EXTRA!
En el año 1888, vastas
regiones del planeta disfrutaban del anonimato, sin ser conscientes de que su
descubrimiento supondría un hito en la historia de la ciencia y la humanidad. En
esa fecha aún no se había desenterrado la palaciega ciudad inca de Machu Picchu,
que dormitaba bajo un manto vegetal, ni se conocía con rigor de qué estaban
hechas nuestras células. Pese a los avances científicos impulsados por
instituciones tan prestigiosas como la Royal Society de Londres, que empezó a
andar en el siglo XVII, la comprensión del mundo estaba en pañales.
reunieron en Washington 33 hombres con trayectorias dispares: geólogos,
cartógrafos, banqueros y el mismísimo pionero de las
telecomunicaciones Alexander Graham Bell, unidos por la idea de que la exploración y la ciencia
eran esenciales para aquella sociedad decimonónica. La National Geographic Society acababa de nacer. 130 años después, la revista que lleva su nombre, punta
de lanza de la organización, publica portadas planteando la identidad de género,
la amenaza del plástico sobre el planeta o la cuestión racial.
tipo de objetos, los curiosos que se acerquen al número 3 de la calle
Fuencarral podrán darse un baño helado de agua polar, volar hasta la Luna o ahogarse con el impertinente plástico que degrada nuestras costas.
¿Y de qué nos sirve conocer la Tierra si la destruimos al mismo tiempo? El plástico mordisquea
nuestro planeta y amenaza con engullirnos si no frenamos su uso y producción.
Tal como se proyecta en la exhibición, ocho millones de toneladas acaban
en el océano cada año, afectando gravemente a los animales marinos, a su
ecosistema y al agua que necesitamos para vivir. Lo cierto es que hoy en día estamos a años luz de reciclar a la misma velocidad que se produce.
Una realidad abrumadora.
artista británica Mandy Barker, quien lleva años recolectando plástico alrededor
del mundo para alumbrar hipnóticas y vergonzosas fotografías con este derivado
del petróleo como protagonista. Las que están en la cita son
resplandecientes y tóxicas a la vez: una recolección de más de 3.000 tapones de
botellas encontradas en playas de todo el planeta o un regimiento de cartuchos de tinta
flotando en un mar incierto. Su manera de seducir visualmente con terribles
vergüenzas recuerda a las viñetas ácidas que el dibujante sevillano Miguel Brieva publicó en ‘La gran aventura humana’.
se burla del rigor periodístico, tiene mucho que ver con la credibilidad de la
ciencia en la actualidad. Como escribió el químico y periodista Carlos Elías en ‘La razón estrangulada’, vivimos en una época donde los resultados de la
ciencia, obtenidos a través de un método universal y objetivo, tienden a
equipararse con cualquier opinión subjetiva. Y gobernantes como Donald Trump no
dejan de demostrarlo mediante discursos negacionistas de asuntos tan delicados como
el cambio climático.
también apunta Elías, hubo una época dorada donde la ciencia era fundamental
para la vida política. Medio mundo miraba hacia la luna mientras David Bowie
triunfaba con su ‘Space Oddity’. La carrera espacial había comenzado. Una
fotografía de la exposición lo ilustra con precisión captando a dos mujeres
que, como si estuvieran esperando a Jimi Hendrix sobre el escenario, miran al
frente con los dedos cruzados deseando que la misión espacial Apolo 11 llegue a
buen puerto.
haya admitido un enfoque
racista en ciertas noticias propias sobre nativos americanos es
un gesto esperanzador que genera confianza en la institución. De ello se hizo
eco en su especial sobre la raza, que ocupa un espacio importante en el centro y está protagonizado por las gemelas británicas Marcia y
Mille. Además, visitar la muestra supone estar al tanto de los programas científicos que la organización ha financiado desde sus comienzos, entre las que se encuentra el yacimiento paleontológico del Cerro de los Batallones en Madrid,
liderado por las hermanas Laura y Soledad Domingo.
comprobar si la venta del 73% de los activos de National Geographic al gigante
21st Century Fox tendrá consecuencias sobre el prestigio y contenido científico
de la organización, lo cierto es que recorrer su historia es una delicia que se puede disfrutar de manera gratuita a dos pasos de la
Gran Vía. Porque es mejor conocer lo desconocido que tenerle miedo y porque la Tierra
es el único planeta donde el ser humano puede vivir.