EXTRA!
Desde el año 2005, las
representaciones del Ballet Imperial Ruso se han convertido en un clásico navideño
de la capital. En esta ocasión, la famosa compañía nos ha dejado a su paso por la ciudad tres títulos muy queridos por el público de todo el mundo: ‘El cascanueces’, ‘El lago de los cisnes’ y ‘Don Quijote’.
Basado en la novela de Miguel de Cervantes, el último título se pudo disfrutar en el Teatro Compac Gran Vía del 20 al 25 de enero. Inspirado en el episodio de la bella Kitri y el barbero
Basilio, en la historia se narran las
venturas y desdichas de una pareja de enamorados que huye del padre de la joven, empeñado en prometerla en contra de su voluntad con el rico Camacho. Así, Don Quijote y Sancho Panza dejan de ser el
centro de la obra para convertirse en acompañantes de unos protagonistas
a los que intentan ayudar a alcanzar su objetivo.
Basilio, en la historia se narran las
venturas y desdichas de una pareja de enamorados que huye del padre de la joven, empeñado en prometerla en contra de su voluntad con el rico Camacho. Así, Don Quijote y Sancho Panza dejan de ser el
centro de la obra para convertirse en acompañantes de unos protagonistas
a los que intentan ayudar a alcanzar su objetivo.
El elenco del Ballet Imperial Ruso está formado por
45 bailarines de máximo nivel, con dirección artística de Gediminas Tarandá. El
libreto en el que se basa la coreografía es el del maestro francés Marius Petipa con música del compositor austriaco Ludwig Minkus, versión estrenada en diciembre de 1869 en el Teatro Bolshói de Moscú, considerada por expertos como la mejor
interpretación del título.
45 bailarines de máximo nivel, con dirección artística de Gediminas Tarandá. El
libreto en el que se basa la coreografía es el del maestro francés Marius Petipa con música del compositor austriaco Ludwig Minkus, versión estrenada en diciembre de 1869 en el Teatro Bolshói de Moscú, considerada por expertos como la mejor
interpretación del título.
La escenografía y el vestuario destacan por encima de la propia trama, adentrando al
espectador en la España del siglo XVII, quizá con excesivo aire flamenco, con tabernas, campamentos gitanos y
campos de molinos que se convierten en el eje de la representación. Especialmente bello
es el momento en el que el tono azulado de las ensoñaciones del caballero inunda el escenario.
espectador en la España del siglo XVII, quizá con excesivo aire flamenco, con tabernas, campamentos gitanos y
campos de molinos que se convierten en el eje de la representación. Especialmente bello
es el momento en el que el tono azulado de las ensoñaciones del caballero inunda el escenario.
El montaje, de más de dos horas de duración, resulta ameno y ágil por la naturalidad
con la que los intérpretes expresan la huida de los enamorados.
Sin que ninguno de los bailarines destaque por encima del resto, la fuerza de la obra recae sobre el conjunto que ejecuta con suma delicadeza cada una de las escenas.
con la que los intérpretes expresan la huida de los enamorados.
Sin que ninguno de los bailarines destaque por encima del resto, la fuerza de la obra recae sobre el conjunto que ejecuta con suma delicadeza cada una de las escenas.
Con esta pieza dinámica y con toques de humor, el Ballet Imperial Ruso se despide de la
capital sin perder de vista su misión de acercar el ballet clásico al gran público que disfruta con fidelidad e ilusión de cada uno de sus espectáculos.
capital sin perder de vista su misión de acercar el ballet clásico al gran público que disfruta con fidelidad e ilusión de cada uno de sus espectáculos.