Una selva
frondosa y atemporal. La atmósfera lenta y enardecida abre las puertas a una
historia caracterizada por los cánones del western, la estructura del cine
clásico y el tratamiento del cine moderno. Así es como se inaugura ‘El ardor’, una apuesta arriesgada del
director argentino Pablo Fendrik en
la que abundan los arquetipos y la novedad, acercándose con cautela al
cine de autor.
El film,
estrenado poco después de los dos primeros largometrajes del realizador (‘La sangre brota’ y ‘El asaltante’), termina de pincelar su estilo y carácter.
Recurriendo a las historias sencillas estructuradas en base al relato
clásico y el tratamiento innovador, Fendrik presenta su último trabajo apelando
al género clásico por antonomasia: el western.
estrenado poco después de los dos primeros largometrajes del realizador (‘La sangre brota’ y ‘El asaltante’), termina de pincelar su estilo y carácter.
Recurriendo a las historias sencillas estructuradas en base al relato
clásico y el tratamiento innovador, Fendrik presenta su último trabajo apelando
al género clásico por antonomasia: el western.
La historia
versa sobre las extrañas circunstancias en las que un joven salvaje se sumerge
en las profundidades de la selva, encontrándose con una familia a la que unos
mercenarios amenazan con robar sus tierras. Se convierte así en testigo de un
asesinato violento y, desde entonces, lucha incansablemente por socorrer a
la chica secuestrada y tratar de frenar el afán destructivo de los
deforestadores.
versa sobre las extrañas circunstancias en las que un joven salvaje se sumerge
en las profundidades de la selva, encontrándose con una familia a la que unos
mercenarios amenazan con robar sus tierras. Se convierte así en testigo de un
asesinato violento y, desde entonces, lucha incansablemente por socorrer a
la chica secuestrada y tratar de frenar el afán destructivo de los
deforestadores.
Protagonizada
por los internacionalmente conocidos Gael García Bernal (‘Babel’) y Alice Braga (‘Soy leyenda’), la cinta toma un leve cariz comercial que se diluye en el
momento en el que se inicia el discurso. La profundidad de los personajes y el carácter metafórico del guión conjugan un universo perfectamente delineado que
cobra fuerza con la intensidad de las interpretaciones.
por los internacionalmente conocidos Gael García Bernal (‘Babel’) y Alice Braga (‘Soy leyenda’), la cinta toma un leve cariz comercial que se diluye en el
momento en el que se inicia el discurso. La profundidad de los personajes y el carácter metafórico del guión conjugan un universo perfectamente delineado que
cobra fuerza con la intensidad de las interpretaciones.
Sin embargo,
la belleza de la realización y la presencia de ambos actores no salvan las carencias de un guión que peca de simple y se
desmorona en su lentitud. La falta de diálogos aniquila el ritmo y suprime el conflicto, focalizando en aspectos místicos que elevan la película a
otra categoría. Los interminables silencios y la ausencia de equilibrio
narrativo se excusan bajo la autoría del film sin terminar de convencer.
la belleza de la realización y la presencia de ambos actores no salvan las carencias de un guión que peca de simple y se
desmorona en su lentitud. La falta de diálogos aniquila el ritmo y suprime el conflicto, focalizando en aspectos místicos que elevan la película a
otra categoría. Los interminables silencios y la ausencia de equilibrio
narrativo se excusan bajo la autoría del film sin terminar de convencer.
Las
particularidades del personaje interpretado por García Bernal, Kai, convierten el largometraje en un devenir estético y metafórico que encuentra su punto
álgido en el momento en el que se presenta un jaguar como símil del salvaje. La
docilidad y entrega del animal, así como su inmensidad, impacta hasta el punto
de convertirse en la calma personificada. Jugando así con la implementación del
hombre en la fauna, el director deja a un lado la premisa y transforma el proyecto en algo imprevisible.
particularidades del personaje interpretado por García Bernal, Kai, convierten el largometraje en un devenir estético y metafórico que encuentra su punto
álgido en el momento en el que se presenta un jaguar como símil del salvaje. La
docilidad y entrega del animal, así como su inmensidad, impacta hasta el punto
de convertirse en la calma personificada. Jugando así con la implementación del
hombre en la fauna, el director deja a un lado la premisa y transforma el proyecto en algo imprevisible.
‘El ardor’ se
alza como una reinterpretación del western que juega acertadamente con la música, el sonido y el paraje. El Amazonas no tiene nada que envidiar a Utah y el diseño de los
personajes, así como las interpretaciones, son dignas de cualquier
caracterización de John Ford. La falta de acción y el exceso de alegorías, eso sí, juegan en contra de una película que podría haber llegado a convertirse en un
icono moderno. 5,5/10.
alza como una reinterpretación del western que juega acertadamente con la música, el sonido y el paraje. El Amazonas no tiene nada que envidiar a Utah y el diseño de los
personajes, así como las interpretaciones, son dignas de cualquier
caracterización de John Ford. La falta de acción y el exceso de alegorías, eso sí, juegan en contra de una película que podría haber llegado a convertirse en un
icono moderno. 5,5/10.