EXTRA! 

El séptimo arte no sólo sirve para entretener, sino también para
mostrarnos realidades que desconocemos. Países que poseen unas
condiciones de vida muy diferentes, en donde la corrupción ha dado un paso más
allá, la violencia está presente en las calles o donde la opresión impera en
una sociedad totalmente alienada. China es uno de estos casos. El
comunismo da sus últimos coletazos dejando paso a un capitalismo totalmente
extremo que ha llevado a la población a una supervivencia sin parangón. El director chino Jia Zhang Ke nos trae una muestra de lo que está sucediendo en su país a través de ‘Un toque de violencia’, que se suma a la cartelera española a partir del viernes 25 de
julio.

Cuatro
historias bajo el mismo denominador común: la violencia en todas sus formas. Dahai
(Jiang Wu), minero, se toma la justicia por su mano al no
ser atendidas sus reclamaciones y ver la injusticia con la que es tratado su
pueblo. San’er (Baoqiang Wang) viaja
sin rumbo fijo disfrutando del placer que su arma le proporciona y dejando a su
familia atrás. Xiaoyu (Tao Zhao) trabaja
de recepcionista en una sauna mientras intenta encontrar la estabilidad junto a
un hombre casado, pero, de repente, recibe el acoso de uno de los clientes. Xiaohui (Lanshan Luo) encuentra trabajo
de camarero en un gran hotel, en donde se enamora de una prostituta. Cuatro personajes que encarnan historias
reales ampliamente conocidas en la actualidad gracias al poder de las redes sociales.
La
trama muestra unos personajes atormentados por una China moderna que se ha
desarrollado sin control. Llevados hasta el límite de lo racional, todos
responden con violencia y furia ante aquello que sufren. No obstante, de entre todos,
destacan las interpretaciones de Jiang
Wu y Baoqiang Wang, dos actores ya veteranos en el cine oriental que parecen
mostrar un talento natural a la hora de plasmar su lado más violento.
Sus
rostros pasan de la impotencia más absoluta a una cólera prácticamente incontrolable.  

La
cinta empieza fuerte con las historias más cruentas y desgarradoras, como son
las de Dahai y San’er, en las que se aprecia una violencia más explícita. No
obstante, a mitad de camino se desinfla, dando paso al drama y la
emotividad, un aspecto que hace que se aprecie la debilidad
de un guión prometedor, justificando la violencia de forma irracional
e inverosímil. A pesar de ello, la mayor fuerza recae sobre los diálogos, de gran
ingenio y cargados de ironía. Un trabajo
que, en su conjunto, se vio recompensado en Cannes (2013) al conseguir el
galardón al mejor guión.
La
fotografía corre a cargo del conocido director Nelson Yu Lik-wai, que poco a poco se abre camino en el mercado
internacional. Los tonos grises como muestra de la alienación social impactan
en cada una de las escenas, acompañados siempre por un paisaje desolador,
industrial, lleno de suciedad, en donde se puede sentir la presencia de la
muerte en cada rincón y el abandono de la esperanza.
Un escenario que choca con
la imagen más popular de China, en la que siempre ha prevalecido la belleza y el
color intenso.
‘Un toque de violencia’ es una película
necesaria, pero no apta para todo tipo de público. Su narración lenta y la
violencia expuesta, incluso en animales, hace que llevemos nuestra sensibilidad
hasta el límite.
Pese a ello, Jia Zhang Ke expone en ella una reflexión sobre el odio,
el miedo y la violencia de su pueblo en un claro ejemplo de destrucción del ser
humano en una sociedad extrema que podría ser cualquiera.