Atlántida Film Fest

Los
viajes a contracorriente son aquellos que sorprenden, acongojan y dejan
sin respiración a sus peregrinos.
Estimulan y encienden sus sentidos navegando
entre sabores, olores y texturas; plantean una atmósfera absorbente y
alentadora capaz de sumir hasta al más afligido en la
más trepidante aventura. 
‘Upstream Color’ constituye la representación cinematográfica de esas travesías. 


Shane Carruth, que
ya debutó en Sundance en el año 2004 con 
‘Primer’, hace
acopio de su estilo y plantea en su nuevo trabajo una nueva dimensión, alejándose de las matemáticas y la ciencia ficción, reuniendo desdichas y coincidencias para transitar los secretos más recónditos de la
atracción y la naturaleza humana.

La
historia que plantea la película versa sobre una relación de pareja concebida por
una fuerza totalmente ajena a los protagonistas.
Atraídos por casualidades
inconscientes y fragmentos perdidos de sus
personalidades, Kris y Jeff, interpretados por una
exquisita Amy Seimetz y el propio Shane Carruth,
se encuentran sumergidos en el vaivén de sus estragos sentimentales.
Vencidos por
sus manías, cautiverio y circunstancias, los jóvenes se embaucan en la
confusión de su querer, tratando de llenar el vacío generado por el
desconocimiento de sus consecuencias físicas y mentales.
Sus
actividades metódicas y experiencias vividas componen la base de un
vínculo desconocido. Una suave y constante melodía traza el transcurso de su
relación.

Matizado sobre las líneas del filósofo trascendentalista
Henry David Thoreau, el film realiza un ejercicio intuitivo en el que la psique de cada personaje se liga al alma del mundo, creando así una relación
original con él.
Las leyes de la naturaleza se enlazan y convierten en
únicas e imprescindibles, conjugando entre ellas y sus seres la inevitable
reciprocidad del ciclo de la vida. 
Alejado de la metodología de las producciones estadounidenses, Carruth se encarga
de la dirección, la música, el montaje y el guion, convirtiendo el
largometraje en la más disonante conexión entre acordes, imágenes y acción. 


Con
una fotografía impecable y una estructura elíptica que recuerda a los primeros
planos de Terrence Malick y a las historias de David Lynch, el director
estadounidense busca cautivar y hacer pensar al espectador mediante el casi
inexplorado recurso del diálogo. Los silencios hablan por sí mismos, siendo el público quien tiene que vertebrar los ángulos de la historia.
Generando
en ocasiones rechazo y, en otras tantas, ciertas dosis de pasión, el film se consagra
como una de las piezas más potentes del Atlántida Film Fest, buscando la entrega del espectador, el aprendizaje mediante la experiencia, la tentativa de nuevos sentidos y
 la predisposición hacia lo desconocido. En ‘Upstream color’, Carrouth nos hace conocer parajes que parecían deshabitados. Las nuevas aventuras nunca
resultaron tan vivificantes.