La pandemia de coronavirus que
estamos viviendo es lo que en sociología se ha denominado un hecho social
total, es decir, un fenómeno que pone en juego la totalidad de las dimensiones
de lo social. Además, como han señalado científicos y organizaciones de la talla de Ecologistas en Acción, la aparición de enfermedades como la COVID-19 muestran un claro
vínculo con la pérdida de biodiversidad, y se apuntan como las tres principales
causas de este tipo de enfermedades emergentes la deforestación y los cambios
en el uso del suelo, la agricultura industrial (destinada en su mayoría a la
alimentación de ganado) y el comercio y el transporte internacional.
Esto nos sitúa en un escenario en
el que resulta ineludible abordar de una vez por todas ambas crisis de forma
conjunta ya que, además, el coronavirus ha puesto de manifiesto las
numerosas ineficiencias de nuestro sistema, algo que llevan señalando mucho tiempo
científicos y ecologistas. Un rediseño de las ciudades es algo esencial en
ese nuevo futuro, como establece Greenpeace en su informe ‘Las
ciudades en un mundo post-COVID’, lo que implica revisar las relaciones con el mundo rural y la naturaleza en general. Como dice
la escritora y veterinaria rural María Sánchez, en muchos aspectos esa
nueva concepción de las ciudades no deja de ser un intento de reproducir la
vida en comunidad y en contacto con la naturaleza de los pueblos.
¿Y qué pinta el solarpunk
en todo esto? Se trata de un subgénero de la ciencia ficción, pero también define un movimiento cultural y activista que busca imaginar mundos en los que una
civilización es verdaderamente sostenible y cómo se podría alcanzar ese punto. Frente a las distopías a las que
estamos acostumbrados, el solarpunk intenta aportar soluciones para que no terminemos cayendo
en una profecía autocumplida. Justo la mentalidad que necesitamos en este momento.
Pero, ¿qué podemos aportar desde Madrid para construir esa realidad más verde
y sostenible? Lo cierto es que en la ciudad ya existen muchas opciones por
las que nos podemos decantar, así como son numerosas las medidas políticas
que se podrían adoptar. Vamos a repasar algunas de ellas:
Comenzando en el terreno de la
movilidad, una de las necesidades más importantes es que durante esta nueva
normalidad se refuerce el transporte público, haciéndolo seguro y accesible para evitar que muchas personas terminen confinadas en sus coches. Para ello, ante la reducción temporal del aforo en transportes colectivos, será indispensable la
implantación de nuevos carriles bus, así como reforzar el servicio de bicis y apuntalar proyectos tan importantes en la reducción de la
contaminación como Madrid Central.
Además, como ciudadanos podemos
contribuir replanteándonos nuestros desplazamientos diarios. Una
buena forma de hacerlo es utilizar una regla sencilla que ha comentado
en alguna ocasión el nutricionista Aitor Sánchez: siempre que sea
viable ir caminando a tu destino y no vayas a ahorrar más de 10 minutos tomando
algún transporte, escoge la opción de caminar. Acordémonos de lo que hemos
disfrutado durante el confinamiento de los paseos e intentemos implementar este
hábito saludable en nuestras vidas.
El
informe de Greenpeace también señala como algo esencial para lograr esta
transformación llevar a cabo una nueva concepción de las ciudades que sitúe los
barrios y distritos como eje central de planificación, con vías peatonales, aceras más amplias y más espacios verdes. El objetivo es dotar a los
ciudadanos de todos los servicios esenciales y que necesitamos para nuestra
vida diaria a una distancia máxima de 15 minutos de paseo. Esta propuesta, de
hecho, ya fue presentada a principios de 2020 por el Ayuntamiento de París
bajo el proyecto ‘La ciudad en un cuarto de hora’, buscando generar comunidad al
mismo tiempo que se reducen los desplazamientos en coche de
los ciudadanos.
Otro
de los puntos clave es la reducción del consumo, apostando de forma decidida
por un consumo sostenible, de segunda mano, reutilizable y reparable. Para
ello, además de demandar políticas públicas que prohíban los envases de un solo
uso o el pago por generación de residuos, también podemos contribuir de forma
personal. Por ejemplo, en un momento en el que el coronavirus ha vuelto a hacer
resurgir los plásticos de un solo uso, es importante recordar que los
profesionales sanitarios no recomiendan el uso de guantes y que siempre podemos
optar por mascarillas reutilizables de tela que podemos hacer en casa o
comprar en sitios como El Tenderete, en el que las producen siguiendo
las indicaciones del Ministerio de Sanidad.
Además,
habituarnos a realizar compras a granel evitando un gran número de envases
es cada vez más fácil en la capital, con ejemplos de establecimientos como Jabón a Granel, que comercializa todo tipo de detergentes y geles para limpieza
personal y del hogar en tiendas situadas en Lavapiés, Ventas o La Latina. Por
otro lado, Casa Ruiz Granel está enfocado en productos como legumbres,
arroces, pastas, cereales, especias o frutos secos y cuenta con
establecimientos en Goya, Delicias, Moncloa o Cuzco, pero existen muchas otras
opciones de comercio a granel como El Granel de Corredera o Pepita y Grano y, por supuesto, todos los mercados tradicionales.
