EXTRA!



Verónica Forqué es una
de las actrices españolas más queridas de la actualidad.
A su constante sonrisa
y su dulce voz se une el talento innato de una mujer que, tras trabajar en
películas de directores como Fernando Trueba y Pedro Almodóvar, ha centrado su
carrera en las tablas, donde en los últimos años ha vivido un gran éxito con el
monólogo ‘Shirley Valentine’, que se mantuvo en cartel durante cuatro temporadas.


La madrileña vuelve a
los escenarios con ‘Buena gente’, una comedia dramática original del premio
Pulitzer David Lindsay-Abaire que, tras convertirse en un gran éxito en los
escenarios de Broadway, ha aterrizado en el céntrico Teatro Rialto de la Gran
Vía madrileña, donde permanecerá hasta el próximo 26 de abril, bajo la dirección del director de cine David Serrano. A Forqué le acompañan en escena intérpretes de la talla de Pilar Castro, Diego París, Susi
Sánchez y Juan Fernández. Todos ellos con una trayectoria envidiable en
diferentes medios.

La trama gira en torno
al personaje de Margarita, una madre soltera a la que no ha acompañado la suerte. Su vida insustancial parece
animarse un poco mientras juega al bingo con dos amigas cada fin de semana.
Cuando ve cómo el mundo se le viene encima tras un despido de trabajo, decide
recurrir a un amor de juventud al que las cosas le han ido mejor. El
resto de la historia hace soñar al espectador con la posibilidad de que la
protagonista convierta su desesperación en una nueva oportunidad.

El personaje de Forqué cuenta con un sentido del humor que suaviza la dureza de su circunstancia, algo
en lo que tienen mucho que ver el resto de protagonistas, todos ellos envueltos en los problemas cotidianos que preocupan al
público que llena el patio de butacas. Juan Fernández se mete
en la piel de Raúl, un oftalmólogo encantado de conocerse al que la suerte ha
acompañado aunque él se niegue a reconocerlo. La bofetada de realidad a la que
se acabará enfrentando le recordará de dónde viene y cómo ha llegado a ser la
persona en la que se ha convertido.


Mezclando drama y
comedia en un perfecto equilibrio, el montaje consigue que el público se evada
de sus problemas mientras reflexiona sobre unas vidas que no le
resultarán ajenas, ni en sus fortunas ni en sus miserias, durante una hora y
cuarenta en la que el desamparo deja paso a la reacción de un personaje que
evoluciona mientras espera que ocurra un milagro. 

La bonita escenografía
de Ricardo Martín Cuerda acompaña a un texto perfectamente medido y de gran
verosimilitud que va ascendiendo en calidad y emoción. Destacan un brillante
cambio de escenario llevado a cabo en mitad de la acción y el doblete actoral realizado
por Pilar Castro
, que pasa de ser un ama de casa que vende manualidades a una esposa
ricachona que se verá desbordada por la aparición de Margarita.
El resto del elenco
está espléndido en una producción que obtiene la carcajada de los presentes mientras dialoga sobre la diferencia de clases, los prejuicios que
existen hacia los barrios obreros y las personas que luchan con los recursos que están a su alcance. Una lección de humildad que transmite
optimismo y valentía a partes iguales.
 
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