EXTRA!
Cuando miramos a nuestros padres nos cuesta pensar que tuvieran su propia historia antes de que apareciésemos. Resulta difícil imaginar que un día fueran niños, que sufrieran desengaños y el dolor del desamor. Cuesta ver más allá de esa egoísta e
inocente idealización que nos ciega hasta que, con el paso del tiempo, nos damos cuenta de que éramos nosotros quienes no éramos consciente de que también tuvieron sus propias vidas.
Lo que ocurre cuando les miramos a los ojos y nos detenemos a escucharles es lo que se plasma en
el primer largometraje de Pilar Monsell, que bajo el título de ‘África 815’ nos permite hacer un
recorrido por sus orígenes, observando la vida misma, sin tapujos y con una sinceridad aplastante. Gracias a la cuarta edición del festival de cine online Márgenes, el documental puede disfrutarse de forma gratuita hasta el próximo 31 de diciembre.
el primer largometraje de Pilar Monsell, que bajo el título de ‘África 815’ nos permite hacer un
recorrido por sus orígenes, observando la vida misma, sin tapujos y con una sinceridad aplastante. Gracias a la cuarta edición del festival de cine online Márgenes, el documental puede disfrutarse de forma gratuita hasta el próximo 31 de diciembre.
Monsell narra la historia de su padre, Manuel, desde el momento en el que viaja a la colonia española del Sáhara en 1964 para realizar el servicio militar,
donde comienza a vivir con discreción su homosexualidad. Durante 66 minutos, la producción muestra con serenidad y elegancia a una
persona soñadora y resignada con la vida que busca de forma incansable el amor.
donde comienza a vivir con discreción su homosexualidad. Durante 66 minutos, la producción muestra con serenidad y elegancia a una
persona soñadora y resignada con la vida que busca de forma incansable el amor.
Un tempo pausado, junto a un paseo por fotografías familiares
y fragmentos de películas caseras en formato Super-8, hacen que el largometraje resulte monótono por momentos. También destaca la ausencia de música hasta el final del metraje, dejando espacio a las voces de los protagonistas y a las lecturas de algunos capítulos de las memorias escritas de Manuel,
creando un ambiente más intimo y personal.
y fragmentos de películas caseras en formato Super-8, hacen que el largometraje resulte monótono por momentos. También destaca la ausencia de música hasta el final del metraje, dejando espacio a las voces de los protagonistas y a las lecturas de algunos capítulos de las memorias escritas de Manuel,
creando un ambiente más intimo y personal.
Con buena técnica y estética sencilla, la directora saca adelante un trabajo sin pretensiones en el que se palpa el cariño
desde el primer segundo, algo que encandila al público a pesar de la sensación de reiteración. Conocer la vida en sí misma se convierte en la razón por la que continuar. El desenlace deja al
espectador con la intriga de conocer el
final de esa pequeña gran aventura.
desde el primer segundo, algo que encandila al público a pesar de la sensación de reiteración. Conocer la vida en sí misma se convierte en la razón por la que continuar. El desenlace deja al
espectador con la intriga de conocer el
final de esa pequeña gran aventura.
El amor y la familia son el motor de una buena historia en la que Monsell se desnuda mostrando con cierta melancolía su historia y orígenes, abriendo su
corazón y el de su padre en un largometraje que rememora un paraíso perdido y recomienda luchar por lo que se quiere aunque se tenga todo en contra. Como dice Manuel, ‘mientras sea capaz de enamorarme debería intentarlo, porque es en el intento donde encuentro la felicidad’.
corazón y el de su padre en un largometraje que rememora un paraíso perdido y recomienda luchar por lo que se quiere aunque se tenga todo en contra. Como dice Manuel, ‘mientras sea capaz de enamorarme debería intentarlo, porque es en el intento donde encuentro la felicidad’.