EXTRA!

Después de casi cuatro décadas, el texto de Robert Patrick, ‘Los hijos de Kennedy’, vuelve a Madrid. Dirigido por el maestro José María Pou, y coincidiendo con el 50 aniversario del asesinato de John F. Kennedy, el montaje cuenta con un reparto de lujo formado por Fernando Cayo, Maribel Verdú, Emma Suárez, Ariadna Gil y Alex García, cuyos personajes coinciden en un bar del Nueva York de los años 70 que se escenifica en el Teatro Cofidis.
Un texto que configuran cinco monólogos paralelos e intercalados que recorren los lugares y
situaciones más oscuras de los años 60, una década en la que parecía que todo
era posible, sueños que se
vinieron abajo con el asesinato de Kennedy.
Con las ilusiones rotas, los personajes narran lo que recuerdan de aquella época.
Un texto que configuran cinco monólogos paralelos e intercalados que recorren los lugares y
situaciones más oscuras de los años 60, una década en la que parecía que todo
era posible, sueños que se
vinieron abajo con el asesinato de Kennedy.
Con las ilusiones rotas, los personajes narran lo que recuerdan de aquella época.
Sparguer
(Fernando Cayo) es un actor homosexual que cuenta cómo vivió la década de la
contracultura entre bambalinas, en los teatros underground de América; Carla (Maribel Verdú) es una aspirante a actriz que ve una oportunidad en la muerte de Marilyn Monroe, sintiéndose una perfecta sustituta; Wanda (Emma Suárez) es la secretaria de una
revista americana que ve cómo su vida empieza a cambiar con la muerte del presidente y que decide mantener vivo su recuerdo dando conferencias sobre su figura; Rona (Ariadna Gil) narra cómo vivió los
grandes movimientos de la época: el movimiento hippie, la lucha por los
derechos civiles…; y, por último, Mark (Alex García) es un
militar que revive sus hazañas en la guerra de Vietnam y su transformación en un asesino.

(Fernando Cayo) es un actor homosexual que cuenta cómo vivió la década de la
contracultura entre bambalinas, en los teatros underground de América; Carla (Maribel Verdú) es una aspirante a actriz que ve una oportunidad en la muerte de Marilyn Monroe, sintiéndose una perfecta sustituta; Wanda (Emma Suárez) es la secretaria de una
revista americana que ve cómo su vida empieza a cambiar con la muerte del presidente y que decide mantener vivo su recuerdo dando conferencias sobre su figura; Rona (Ariadna Gil) narra cómo vivió los
grandes movimientos de la época: el movimiento hippie, la lucha por los
derechos civiles…; y, por último, Mark (Alex García) es un
militar que revive sus hazañas en la guerra de Vietnam y su transformación en un asesino.

Una interpretación
excepcional del reparto en la que cabe destacar los magníficos papeles que hacen Fernando Cayo y Maribel Verdú, que consiguen sacar las risas y aplausos del público.
Un guion bien argumentado y documentado donde la falta de acción hace que las dos horas del montaje acaben resultando pesadas a pesar de que se amenice el montaje mediante la proyección de imágenes
de la época.
excepcional del reparto en la que cabe destacar los magníficos papeles que hacen Fernando Cayo y Maribel Verdú, que consiguen sacar las risas y aplausos del público.
Un guion bien argumentado y documentado donde la falta de acción hace que las dos horas del montaje acaben resultando pesadas a pesar de que se amenice el montaje mediante la proyección de imágenes
de la época.
La década de lo que
pudo haber sido y no fue, en la que se ganaron y perdieron muchas ilusiones, los tiempos del ‘haz el amor y no la guerra’, de los movimientos sociales y culturales en los que se perdió el talento de jóvenes promesas. Los hijos de una generación que bien podían ser de Kennedy
o de Bob Dylan,
Martin Luther King o The Beatles, iconos que marcaron las memorias de los cinco protagonistas.
pudo haber sido y no fue, en la que se ganaron y perdieron muchas ilusiones, los tiempos del ‘haz el amor y no la guerra’, de los movimientos sociales y culturales en los que se perdió el talento de jóvenes promesas. Los hijos de una generación que bien podían ser de Kennedy
o de Bob Dylan,
Martin Luther King o The Beatles, iconos que marcaron las memorias de los cinco protagonistas.
Personajes que ahogan sus penas en un bar sin contar si se conocen entre sí. Lo único que tienen en común, en definitiva, es que todos ellos son muñecos rotos de un tiempo que prometía un éxito que acabó convirtiéndose en desolación. Una producción que se salva por el grandioso elenco con el que cuenta, pero que deja
un amargo sabor de boca en el espectador.
un amargo sabor de boca en el espectador.