También
cabría destacar en este punto iniciativas como los Repair Café, espacios en
los que voluntarios enseñan a arreglar aparatos electrónicos y
electrodomésticos para combatir la obsolescencia programada que limita la
vida útil de los productos. En Madrid su sede se encuentra en el Medialab-Prado
(Atocha) Otra posibilidad es apoyar el consumo de segunda mano, para lo
que además de acudir a tiendas de este tipo, como Tuuu Librería, también
sería interesante que mercadillos al aire libre tan emblemáticos como El
Rastro recuperasen su esencia original como mercados de segunda mano.
La
alimentación es otro de los grandes pilares mediante los que crear un mundo más
sostenible, además de uno de los sectores en los que más impacto podemos tener. A nivel de
políticas públicas hay muchas medidas que se deberían poner sobre la mesa.
Algunas son garantizar que la compra pública de alimentos incentive el consumo
interno de productos ecológicos, locales y de temporada; la creación y
distribución de una cesta básica de este tipo de alimentos dirigida a familias
vulnerables (en contraposición a la nefasta gestión de los menús de Telepizza
para los niños con beca comedor durante la cuarentena); el apoyo y promoción de mercados municipales como el de San Fernando en Lavapiés o el de Maravillas
en Tetúan; la lucha contra el desperdicio alimentario y el impulso de una
agricultura urbana y periurbana local y sostenible.
También está la posibilidad de participar en un
grupo de consumo, formado por un conjunto de personas que se unen para
adquirir los productos que consumen directamente del productor, con la idea de
que estos sean locales y de temporada. Por ejemplo, La ecomarca es
una red de distribución de productos ecológicos que trabaja con grupos de Lavapiés, Guindalera o Puerta del Ángel, pero también
con los de otros puntos de la comunidad como Moralzarzal, Colmenar Viejo o
Fresnedillas. Además de ponerte en contacto con el grupo de consumo de tu área,
si en tu zona no existe ninguno también te ayudan a crearlo.
Asimismo,
existen interesantes iniciativas de huertos urbanos en la región: en la Red de Huertos Urbanos Comunitarios de Madrid son ya 55 los espacios en
funcionamiento autogestionados, cuyas parcelas son cedidas por el
Ayuntamiento. Una labor especialmente importante en el impulso de la
agricultura urbana la realiza el Centro de Educación
Ambiental El Huerto del Retiro, situado en este parque y que, durante esta
crisis, ha estado realizando cosechas solidarias junto al Banco de Alimentos destinadas a los hogares más afectados por la pandemia.
Otro
de los modos que se están demostrando más efectivos a la hora de disminuir
nuestro impacto en el medio ambiente es reducir la ingesta de alimentos de
origen animal en nuestra dieta, y la capital nos ofrece un montón de
restaurantes con deliciosos menús y platos veganos o vegetarianos, saludables y
sostenibles. Desde La Encomienda a El Perro Gamberro, pasando
por Vega, la Oveja Negra o Distrito Vegano, así como el
restaurante japonés Hokkaido, con menús de sushi veganos o vegetarianos, o
la cadena Honest Greens, con uno de los falafeles más ricos de la ciudad.
En el
ámbito de la energía, las necesidades políticas se focalizan en la
inversión pública y en la necesidad de apoyos para mejorar la eficiencia energética de los
edificios, con especial atención a los colectivos más vulnerables, además de la
contratación de energías renovables para edificios e instalaciones públicas y del impulso y desarrollo del autoconsumo individual y colectivo. En
este sentido sobresalen las cooperativas energéticas comercializadoras de
energía 100% renovable, entre las que se encuentran Som Energía, GoEiner o La Corriente, esta
última pionera en la región, a las que podemos contratar nuestra corriente
eléctrica.
Por último, es importante destacar
lo necesario de la concienciación y el aprendizaje sobre la naturaleza y las formas de reducir nuestro impacto en ella. En
este aspecto realiza una estupenda labor La Casa Encendida, con numerosas
actividades para reflexionar acerca de estos temas y que durante todo este año
ha llevado a cabo un ecoclub de lectura que esperemos se renueve de cara a futuras
ediciones. También hay que mencionar el trabajo de la red de Centros de Educación Ambiental de la comunidad, con espacios que visitar con toda la
familia en el Hayedo de Montejo, El Escorial o en la laguna de El Campillo (Rivas Vaciamadrid), porque siempre es necesario seguir
aprendiendo y reforzando nuestro vínculo con la naturaleza.
Es cierto que hay muchas medidas
que dependen de las administraciones, pero
en manos de los ciudadanos queda la posibilidad de ir un paso más
allá del hecho de apoyar a aquellos proyectos políticos orientados en base a
estas medidas. Como decía la teórica del urbanismo Jane Jacobs, «las ciudades tienen la capacidad de proveer algo para cada uno de sus
habitantes sólo porque y sólo cuando son creadas para todos». Quizá habría que añadir un y por todos. Juntos podemos lograr que ese género
de la ciencia ficción que busca imaginar
futuros en los que se logre una sólida armonía con la naturaleza y la
sostenibilidad del planeta se parezca cada día más a nuestra realidad.