EXTRA!

Sorteábamos dos entradas dobles para asistir a la función previa de esta tarde del musical Evil Dead en Kinépolis a cambio de un relato terrorífico y os prometimos publicar los resultados: ¡AQUÍ ESTÁN!


– ERRANTES – 

Corre, corre. Se escuchan pasos. Dobla la esquina. Corre, corre. Oigo gemidos, están muy cerca. Ignora ese olor, no respires, no pienses, no mires. Aquél ya no es tu padre, ese ya no es tu hermano, vamos, dispara, esa ya no es tu madre, no te reconocerá, no te hablará… 

…te atacará.

No dejes que te toquen. Cuidado con sus arañazos. 
Fue un virus. 
Si te muerden, estás muerto. 
Si te muerden, seré yo quien te mate. 
Un disparo en la cabeza, único, simple, certero, letal. Caerás como un saco de carne. 


Antes habrás acabado con alguien de los nuestros. 


Mira por la ventana, allí están. En la oscuridad. Caminan lentos, erráticos, con su cuerpo inerte, sus miembros afectados por el paso del tiempo. Carne muerta, olor putrefacto. Gemidos lastimeros se tornan en gritos desgarradores. Comienzan a moverse. Se inquietan, nos han visto. Ladean sus cabezas y nos miran con sus cuencas vacías. No hay alma, no hay expresión. Son bestias, un cuerpo sin dueño. No hay sentimientos, solo hambre. Un hambre insaciable. Se acercan y extienden los brazos. Vienen hacia aquí, quieren comer. Quizá sólo se sientan solos… quizá en el fondo, sólo buscan lo que fueron…


Golpes en la puerta.
Quizá tengamos balas… 
Crujidos de la madera.
Quizá aún me recuerde y no me haga daño… 
Pasos lentos, arrítmicos que golpean la madera. 
Quizá haya una cura…


Sangre. Brota de mi cuello, de mi brazo, ahora de mi pierna. Puedo verlos, a todos, llevándose mi cuerpo a la boca. Su aliento frío y maloliente me envuelve. El suelo se empapa de rojo. Les veo, mi carne entre sus dientes. Cada vez son mas. Ese olor… no siento mi cuerpo. Ya no siento dolor. Soy incapaz de gritar mas.


Ya casi no veo nada….
…siento hambre…
Beatriz Molina.


Frío. Oscuridad. El ruido de un motor. Poco a poco fue recuperando la consciencia, tenía el cuerpo entumecido y estaba helada. Quiso gritar pero una bola de cartón se lo impedía, se intento balancear con fuerza, moverse, salir de ahí. Sus brazos y piernas estaban sujetos con cinta aislante. El miedo le invadió, ¿era una pesadilla?, ¿dónde estaba?

Entonces sintió que estaba en movimiento, escuchó el ruido del motor. Se encontraba en el maletero de un coche. La angustia le impedía respirar, intentó recapacitar y tuvo un pensamiento estremecedor. Durante un instante recordó que meses atrás salía en todos los medios de comunicación el caso de un pervertido que descuartizaba a sus victimas, siempre mujeres jóvenes, de las cuales no encontraban todas las partes. Se decía que guardaba el pedazo que más le gustaba de esa chica. Un flashazo le recorrió la mente. Fue en un pub, esa misma noche, tomando algo. Conoció a un chico atractivo, hablaron, le invitó a una copa y con terror recordó sus palabras: me fascinan tus manos delgadas,  tan delicadas. Un movimiento brusco le sacó de sus reflexiones. El coche había parado. Escuchó un ruido de pasos que se acercaban. Sintió con horror cómo se abría el maletero. Ella sería su próxima victima.
Karla Garrido.