EXTRA!



Según
vamos creciendo se sobreentiende que vamos madurando. ¿Realmente es
así? Esa es la pregunta que se plantea todo espectador cuando se encuentra ante ‘Una semana nada más’, una producción de Michel Clement que se puede disfrutar en el Teatro Infanta Isabel hasta el próximo 1 de junio.
Y es
que, aunque lleguemos a la treintena, seguimos sin saber escapar de determinadas
situaciones y recurrimos a la mentira. A veces, por más que vivamos no aprendemos y si no que se lo
digan a Pablo (Antonio Hortelano), que no sabe cómo dejar a su novia o, más
bien, cómo hacer que ella se marche y le deje con el piso que comparten.


Hace cuatro meses que se fueron a vivir juntos, y lo que para Sofía (María
Castro, 
pero en la función a la que asistimos, Mar del Hoyo) se ha convertido en una vida
perfecta para su pareja es un auténtico infierno. La odia. Odia cada cosa que
hace y dice. Es simpática, guapa, agradable, pero siente que no puede más. Para solventar la situación, lo que decide es invitar – casi obligado – a su mejor amigo
Martín (Jorge Monje) a convivir con ellos para que la convivencia acabe siendo tan insoportable que sea ella la que decida marcharse por su propio pie.

El
plan en sí no parece tan descabellado hasta que se plantean la excusa para
que Martín se vaya a vivir con ellos. Será entonces cuando empiecen las mentiras, que se sucederán una tras otra, sin control, por parte de ambos personajes
masculinos.
Ya se sabe que tras una mentira, sólo va otra y otra… El plan, eso sí, es
sólo para una semana.



La idea es perfecta, no puede fallar. Nada
puede ser más molesto que un invitado que no quieres tener en
casa y que invade tu intimidad durante un tiempo indefinido.
La cuestión es que a lo largo de esa semana, las situaciones inesperadas y
sorprendentes a las que se enfrentan los personajes sacarán a relucir facetas desconocidas de cada uno, dándose un giro inesperado en la trama del montaje. 


El
trabajo de los actores sorprende por su naturalidad, en una faceta cómica en la que sorprende ver a Antonio Hortelano, muy resuelto en el papel de novio
frustrado.
No hemos tenido la oportunidad de ver a María Castro, pero
aplaudimos con convicción el trabajo realizado por Mar del Hoyo, en un papel tan simpático, dulce y perfecto que resulta imposible no cogerle cariño.



La
escenografía, sencilla, se basa en un salón de estar por el que los personajes actúan durante toda la función.
Si tuviéramos
que buscar algún pero sería la linealidad de la historia, cómica pero
predecible.
La excelente labor de los intérpretes hace que la obra resulte
amena y nos lleva a pensar qué haríamos nosotros en su lugar. Para saber en qué acaba todo sólo tienes que acercarte por el
Teatro Infanta Isabel.