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El madrileño Teatro Nuevo Apolo acoge nuevamente al Classical Russian Ballet, que hasta el próximo domingo 2 de junio representa el clásico ‘La bella durmiente’, bajo la dirección de Hassan Usmanov. Con esta producción se completa el ciclo de ballet ruso clásico con el que la compañía ha intentado conquistar al público de la capital.
La historia comienza cuando los reyes celebran el bautizo de su hija Aurora. La malvada bruja Carabosse se presenta por sorpresa sin haber sido invitada y les maldice con un hechizo que hará que la princesa se pinche con un huso y duerma eternamente, algo que ocurre cuando Aurora cumple los 16 años.
Ligero y recomendado tanto para adultos como para niños, el ballet tiene en el vestuario y los movimientos de los bailarines dos de sus puntos fuertes. En el papel de Aurora, una delicada Olga Grigoryeva que cae enamorada de un príncipe Florimud al que le sobra fuerza y temple en escena. Reseñable el trabajo artístico de El Hada de las Lilas, que se gana al público con la dulzura con la que ejecuta complejos movimientos. El personaje de Carabosse, muy bien representado por Usmanov, destaca por su calidad interpretativa y la dificultad de movimientos que lleva a cabo con una capa.
Los puntos débiles de la producción son el escenario de dimensiones muy reducidas, que deslucen el trabajo de los bailarines, así como la falta de una orquesta en directo que casa mejor los movimientos del elenco con el tempo musical. A esto se le añade una palpable falta de técnica de algunos bailarines secundarios, que no deleitan al público de la misma forma que lo hacen los solistas, que están realmente a la altura.
La fuerza no disminuye durante la representación, sino que asciende en complejidad cuando el ballet se acerca a su desenlace. Ejercicio fabuloso en el último acto, cuando las parejas representan historias como las de ‘Aladino’, ‘Caperucita roja’ y ‘El gato con botas’. Se trata, en definitiva, de una recomendable representación con una banda sonora que evoca a ese universo de fantasía que Walt Disney nos hizo soñar de niños.