grupos extremistas islámicos que instauraron leyes tiranas
con las que las mujeres quedaron sin derechos y se prohibieron actividades tan
básicas como escuchar música, reír o jugar al fútbol.
A
través de historias cruzadas que a veces llevan a la confusión, la producción vuelca un mayor
peso en la trama de Kidane (Ibrahim
Ahmed)
, su esposa, Satima (Toulou
Kiki)
, la hija de ambos, Toya (Layla
Walet Mohamed)
 e Issan (Mehdi A.G.
Mohamed)
, un niño de 12 años al que tratan como a un hijo. Precisamente es Ahmed quien destaca por encima de sus compañeros con diálogos excepcionales cargados de sentimientos
postergados. La protección de la familia y de su sustento le llevará ante
las autoridades por un acto impensable, protagonizando una de las escenas más
intensas y de mayor contraste en la que se reflejan tres visiones islamistas radicalmente
distintas.  


Bajo un halo documental del que es difícil evadirse, el drama arriesga con un
tema peliagudo que Sissako
consigue tratar de forma clara, concisa, sin intenciones ocultas y sin caer en el sensacionalismo. El
choque de los enfoques del islam y la diferencia cultural que vive la zona
quedan perfectamente plasmados.
Es, esta cuestión, la que mejor se
desarrolla a lo largo del largometraje en detrimento del desarrollo de los
personajes y las tramas.
Rodada
en la ciudad de Oulata, limítrofe a Mali, la cinta muestra una tierra
tristemente desconocida con paisajes de belleza casi sobrenatural que el
director de fotografía Sofian El Fani
ha sabido captar en todo su esplendor.
Un escenario que adquiere gran peso argumental, revelando la magia que esconden las dunas y que se despliega de forma abrumadora
en cada plano general. En combinación con esta naturaleza, la banda sonora fusiona
el sinfonismo con elementos más tradicionales de forma exquisita, creando un
conjunto armonioso hasta convertirse en poesía exótica.
Probablemente
el espectador no sienta en su propia piel las emociones que se intentan
transmitir, pero sí la fuerza de su mensaje. ‘Timbuktu’ requiere un visionado obligatorio para comprender la
situación que se vive por el régimen de terror impuesto por los grupos yihadistas que, con la excusa de la religión, actúan bajo sus propios intereses.
No hay dobles sentidos, tan sólo un drama que comprime el dolor de un
pueblo y que contrasta con la sublime belleza de sus imágenes.