EXTRA!
Los años más oscuros conocidos por el hombre siempre serán aquellos donde las propias personas se lastimen entre sí. La irracionalidad del horror que generan los conflictos armados fascinará siempre por su capacidad para superar la ficción. El dolor de las pérdidas humanas se clava en la mente de la sociedad y, todo ello, acaba revelando que en una guerra nadie obtiene la victoria.
Hollywood, en armonía con Estados Unidos, ha explotado hasta límites insospechados la temática bélica. Primero, con una poética barata con el patriotismo como bandera. Más adelante, con el fracaso en Vietnam, con las reflexiones de la locura humana y la brutalidad militar. Pero si hay un tema que destaca por encima de todos, ese es el de la Segunda Guerra Mundial. El periodo que asombró al mundo por sus cifras y la capacidad del hombre para convertirse en un lobo para el hombre.
En abril de 1945, las fuerzas aliadas comienzan la ofensiva final para acabar con el régimen nazi. La rendición alemana está cerca y es el momento más crudo en la lucha cuerpo a cuerpo. En medio de esta encrucijada, un tanque apodado Fury se dirige a Berlín. Sus cinco ocupantes, liderados por Don Wardaddy (Brad Pitt), serán testigos y protagonistas de la salvaje batalla a través de un espacio claustrofóbico.
Recreando con gran acierto la locura de la guerra, David Ayer coge las riendas en la dirección y el guión de ‘Corazones de acero’. El cineasta ha querido dotar de verosimilitud al proyecto, haciendo que la historia transcurra durante un solo día. Se le suma la gran dirección artística a la que Hollywood nos tiene acostumbrados, donde priman los detalles y la meticulosidad en la recreación de los instrumentos de guerra. Una más que solvente fotografía a cargo de Roman Vasyanov y una perpetua apelación al dolor acompañan al metraje para acabar de recrear una época.
Se prescinde del patriotismo para dar paso al ideal del mercenario, mostrando a un grupo de hombres que, en muchos casos, no eligieron estar en el frente, viéndose abocados a modificar su conducta y enfriar su mente. En este aspecto, el director norteamericano se centra en la figura del novato Norman Ellison, interpretado de manera notable por Logan Lerman, un mecanógrafo obligado a cabalgar en la Fury. El barro y la sangre se entremezclan en su impoluto uniforme militar al mismo tiempo que intenta mantener su compostura ante un nuevo mundo de sufrimiento.
Durante toda la película destaca un predominio de la forma sobre el contenido, con personajes muy estereotipados entre los que sobresalen el también productor de la cinta Brad Pitt, como un líder duro con corazón, y el errático Shia LaBeouf, como el soldado arraigado en el cristianismo. Constante en su narración, ‘Corazones de acero’ aspiraba a convertirse en un referente en el género bélico, algo que no consigue debido a su decepcionante desenlace.