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Imaginemos que la mente humana es una casa en la que cada una de las habitaciones guarda traumas psicológicos, recuerdos y secretos de uno mismo. Algunos de ellos, incluso, encerrados bajo llave. ‘Mindscape’, el primer largometraje del director español Jorge Dorado, que se estrena en cines este viernes 24 de enero, se asienta en esta idea un tanto freudiana.


El thriller psicológico presenta, en un primer momento, el trabajo que realiza John (Mark Strong), un especialista en introducirse en el subconsciente de las personas para descubrir hechos que han ocurrido en su pasado y, así, poder ayudarles con los conflictos interiores en el presente. El protagonista, tras sufrir la pérdida de su mujer, decide hacerse cargo del caso de una adolescente sociópata, Anna (Taissa Farmiga), viéndose envuelto en una trama cargada de emociones y obstáculos que le llevarán a encontrar su propio límite, puesto que el pasado de la joven es más complejo de lo que parece.

Pese a la frialdad que aparentemente muestra John, desde un principio se aprecia la fuerte carga emocional a la que se ve expuesto al ser incapaz de superar el suicidio de su esposa. Esto hace que la concentración en sus investigaciones se vean mermadas y que, a lo largo de toda la película, se sienta martirizado por este duro trauma que desemboca en una fuerte culpabilidad por no haber podido ayudar a su pareja. Strong da vida a un personaje cercano con una interpretación notable, la cual se ve reforzada en cada una de las escenas en las que aparece su compañera de reparto, Farmiga. Pese a su juventud, la actriz luce sus dotes con un personaje ambiguo que encierra dos vertientes totalmente opuestas: la de víctima afectada por su pasado y la de una inteligente sociópata que intenta esconder un secreto.

Dorado ha sabido explotar la gran química que une a ambos intérpretes. No obstante, a pesar de la buena elección del reparto y de la brillante idea que plantea la cinta, la historia desemboca en un final totalmente previsible desde el primer momento. El director siembra correctamente y a buen ritmo la intriga en el espectador, haciéndole dudar de la veracidad de los propios pensamientos y recuerdos de los personajes, pero los detalles que encontramos a los pocos minutos del inicio del film hacen que se desvele el misterio e inviten al público, sin querer, a ir un paso por delante del desarrollo de la historia. 


El guionista, Guy Holmes, parece haber caído en el típico error con el que se suele tropezar en este tipo de películas, como es el hecho de temer que el espectador no sea capaz de relacionar los datos expuestos y al final acabe perdido entre varios acontecimientos que no logra entender, exponiendo – sin querer – los elementos claves y haciendo que el as que el texto guarda en la manga sea demasiado evidente. Al final, por esta cuestión, la historia acaba pareciendo simplemente entretenida.

La labor realizada con los diálogos, breves, concisos y cargados de un fascinante surrealismo, mantienen ese halo de misterio propio del cine clásico de suspense. Los duelos dialécticos entre Anna y John, con los que constantemente se ponen a prueba entre sí, ayudan a mantener un interesante clímax en momentos esenciales.

La película respira una clara influencia de las famosas obras de Hitchcock o de la contemporánea ‘Origen’ de Christopher Nolan, de la que es difícil no acordarse por su temática. Hay que destacar que los géneros de ciencia ficción y fantasía producidos en España están desapareciendo, por lo que es de agradecer que la cartelera reciba este tipo de largometrajes.

El trabajo visual es de los aspectos más reseñables de la cinta, repleta de recursos estilísticos y una fotografía sumamente cuidada, siendo notoria la mano del productor catalán Jaume Collet-Serra, director de largometrajes como ‘La Huérfana’ o ‘Sin Identidad’. El metraje está rodado con una clara precisión que aporta una intensidad trascendental a toda la intriga y que ensalza la labor del debutante director, nominado este año al Goya a la Mejor Dirección Novel.
Los espacios encubran los mejores momentos de la película, con habitaciones prácticamente claustrofóbicas que proyectan una atmósfera de locura y auténtica opresión. Si, además, se agregan otros elementos que invitan al espectador a sentir el estado de trance de los personajes, como el sonido del agua, el hipnótico metrónomo o las manecillas de los relojes, resulta inevitable sumergirse en la historia. Todo ello, además, impulsado por el trabajo del compositor madrileño Lucas Vidal, que se encarga de la banda sonora.

Una idea interesante y un buen reparto para una cinta que, aún siendo entretenida, acaba pareciendo previsible, sobre todo para los aficionados al género del suspense. No obstante, Jorge Dorado promete ofrecernos una interesante carrera a la que debemos prestar atención desde ahora.