EXTRA! 



El 10 de abril de 1912, el
mayor transatlántico construido en la historia zarpaba por primera vez del puerto de Southampton (Inglaterra) con destino Nueva
York. Un viaje tranquilo hasta que poco antes de la medianoche del 14 de abril, el barco más famoso del mundo chocaba contra un iceberg. Hablamos del Titanic, el famoso buque que se
hundió en el mar llevándose consigo a 1495 personas en la mayor tragedia marítima
de la historia en tiempos de paz.
A día de hoy, los restos del navío se enfrentan a la erosión y la actividad bacterial a 4.000 metros de profundidad en el Atlántico Norte.


Más de cien años después
del siniestro, llega a Madrid una de las exposiciones más emocionantes sobre el buque que no sólo se centra en su historia, sino también en la de los pasajeros que emprendieron aquel fatídico viaje a través de numerosos objetos recuperados. 
El Centro Cultural
de la Villa Fernán Gómez
acoge hasta el próximo 6 de marzo una emotiva exhibición que nos traslada hasta 1912 gracias a la compañía española Musealia.

El pasado 1 de octubre se inauguraba la muestra de la mano del prestigioso historiador y participante en las expediciones a los restos del buque en los años 90 Claes-Göran
Wetterholm
, encargado de contar a los medios de comunicación algunas de las historias tras muchos de
los objetos expuestos. Cerca de 200 piezas de distinta
procedencia hacen que el mito y la leyenda
continúen navegando en la memoria del público que recorra ‘Titanic. The Exhibition’ durante las próximas semanas.

A lo largo del recorrido el visitante encuentra fragmentos de historia entre los que destacan una lista original de los
pasajeros del barco, dos kilos de carbón de la sala de calderas,
cartas escritas por oficiales y pasajeros del navío, piezas de la vajilla, un
diario y la lista de los fallecidos en la tragedia
Llama la atención la historia de un anillo
encontrado en uno de los botes salvavidas, cuya inscripción permitió averiguar que pertenecía a una mujer sueca que saltó al agua y, tras intentar sin éxito agarrarse a un bote, se desprendió del objeto en su interior antes de morir de hipotermia con su marido.



A medida que se va avanzando por las salas vamos conociendo algunas de las
historias de los pasajeros, descubriendo cómo llegaron al barco, con quién viajaban y cómo se enfrentaron a aquella noche.
Un bloque de hielo a modo de iceberg permite al público sentir el frío que heló la vida de tantas personas aquella madrugada. La majestuosidad de la gran escalinata de proa, el portalón de entrada al barco y una impresionante hélice proporcionan una idea de cómo era ‘el buque de los sueños’.



Es muy probable que el visitante recuerde la famosa película sobre el barco que el director James Cameron llevó al cine en el año 1997, una referencia con importantes dosis de ficción que tiene su centro en la historia de amor interpretada por Kate Winslet y Leonardo DiCaprio, basada en los pasajeros Kate Phillips y Henry Morley. Dependienta de una tienda, Phillips se enamoró del dueño, que le regaló el famoso medallón con el que Rose posaba en el largometraje al ser retratada por Jack, aunque en la realidad su tamaño es mucho menor. Casado, el dueño se embarcó en el Titanic con su amante tras comprar dos pasajes con nombres falsos. Mientras que él murió en el hundimiento, la mujer, embarazada, logró sobrevivir.


Entre los objetos que se pueden ver por primera vez se encuentran piezas únicas como el camisón de una pasajera de segunda clase o una biblia, a través de las que el público puede ponerse en la piel de los pasajeros que recorrían las estancias que Musealia ha recreado con gran detalle. Caminar por un pasillo de primera clase o adentrarse en los camarotes del barco son algunas de las experiencias que permitirán al visitante trasladarse al famoso barco.

Una audioguía con testimonios reales acompaña a cada persona que acude a la muestra, enriqueciendo una visita de hora y media de duración en la que se rinde homenaje a todos los que sobrevivieron y perdieron la vida en aguas del Atlántico por culpa del avistamiento tardío del iceberg y de las obsoletas normas de seguridad de la época, portando botes para poco más de la mitad de los viajeros, a lo que se añadió la mala distribución de pasajeros durante el hundimiento. Un drama legendario rodeada de leyendas que marcó un antes y un después en la historia de la humanidad.