A
estas alturas es difícil sorprenderse con ‘La Traviata’, una de las óperas más representadas
y aplaudidas de la historia. Se trata de la única pieza del género realizada
por el romántico compositor italiano Giuseppe Verdi, la misma que en un principio no obtuvo el éxito esperado por el autor, basada en la famosa novela de Alejandro
Dumas hijo, ‘La dama de las camelias’. La
coproducción del Gran Teatre del Liceu de Barcelona, la Scottish Opera de
Glasgow, la Welsh National Opera de Cardiff y el Teatro Real de Madrid se representa en este último espacio hasta el viernes 8 de mayo.
Un
clásico que, con motivo de la celebración de la Semana de la Ópera del Teatro Real, se podrá disfrutar masivamente en su última función gracias a las retransmisiones en abierto mediante grandes pantallas instaladas en la Plaza de Oriente, los museos del Triángulo del Arte y el Matadero, entre otros, así como en
la plataforma de retransmisión online del teatro, Palco Digital.
en tres actos, la trama se centra en Violetta,
una cortesana que, reticente a enamorarse, cae rendida al encanto de Alfredo, interesado en ella desde hace
un año. Su intenso romance se ve obstaculizado por el padre de este, Giorgio Germont, que se presenta en la casa para pedirle a la joven que
abandone a su hijo con el fin de no deshonrar a la familia. Ella, consciente de que está enferma de tuberculosis, acepta la petición llena de dolor y huye de los brazos de su amado, explicándole, a través de una carta
escrita entre lágrimas, que se marcha a París dando su amor por terminado.
Ermonela Jaho y las rusas Irina Lungu y Venera Gimadieva. Un complicado y
exigente papel que rebosa intensidad y por el que muchas otras han fracasado.
Su evolución sentimental reclama poner un mayor ímpetu en la actuación, ya que tras mostrarse alegre, jovial y evasivamente romántica en el primer acto, se ve volcada y entregada a su pareja súbitamente en el segundo para acabar entregándose al dolor y la renuncia. Por su parte, el tenor italiano Francesco
Demuro, el alicantino Antonio Gandía y el rumano Teodor Ilincái dan vida a
Alfredo, al igual que la figura de Germont es llevada a cabo por los barítonos Juan Jesús Rodríguez, Ángel Ódena y Leo
Nucci.
una elegante puesta en escena dirigida por el escocés David McVicar,
la historia descarga una perfecta recreación psicológica de cada uno de los
personajes principales sobre un manto de lujo y frívola pomposidad propio de
la hipócrita burguesía del siglo XIX, al son de un potente halo musical del que se encarga la Orquesta Sinfónica de Madrid
con la batuta del italiano Renato Palumbo, que en el ensayo general ahogó las espléndidas voces de los intérpretes.
cuyo suelo es la propia lápida de la protagonista, se divide en dos
espacios que dotan de una magnífica fluidez a la obra, arropada por una sobria iluminación que enmarca una historia de crueldad social, amores imposibles y heroicidad.