EXTRA!

Madrid,
27 de febrero de 1977.
Un salón, dos sillones de cuero, licores, mucho tabaco y
una conversación más que deseada de la que depende el futuro de la España
democrática. A partir de esta premisa surge ‘El encuentro’, de la mano de la compañía Avanti Teatro y dirigida por Julio Fraga, que se representa en la Sala Pequeña del Teatro Español hasta el próximo
domingo 30 de marzo.
El
presidente del gobierno, Adolfo Suárez
(José Manuel Seda)
y el líder del Partido Comunista, Santiago Carrillo (Eduardo Velasco), que en aquellos momentos se
encontraba en busca y captura, acuerdan una reunión de alto secreto en la que
saldrán a relucir las luces y sombras de la Transición. Un enfrentamiento
verbal en el que la confianza entre ambos se tambalea peligrosamente por un
pasado que sigue recayendo en sus hombros,
un presente en el que sus propias
vidas están en riesgo y un futuro totalmente incierto pero esperanzador.
El
texto del dramaturgo Luis Felipe Blasco Vilches se construye bajo los cimientos de un hecho histórico que, a
espaldas de la clase política, se llevó a cabo con el fin de legalizar
el Partido Comunista e instaurar una Monarquía parlamentaria en
la figura del Rey Juan Carlos I. Julio Fraga ha querido presentar una visión
metafórica de lo que podría haber ocurrido aquel día entre ellos y recuerda
al público la lucha que años atrás se llevó a cabo para construir la
España europea actual y el sentir de aquellos tiempos, cuando cualquier
movimiento en falso podría haber dado al traste con los planes.
 Lo hace, sin duda, en un
momento idóneo para traer el pasado a estos días llenos de caos e inestabilidad.
Ambos actores realizan una interpretación sublime con un texto que no deja de ser arriesgado. Un constante
diálogo que en ocasiones desemboca en una lucha verbal que podría
correr el riesgo de ser tediosa pero que, gracias a su buen hacer, se convierte en un
brillante juego de reflexiones entre dos posturas enfrentadas. Es imposible
apartar la vista de sus expresiones, su ímpetu en el lenguaje y sus
miradas llenas de desconfianza, esperanzas y un desasosiego constante por temor
a ser descubiertos en tal encuentro.


A
través de cinco ceniceros repletos de colillas se desprende una fuerte energía,
una sinceridad que deja patente la ansiedad y el nerviosismo de los dos. Ardua
tarea la de Seda y Velasco al hacer frente a dos figuras de suma importancia
histórica. Pese a ello,
su trabajo está
totalmente a la altura, llegando a ser un estupendo homenaje no sólo
a ambos líderes, sino también a la época en la que se ambienta.
La puesta en escena, sencilla y
perfectamente encuadrada en el contexto, remarca el interés y la importancia de
los dos actores en escena, mostrando los mayores momentos de tensión
a través de unos efectos de iluminación y sonido absolutamente detallistas.

Un teléfono sonando o un coche acercándose a la casa ponen en sobre aviso a Seda y Velasco en los momentos más indicados y silencian a un Carrillo en guardia, inflexible y
escéptico al que le cuesta obviar ciertas concesiones que debe hacer por el
bien de todos, y a un Suárez que intenta
hacer entender qué es lo más apropiado para la paz de un pueblo español que
ansía libertad.
Discusiones,
estrategias y reproches componen esta histórica reunión que, por suerte, ya
sabemos cómo acaba.
El arte dramático no sólo sirve para entretener, sino
también para invitar a la reflexión y dar valor a hechos históricos que han
forjado nuestro presente. Esa es la esencia de ‘
El encuentro’, una obra de calidad que refresca la memoria
del espectador sobre una época en la que los políticos arriesgaban por el
bien común.